Luis Suárez cumple 37 años este miércoles 24 de enero y lo celebra pendiente de su familia fuera de la cancha y con la ambición de siempre dentro del campo de juego, pensando en cómo poder hacerle un gol al arquero rival de turno, en qué hacer para conseguir un nuevo triunfo.
En el golero hay que confiar, a los zagueros se les debe tener confianza, empatía con los laterales y respeto con los mediocampistas. Con el nueve hay que creer, con el centrodelantero hay días en que todo se explica por una cuestión de fe.
Tampoco es creer y listo, no. Hay que ser un poco más específico: 'hoy va a hacer un gol de cabeza por ese salto que tiene', 'hoy marca de tiro libre porque viene derecho', 'hoy el tipo va a hacer un gol porque se muere por hacer un gol'.
La virtud de Suárez ha sido su gen competitivo, el querer ganar en cada juego, sea un amistoso, una final de Champions o una partida de pool, en las canchas del Urreta de Montevideo en baby fútbol, y luego en las juveniles del Club Nacional de Football.
"Luis siempre tuvo eso de niño, cuando él estaba en la cancha estaba como latente que algo iba a pasar; eso lo mantuvo hasta ahora, cuando él está en la cancha puede pasar, para bien o para mal, cualquier cosa y eso lo generan tipos que son especiales", le aseguró a ESPN el entrenador Alejandro Garay, quien comenzó a trabajar con Suárez cuando el delantero tenía trece años en la categoría pre séptima de Nacional en el 2000.
Gustavo Ferrín, director técnico de la selección sub 20 en el Mundial Canadá 2007 (donde Suárez, Edinson Cavani y Juan Surraco conformaban el ataque celeste), recordó que Luis competía en las juveniles tricolores con Bruno Fornaroli y con Martín Cauteruccio, y que siempre fue muy competitivo.
Suárez volcaba su ambición en la constante búsqueda del gol, del juego y de la pelota. Garay comentó que el balón siempre ‘lo llamaba’ a Luis y que mientras los jugadores juveniles comenzaban el entrenamiento corriendo alrededor de la cancha, el staff técnico apostaba en qué número de vuelta el salteño iba a romper fila para ir a patear alguna pelota que se encontraba en medio de la cancha.
"Siempre era en la primera, cuando te dabas vuelta o hacías que mirabas para otro lado, Luis cortaba y pateaba una pelota o las desparramaba a todas con un pelotazo; ese era Luis y hoy todavía es así por suerte”, narró Garay.
Jugando de número nueve, a veces de doble punta o incluso adaptándose a jugar como extremo, el salteño comenzó a destacar en las juveniles tricolores y el 3 de mayo de 2005 debutó en Primera División bajo las órdenes de Martín Lasarte, quien indicó el ingreso de Luis a los 75’ ante Junior en Barranquilla y por la fase de grupos de la Copa CONMEBOL Libertadores.
"Debutó jugando por la banda derecha, en aquel momento teníamos muchos centrodelanteros, y lo hizo bien, demostrando esa personalidad que poquito a poco se iba afirmando. Un día estábamos terminando un entrenamiento y el 'Loco' Sebastián Abreu me dice: 'Él día que pongas a este chico nosotros nos vamos a tener que buscar laburo'", recordó Lasarte con ESPN.
Doce goles en 35 partidos con el Bolso, obteniendo los campeonatos 2005 y 2005-06, y traspaso al Groningen de los Países Bajos por un millón de dólares. Y entonces también los hinchas del club donde se formó Arjen Robben comenzaron a creer que algo pasaría en cada partido que jugara Suárez.
El ex lateral uruguayo Bruno Silva jugaba en aquellos años en el Groningen y comentó: "Luis se adaptó muy rápido pese a que tuvo que cambiar algunas cosas de la forma de jugar; yo me siento un privilegiado de poder haber acompañado su crecimiento. Su capacidad competitiva y el querer aprender le permitió una rápida adaptación y a los cinco meses comenzó a hacer goles y no paró más".
Luego de haber disputado el Mundial Sub 20 de Canadá, el 9 de agosto del 2007 el Ajax oficializó la llegada del salteño. Su imagen ya comenzó a ser asociada con la del festejo de un gol, con ese intento de gambeta casi forzada que parece graficar la voracidad del delantero que buscará pasar por donde no se podría para lograr convertir un nuevo tanto.
Fue goleador de Europa en la temporada 2009/10, se convirtió en capitán del Ajax y superó los cien goles en su carrera como profesional. En junio del 2010 participaba de su primer Mundial, convirtiendo con 23 años tres goles en Sudáfrica y siendo protagonista de una inolvidable jugada: al minuto 120 y ante Ghana, atajaba con la mano un remate que hubiera significado la eliminación de la Selección Uruguaya; camino al vestuario celebraba el penal errado por Asamoah Gyan y luego volvía a la cancha para celebrar con sus compañeros la clasificación a las semifinales al ganar en la tanda de penales.
En enero del 2011 pasó al Liverpool, donde el vértigo de la Premier League y el estar en su plenitud física (jugó en Inglaterra desde los 24 a los 27 años), se conjugaron en un Suárez demoledor, con un nivel extraordinario para su equipo y asfixiante para los rivales.
Ganó la Copa América 2011 (donde fue elegido como mejor jugador del campeonato y de la final) y era pieza fundamental en las Eliminatorias rumbo a Brasil 2014, siendo el goleador de esas Clasificatorias de la CONMEBOL con 11 goles en 14 partidos jugados.
En mayo del 2014 era operado de meniscos y dejó en vilo a todo el pueblo uruguayo que esperaba una casi milagrosa recuperación para que Suárez pudiera estar en la Copa del Mundo. Y había que creer. Como en el cuento 'Esperándolo a Tito' de Eduardo Sacheri, el mejor del equipo llegó en el momento indicado, como cada vez que pisa el área, y le marcó los dos goles a Inglaterra para que la Celeste siguiera creyendo en el Mundial.
Luego su mordida ante Giorgio Chiellini, la sanción de la FIFA, y el fichaje en el Barcelona. Con 18 años le había dicho a Lasarte que iba a jugar en el club catalán, y el técnico lo entendió como una utopía, pero es que para existen las utopías y para eso también está el afán competitivo de Suárez, para llegar a lo más alto, para competir hasta el último minuto, para hacer todo simplemente por ayudar a los suyos y cumplir sus sueños, y ganar, siempre ganar.
El primer año en el Barcelona ganó la Liga, la Copa del Rey y la Champions League conformando el inolvidable tridente con Lionel Messi y Neymar. Suárez, como en Holanda, comprendió que adaptarse al juego del equipo era fundamental para seguir ganando y compitiendo, sacó a relucir su juego posicional y se entendió perfectamente con el argentino.
Claro que nunca dejó de lado su esencia y fue uno de los grandes responsables de agregarle al gran juego del Barcelona una nueva pizca de épica, como en su primer gol clásico ante el Real Madrid donde anotó el 2 a 1 tras un pase largo de Dani Alves cuando su equipo no tenía el mejor rendimiento colectivo.
En los partidos donde los hinchas catalanes más creían que el uruguayo iba a convertir, Suárez cumplía; sus once goles al Real Madrid lo ratifican.
El uruguayo sumó 13 títulos en el Barça (cuatro Ligas, una Champions, cuatro Copas del Rey, un Mundial de Clubes, una Supercopa de Europa y dos Supercopa de España) y convirtió 198 goles en 283 partidos para transformarse en el tercer goleador histórico del club.
En agosto del 2020 recibió la llamada de Ronald Koeman, y el recientemente designado como nuevo entrenador del Barcelona le indicó que debía buscarse un nuevo equipo. El Atlético de Madrid lo incorporó y el 27 de setiembre debutó con la camiseta rojiblanca.
Desde Catalunya algunos afirmaban que ya estaba acabado, que ya no tenía nivel europeo y entonces era bastante predecible que Suárez iba a intentar demostrar lo contrario en su primer partido con el Atleti. Porque como ante Inglaterra en Brasil del 2014, hay partidos en donde se sabe que el salteño va a marcar y otra vez hay que creer porque no falla.
En ese primer partido ante Granada, el uruguayo se convirtió en el primer jugador del Atlético de Madrid que marca y asiste en su debut con los rojiblancos en LaLiga en el siglo XXI y también fue el primero en todo el siglo en anotar un doblete en su primer encuentro oficial como colchonero.
Los goles decisivos de Suárez en el Atlético de Madrid para ganar La Liga 2020/21 echaron por tierra los comentarios de que ya estaba terminado. Porque mientras su potencial físico disminuye, su entendimiento del juego sigue en continuo crecimiento y su voracidad sigue latente.
Este último aspecto lo ratificó en el segundo semestre del 2022, cuando con 35 años volvió a Nacional para prepararse de cara a su último y cuarto Mundial. Su regreso al Bolso fue todo un suceso, un hecho histórico que nació con la ilusión de los hinchas tricolores embanderados en el #SuárezANacional que luego celebraron sus goles (incluido un golazo en el clásico ante Peñarol), el Torneo Clausura y el Campeonato Uruguayo.
Su sensacional temporada 2023 con 36 años y defendiendo a Gremio en el exigente fútbol brasileño (con el Tricolor de Porto Alegre anotó 29 goles en 54 partidos) simplemente confirmó, una vez más, todas las características del hoy delantero de Inter Miami.
Defendiendo a la Celeste de ese barrio tan futbolero como el de la República Oriental del Uruguay no sólo nunca nadie convirtió tantos goles (68), sino que además es difícil encontrar a alguien tan competitivo como él. Claro que ese afán de querer ser mejor existe en otros profesionales, pero en muy pocos el sentimiento amateur ha sido su principal virtud.
Ante cada nuevo cumpleaños, el Salta parece obstinado en dejar la sensación de que aún quedan más goles, récords y títulos por conquistar.