Los registros de Griezmann en dos campañas no fueron sobresalientes, pero tampoco malos, con 35 goles y 17 asistencias en 102 partidos disputados
Antoine Griezmann llegó al Barcelona en julio de 2019 como el elegido para heredar el trono azulgrana cuando Leo Messi abdicara, pero El Principito, lejos de completar la profecía, regresa al Atlético solo dos años más tarde y con más decepciones que títulos.
Nadie podía explicarle al francés cuando puso rumbo al Barcelona que su último partido en el Camp Nou estaría adornado por pitos de la afición culé, ni que acabaría sustituido por Mingueza a cinco minutos del silbato final para mantener un escueto 2-1 ante el Getafe.
Pero la realidad poco tuvo que ver con el guion. Y es que el delantero no supo convivir con Messi en el campo durante dos temporadas ni tampoco pudo imponerse como el nuevo líder azulgrana una vez confirmada la marcha del argentino. O quizás el club ya no le consideró como tal.
Los registros de Griezmann en dos campañas y un suspiro no fueron sobresalientes pero tampoco malos, con 35 goles y 17 asistencias en 102 partidos disputados, aunque el bagaje colectivo fue muy pobre, con solo una Copa del Rey (2021) conquistada.
Lejos quedaron las ambiciones que él mismo transmitió en su presentación como azulgrana: "Acepto el reto que viene. Intentaré superarme. Quiero intentar ganar Liga, Copa y Champions, que es lo que me falta en mi palmarés", proclamó hace dos veranos.
En esas dos campañas la Liga nunca estuvo cerca para el Barça, Griezmann salió en la foto de la derrota por 2-8 ante el Bayern de Múnich en la Liga de Campeones y solo añadió a sus vitrinas una Copa del Rey, que quedará para la historia como el último título de Messi como azulgrana.
La sombra del argentino planeó siempre sobre el fracaso del francés, quien solo disputó tres partidos oficiales después de conocer la marcha del astro rosarino al PSG francés, opacado en ese breve inicio por el recién llegado Memphis Depay.
Sin tiempo para ver otra versión de Griezmann, o quizás colmada la paciencia del Camp Nou y sus oficinas, el mercado mandó y el delantero se fue por donde vino: cedido al Atlético de Madrid por dos años y con una opción de compra obligatoria.
La historia de El Principito convertido en rey azulgrana no se consumó pese a sus empeños por convencerse a sí mismo y a los demás de que podría encontrar de nuevo la versión que le hizo una referencia como rojiblanco y uno de los estandartes de la selección francesa que conquistó el Mundial de 2018.
La moraleja de la historia de Griezmann bien podría ser que lo que mal empieza mal acaba, ya que la negativa en 2018 a recalar en el Camp Nou y la manera de anunciarlo, con un documental televisado, hicieron que no cayera de pie en la capital catalana.
"Si tengo que pedir perdón a algunos, será en el campo donde lo haré", aseguró el francés en su presentación a los que dudaban de su compromiso como azulgrana.
Pero el Camp Nou, después de escrutar con minuciosidad al francés durante dos campañas, dictó sentencia a solo dos días del cierre del mercado con unos silbidos mucho más incómodos que los cantos de sirena que le llegaron desde el Wanda Metropolitano.
Si no fue fácil la aventura tampoco lo fue el final, pendiente su regreso al Atlético de Madrid de otra operación interminable con Saúl Ñíguez y el Chelsea, pero El Principito abandonó finalmente la tierra barcelonesa para volver a donde reinó.