El Barça frenó en seco en Pamplona, desquiciado por un Osasuna que aprovechó los cambios de Flick en un líder que nunca dio la sensación de serlo

Osasuna acabó con todo. Acabó con la fenomenal racha del Barcelona, acabó con su imagen impoluta y acabó con aquella sensación de que pusiera a quien pusiera Hansi Flick en el campo el equipo le respondía. Que más allá de Lamine Yamal este Barça joven, atrevido y descarado crecía contra todo y podía con todo. Habrá que verlo... pero de momento en Pamplona besó la lona y no solo perdió su primer partido de Liga, más aún fue goleado, dejando una mezcla de decepción y sorpresa en el aire.

Cayó por 4-2 para señalar, ocurrirá sin duda, al bueno de Iñaki Peña, que apenas si pudo responder a los goles, algunos golazos y un penalti, de un rival que desnudó a una defensa insostenible. Blando Cubarsí, inocente Sergi Domínguez y superado (su peor actuación) Koundé por el eléctrico Bryan Zaragoza, no hubo manera de que se encontrase en el partido.

Fue goleado de la misma manera que pudo ser diferente todo. Si el VAR hubiera intervenido en un pisotón a Pau Víctor, previo al pase a Bryan que provocó el 2-0 o si Sergio Herrera, que se comió de manera obscena el remate de Pau Víctor (en semifallo) que provocó el 2-1, no hubiera salvado un remate envenenado y boca de cañón de Ferran que habría igualado el choque. Aquello fue, de hecho, el principio del fin para el Barça.

Si en media hora inicial le había golpeado Osasuna dos veces y mostrado que, como en cualquier plantilla, siempre existe una unidad principal y una secundaria, la media hora final fue poco menos que un suplicio. Le metió ahí la intensidad hasta que el inocente Domínguez llegó tarde a un rechace para provocar el penalti con que Budimir prácticamente sentenció el triunfo.

El triunfo que supo a goleada con el 4-1 de Bretones, antes de que Lamine Yamal anotase el 4-2 final. Y la búsqueda del récord se acabó en Pamplona, donde el Barça de Hansi Flick perdió el primer partido de una Liga que seguirá liderando... Pero en la que se demostró que deberá sufrir.