Se acabó y esta vez es para siempre. Luego de casi dos años de separación, los caminos de Lionel Messi y el FC Barcelona estuvieron cerca de cruzarse nuevamente; sin embargo, todo quedó en un sueño que no pudo cristalizarse.
Xavi no mintió: Leo tenía “el sartén por el mango” y pudo decantarse por esperar y volver a casa para terminar su carrera en el equipo de sus amores. Pero Leo decidió que ahora no iba a confiar en quienes ya le fallaron una vez —Joan Laporta, principalmente—, y no quiso tomar riesgos ni dejar en manos de “otros” su destino deportivo.
¿Se equivocó?, ¿debió ser paciente mientras el club realizaba las ventas pertinentes que le abrieran espacio y pudiera ser factible su regreso?, ¿no hizo el esfuerzo suficiente para vivir un último capítulo en la élite futbolística?
La respuesta correcta a todas las interrogantes no existe. Messi tomó una decisión y más allá de los múltiples juicios a los que ya es sometido, hizo lo que consideró que será lo mejor para él y su familia.
Cuestionar, reprochar o juzgar al mejor futbolista de la historia, además de una osadía, es absurdo y hasta estúpido.
Messi no le debe nada al Barça, a la selección Argentina ni mucho menos al futbol. Por si algo le faltaba a una carrera que es y será insuperable por los siglos de los siglos, hace poco más de seis meses ganó la Copa del Mundo tras brindar un recital inolvidable a sus 35 años.
Queda claro que la elección de la MLS responde a un tema familiar y de comodidad por encima del deportivo, más allá de que exista la sensación de que por lo menos podía competir uno o dos años más al máximo nivel.
Fueron varios días desde que se anunció que no seguiría en el PSG en los cuales se desataron olas de especulaciones y versiones periodísticas que cambiaban prácticamente cada hora, hasta que el lunes pasado apareció una luz que daba cierta esperanza para que el anhelo del barcelonismo se convirtiera en realidad.
El padre de Leo, Jorge Messi, fue captado en una reunión con Joan Laporta, y tras ser correteado por los reporteros lanzó algunas frases que se interpretaron con optimismo desbordado.
El también representante del jugador dijo que le “encantaría” que su hijo volviera a vestirse de azulgrana y que desde luego que el propio Leo tenía como prioridad regresar al club de sus amores, con todo y que quedaban “un montón de cosas” por arreglar.
Ese mismo día ya entrada la noche se pasó de la algarabía a la decepción, pues el propio Jorge Messi reveló que veía muy difícil que se concretara la vuelta del ‘10’. Dicha señal resultaría irreversible.
Finalmente, el miércoles los ‘insiders’ y periodistas más cercanos a Messi y su entorno coincidieron en la misma versión: Leo no volvería al Barcelona, tampoco aceptó la oferta multimillonaria de Arabia Saudita ni la de ningún otro club europeo… El Inter Miami de la MLS fue el elegido.
Es un destino conocido por el argentino y su familia, en donde tienen inversiones y suelen vacacionar, además de que ya desde hace algún tiempo se sabía que tarde o temprano sería su nueva casa.
Terminó la novela, terminó el sueño de millones, pues en voz del propio Leo se escuchó que su regreso al Barça dependía de múltiples factores y en esta ocasión decidió no esperar, por ello eligió abandonar la élite del balompié para estar “fuera del foco”, “disfrutar el futbol de otra manera” y no cargar las culpas que le achacaron en el pasado en Barcelona.
El 8 de agosto de 2021 y el 7 de junio de 2023 quedarán marcados como los días en que el Barcelona perdió a Messi. Y sí, se trata solo de un jugador de futbol, pero si Messi se va de casa o Messi no vuelve a casa, es una pérdida irreparable.