BARCELONA -- Barcelona, líder sólido, único favorito y candidato absoluto a conquistar el título, pasó por Getafe con más pena que gloria, enlazó su segundo empate sin goles y, rebajando su ventaja sobre el Real Madrid a los 11 puntos (no debería ser preocupante a la vista de la clasificación), repitió, o incluso aumentó, la triste imagen mostrada ante el Girona.
Por primera vez en la temporada enlazó tres partidos oficiales sin marcar y, por tanto, sin conocer la victoria (contando la eliminación en la Copa frente al Madrid) y volvió a dar la sensación, tras el Clásico, de ser un equipo mentalmente cansado, poco intenso y menos acertado.
Pudiendo argumentar que las lesiones de Pedri y De Jong perjudican su plan de juego, lo cierto es que si no hubo orden en la distribución de juego, con un Busquets muy apagado, tampoco existió mordiente en ataque, pasando otra vez en silencio por el partido Lewandowski y sin imponer su teórica calidad Raphinha. El ánimo de Gavi y el trabajo de Kessié no bastó, en absoluto, para que el líder mostrase capacidad alguna y al Getafe, tan ordenado como simple, le bastó con ser paciente para anularle.
Dos remates al palo, consecutivos, del brasileño y Balde a los 25 minutos fueron apenas los únicos síntomas ofensivos del Barça, cuya deriva futbolística en este mes de abril, tras la goleada sobre el Elche empieza a ser preocupante.
¿Síntomas de alarma? En una semana recibirá en el Camp Nou al Atlético de Madrid y ni una derrota debería provocar terror en cuanto a la consecución del título... Pero es una evidencia que el final de temporada se le está haciendo demasiado largo a un Barça que emborrona de manera evidente el trofeo que está cerca de conseguir después de tres años de sequía.