BARCELONA -- Al cabo de cincuenta años la historia va camino de repetirse. En 1971, en la última jornada de Liga, se enfrentaron Barcelona y Atlético de Madrid en el Calderón y gracias a la derrota del Valencia en Sarrià se jugaban el título cara a cara: el ganador se llevaba el premio... Y empataron. Este sábado el Real Madrid ganó en el Camp Nou contemplando como el Barça no sabía y el Atlético no podía. Empate y todo en manos del equipo merengue.
El Barcelona que convirtió la segunda mitad del campeonato en una desesperada caza, en un despertar salvaje del que sacó provecho gracias al derrumbe del Atlético se dejó media Liga el día de la verdad. Si la derrota, impensable y dramática, contra el Granada le desconcertó, todavía le quedaba una última bala en el cara a cara con el líder, sabiendo que debería depender del Real Madrid pero convencido, o eso se esperaba, de que su victoria ante el líder le daría el empuje suficiente como para llevarse el premio final.
Nada. La nada. Si hubo un equipo en el Camp Nou que mostró ambición, determinación y ganas de ganar el partido por méritos propios, por ir a buscar ese triunfo tan necesario, ese fue el Atlético, que trató, en ocasiones, como un pelele a un Barça empequeñecido, sin rabia, sin arrestos para mostrar músculo y demostrar que es algo más que Messi.
Porque el Barça fue menos que Lionel Messi. Fue tan menos que en cuanto Sergio Busquets, conmocionado tras un golpe con Savic, tuvo que abandonar el campo a la media hora el equipo se diluyó en la depresión y solo tuvo ojos para que fuera el capitán quien protagonizase el enésimo milagro. Agarrado al 10 no pareció existir nada más. Y ese fue, como se temía y como tantas veces ha ocurrido, el peor pecado azulgrana.
Al Barça se le escapa la Liga, de no mediar un milagro, y a dos semanas de acabar la temporada renacen todas las dudas a su alrededor. Ronald Koeman, de pronto, queda en entredicho porque su equipo no ofreció ni la imagen poderosa que se le suponía y porque, probablemente, no tuvo la agilidad suficiente como para superar a Simeone en la pizarra.
Al Atlético le faltó una pizca de suerte, de acierto ante portería la tarde que Luis Suarez volvía a casa y podía dar la estocada y queda, también, en manos del Sevilla FC, suplicando porque el equipo andaluz sea capaz de frenar a un Madrid tan cansado de piernas como despierto de mente de un plumazo. Le han regalado oxígeno... De manera definitiva o no, se verá a partir de mañana.