El Barça más joven en jugar un Clásico desde 1956 volvió a asaltar el Bernabéu. No se sabe hasta dónde puede llegar este equipo... Pero, de entrada, dejó al Madrid sin récord.
MADRID -- Los niños de Flick tomaron el Bernabéu al asalto. Sin dejar un resquicio de duda, sin permitir al Madrid ni tan solo salvar el honor, con un Iñaki Peña estelar, un Casadó monumental, un Cubarsí enorme, un juguetón Lamine Yamal, un incansable Fermín, un soberbio Balde... Y el campeón mirando. Y cayendo una, otra, y otra y otra vez en el fuera de juego. Cayendo en la trampa hasta desesperarse. Los unos disfrutando y los otros... Los otros sin saber nada.
Fue una noche redonda en azulgrana. Después de cuatro Clásicos consecutivos perdiendo, el Barça recuperó el 0-4 con que el equipo de Xavi aplastó no hace tanto a este mismo Madrid y, por si fuera poco, la victoria acabó con una racha de 42 partidos de Liga invicto del Real Madrid, que podía igualar el récord de 43 que tiene en su poder... el Barça. Y que seguirá teniendo y disfrutando.
El Barça más inexperto que se recuerda en un Clásico, el más joven desde 1956, resolvió el partido con una sobriedad tan impropia como pasmosa. Puede que Vinícius reciba el lunes el Balón de Oro, pero lo hará después de recibir una auténtica lección. No encontró Ancelotti respuestas cuando empezaron los suyos (Mbappé principalmente) a caer en el fuera de juego y mientras el Barça comenzaba a mimar el balón, el Madrid se perdía en la nada.
¿Sufrió el Barça? Claro que sufrió. Sería una impertinencia ocultar con el 0-4 final que durante la primera mitad lo pasó mal varios minutos porque no es el Bernabéu un lugar cualquiera y por mucha voluntad, ganas e ilusión que le pongan unos canteranos que saben y viven lo que es un partido contra el Real Madrid, tanto el escenario como la presión del público como, claro, la calidad del rival se acusa.
Le costó, por supuesto... Pero a la que se encontró a gusto, ajustó su línea defensiva y le dio la manija de la pelota a Casadó y Pedri el Madrid fue perdiendo presencia, creció la personalidad del Barça y convirtió la segunda parte en un festival.
Marcó cuatro como pudieron ser siete porque Lewandowski, tras su doblete, perdonó otros dos muy claros y aunque también pudo el Madrid no irse de vacío por cuanto Iñaki Peña salvó hasta dos ocasiones claras (cuando el triunfo azulgrana ya se entendía indiscutible), la realidad del Clásico es que fue un festival absoluto de ese Barça tan joven e inexperto como ambicioso, alegre y convencido.
¿Hasta dónde llegará este Barça? Nadie lo sabe, pero las sensaciones no pueden ser mejores.