Sin respuesta el Madrid y sin piedad el Barça; con ambición y clarividencia el equipo azulgrana y sin ideas ni reacción el merengue... El Clásico enseñó muchas cosas.
MADRID -- Un Barcelona bestial y un Madrid disminuido. Un Barça soberbio y un Real desordenado. Un líder de hierro y un campeón de barro. El Clásico alumbró en el Bernabéu una amenaza certera sobre el equipo de Carlo Ancelotti. Si él no supo encontrar respuestas a la propuesta de Hansi Flick, sus jugadores se mostraron tan o más impotentes ante el orden de los azulgrana.
El Barça aplastó a un rival sin capacidad de reacción y la imagen de los unos y los otros deja notas a ser tenidas en cuenta. Lo que dejó el Clásico en ambos equipos, en el vestuario, el staff técnico y, también, en los futbolistas.
REAL MADRID
Derrumbado, como equipo, sin capacidad de respuesta ni, tampoco, para cambiar el guión. Ocho veces cayó en fuera de juego durante la primera mitad, seis de ellas Mbappé, y no fue capaz de variar ni un ápice su esquema futbolístico. Todo pasó por esperar las carreras de sus delanteros, apoyados por los volantes, quedando en evidencia ante la excelente táctica utilizada por el Barça.
Tras el descanso, a la que recibió el doble golpe de Lewandowski, se hundió sin remedio. Cierto es que Iñaki Peña evitó dos ocasiones meridianamente claras, pero también lo es que de haber estado más acertado el polaco o menos egoista Raphinha, el Barça le habría podido infringir una humillación histórica. Por cierto, el Endrick que tenía que comerse el mundo ha desaparecido, tal como Arda Güler. El Madrid tiene una columna vertebral muy conocida y los cambios son mínimos. Y mínima es, entonces, la capacidad de sorprender al rival. Al Barça no le hizo, casi, ni cosquillas.
BARCELONA
Arriesgado hasta rozar el suicidio en su táctica de adelantar la defensa hasta el centro del campo para forzar los fueras de juego del rival, la idea le salió redonda. Y las contadas ocasiones en que los delanteros merengues esquivaron el error o no acertaron en el remate o chocaron contra un estelar Iñaki Peña.
Si defensivamente el Barça rozó la perfección, su propuesta de juego costó de armarse, pero en cuanto Casadó y Pedri tomaron el protagonismo el Barça fue creciendo y ampliando su dominio hasta empequeñecer a un rival que en la segunda mitad, con la entrada de De Jong, ya no adivinó la manera de quitarle la pelota.
El Barça goleó... Pero, además, lo hizo dando un baño futbolístico a su rival, por más que alguno negar la evidencia. Este equipo, además, ni tiene a Ter Stegen ni a Araújo. De Jong ha regresado esperando a ver cuándo recuperará la titularidad y en idéntica posición está Gavi, porque si algo tiene el Barça es una plantilla exquisita, joven y con ganas de comerse el mundo. De momento, al Madrid se lo merendó.
CARLO ANCELOTTI
Fue trágico comprobar como después de ver el partido frente al Bayern, que confirmó la táctica defensiva del Barça, el entrenador italiano no encontrase la manera de contrarestarlo.
No supo preparar el partido, fiándolo todo a la rapidez y excelencia de Mbappé y Vinicius, y a cada error añadió una insistencia en seguir el mismo camino inverosímil para un entrenador de su veteranía.
Estuvo mal antes, durante y, también, después del partido, ofreciendo toda clase de excusas a cual más curiosa, para restar trascendencia al resultado. Si recordar que la última vez que el Barça ganó por 0-4 en el Bernabéu "acabamos la temporada ganando Liga y Champions... Y este año no será muy diferente" sonó espantoso, casi fue ridículo afirmar que en la primera parte "tuvimos muchas oportunidades" obviando los fueras de juego, y asegurando que el Barça ganó "porque aprovechó sus ocasiones".
Puede que Ancelotti jugase al despiste en la sala de prensa. Ojalá fuera eso, desde un prisma madridista, y no confirmar que no hay más ciego que quien no quiere ver.
HANSI FLICK
Este tipo es una especie de extraterrestre en el mundo culer. "Y que siga así" se bromea alrededor del vestuario. Aún utiliza el servicio de traducción en sus comparecencias con los medios de comunicación, pero ha tardado entre poco y nada en trasladar sus ideas a la plantilla.
Flick insinuó el viernes que mantendría su misma idea defensiva en el Bernabéu y no solo lo hizo, más aún, la llevó hasta el paroxismo. A un límite entre arriesgado y suicida que obliga a los defensores a mantener una concentración máxima y total. Y lo consigue. En el Clásico estuvo inmenso en aguantar a los suyos y en leer las necesidades del partido dando entrada a De Jong en la segunda mitad para aumentar el control del balón.
En la sala de prensa, al concluir el choque, ni una frase más alta que la otra, ni una euforia desmedida. Sí, en cambio, una felicitación global a sus jugadores, un orgullo cierto y una cercanía con ellos que le convierte, le sigue convirtiendo, en la mejor noticia para el barcelonismo.
MBAPPÉ
Recordará, sin duda, el primer Clásico de su carrera madridista. Veloz como siempre,
corrió al espacio sin atender a que iba a caer una, otra y otra vez en el fuera de juego. Una trampa que le martirizó. Marcó un gol que le fue anulado mientras lo celebraba de manera exagerada, dando a entender que había roto la idea defensiva del Barça. Después se estrelló contra Iñaki Peña en dos ocasiones y contra su propia impotencia. El que se supone que es mejor y más caro futbolista del mundo fracasó estrepitosamente la primera noche grande del curso, cuando todo el madridismo esperaba que diera lo mejor de si mismo.
BELLINGHAM
Con el fichaje de Mbappé, Bellingham ha pasado de ser el segundo delantero al tercer centrocampista del Madrid. Y no sabe (o no puede o no quiere) adaptarse a ese nuevo rol en el que se siente profundamente incómodo. Tiene buena llegada desde la segunda línea y un remate soberbio, pero en el Clásico anduvo entre perdido y desplazado, poco participativo, sin encontrar espacios ni jugar al toque. Falló pases fáciles y una clara ocasión, con el 0-2, que resumió su desastre. Malos tiempos para un futbolista que deslumbró a su llegada a España y al cabo de poco más de un año está terriblemente lejos de lo que mostró.
VINICIUS
El más enérgico, el más resuelto, el más insistente y comprometido... Y el más frustrado. Agobiado por un Koundé que le ató muy en corto, falló en la primera mitad una ocasión muy clara, acabando ese primer tiempo más ocupado en protestar al árbitro de forma ostensible y discutir con los rivales que en centrarse en su juego. Tras el descanso se diluyó, simple y claramente. Se le acabó el nervio futbolístico, la colocación en el campo y todo el vértigo. Puede ganar el Balón de Oro, pero perdió una ocasión magnífica para proclamar que es el número uno del mundo sin discusión. El Clásico le pasó por encima.
FRAN GARCÍA
El resumen de un desaguisado. El joven lateral entró en lugar de Mendy en el minuto 85, ya con 0-4 en el marcador. No se sabe qué pretendió Ancelotti con esa sustitución, olvidándose en el banquillo a Endrick o Güler, futbolistas de mayor capacidad ofensiva y que han desaparecido de los planes del entrenador. ¿Quizá quiso mostrar que el Madrid también tiene cantera?
LEWANDOWSKI
A la vejez... viruelas. Del sufrimiento silencioso recibiendo dolorosas tarascadas en la espalda firmadas por Rudiger y Militao (habría que preguntarse la razón por la que tuvieron patente de corso), a la sublime y supersónica doble aparición para sentenciar al Madrid con dos goles. Primero con el pie, asistido por Casadó, y después por arriba a centro de Balde. Y aún tuvo tiempo poco después de fallar una ocasión de manual, solo ante puerta y rematando al poste. Pero acabó por desquiciar con su movilidad y resistencia a los golpes a la defensa merengue, tanto como abriendo espacios para la llegada de sus colegas.
Ya suma 14 goles en el campeonato y se marchó de Madrid no solo reivindicándose... Lo hizo como líder espiritual de los chavales que llaman a la puerta del éxito.
CASADÓ
Se hace difícil resumir su trascendencia en este Barça, pero no tanto calificar su soberbia actuación en el Bernabéu. Personaliza como pocos el espíritu de un equipo repleto de juventud y marcado adn azulgrana y pasó por el Clásico como un auténtico veterano. Casadó deja que los focos se centren en Lamine Yamal, en Raphinha, Lewandowski o Pedri... Pero sin él en el césped se sospecha que ninguno de los mencionados tendría razones para sonreir como lo hacen y lo hicieron en el Bernabéu.
Se merendó a Tchouaméni, fue un pulmón incansable, controló el balón con una suavidad y criterios indispensables y regaló a Lewandowski el pase del 0-1. Mientras unos hablan de Kimmich o de Zubimendi, Casadó demuestra porque fue ayer el alumno predilecto de Rafa Márquez y es hoy el pegamento indispensable de Hansi Flick.
IÑAKI PEÑA
Merece todos los focos. Uno a uno y con la luz a toda potencia. Si Pedri recordó en algún momento al mejor Iniesta y Lamine Yamal lleva el balón pegado al pie como si del mismísimo D10S se tratase (disculpen el atrevimiento), Iñaki Peña abandonó el Bernabéu destrozando críticos y ganando adeptos.
"Es peligroso jugar con tantos metros por delante, pero lo vivo con tranquilidad y sabiendo que es el estilo del equipo" resumió al acabar una exhibición de la que fue partícipe activo. Le sacó dos paradas soberbias a Mbappé y jugó cuando fue necesario fuera de su área, Le felicitó Flick, le arroparon todos sus compañeros y dejó claro que la portería es suya.