BARCELONA -- Jordi Alba cerrará la temporada sabiendo dos cosas: que Alejandro Balde ya le ha quitado el sitio en el lateral izquierdo y que al Barça le encantaría su marcha, aunque él ni se lo plantea. Pero, también, cerrará el curso siendo un jugador tan secundario como trascendente. Abrió en febrero una dificil victoria frente al Sevilla y sentenció a Osasuna, cuando el equipo navarro abrazaba un empate épico en un Camp Nou desesperado.
El Barça abraza el título y lo hace con más tensión que belleza, con más sufrimiento en sus victorias pero una renta tan enorme que se hace difícil discutir su mando en la clasificación. Así se entiende que la hinchada se dejase ir a gritos de 'Campeones, campeones'.
Mucho más pendiente de la final de Copa del sábado frente al Real Madrid, Jagoba Arrasate varió a su equipo de arriba a abajo, con hasta nueve cambios en la alineación y planteando un partido de contenciòn, con el mínimo riesgo físico posible y dejando que fuera el Barça quien mandase. Y mandó el Barça, desde luego.
Con parsimonia primero, con velocidad después y con urgencia más tarde, a medida que pasaba el tiempo y ni su superioridad númerica le bastase para superar la ordenada defensa navarra. Osasuna se había quedado con uno menos a los 26 minutos, muy pronto, cuando Jorge Herrando fue expulsado por agarrar a Pedri cuando el canario se marchaba solo a portería.
Pero la roja al joven central de la cantera no varió el escenario hasta que a poco del descanso Ansu Fati entró en lugar de un lastimado Gavi. El cambio de esquema, la movilidad de Ansu y el mando de Frenkie de Jong le dieron otro aire al Barça, tanto en el final del primer tiempo como en el segundo, cuando Aitor Fernández, casi inédito hasta el descanso, comenzó a hacerse ver.
Evitó dos goles de Ansu y otro de Raphinha antes de que entrase en su lugar Dembélé, para que ya en la última media hora el asedio azulgrana se intensificase sin disimulo y Osasuna, encerrado atrás, apenas confiase en dejar pasar el tiempo o, quizá, en alguna contra con la que dar un golpe de efecto.
Pero entró Jordi Alba en la recta final, convertido en falso extremo, en carrilero, en desatascador de banda... Y se encontró un balón escorado en el área que convirtió en gol. Y estalló de júbilo el Camp Nou.
El título está a la vuelta de la esquina. Ya habrá tiempo para discutir si se debió lograr con más o menos brillantez...