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El Barcelona de Ronald Koeman es una pesadilla

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¡La ley del Ex! ¡Gol de Luis Suárez! (1:18)

En un contraataque mortal, Suárez recibe de Lemar, despega de Ter Stegen y marca. (1:18)

El Barcelona transita entre la indigencia futbolística, como no habría podido sospechar, y tres días después de ser atropellado por el Benfica en Lisboa vivió una nueva pesadilla en Madrid. Si por la mañana el presidente Laporta sorprendió a todo el mundo mostrando un apoyo incondicional a Ronald Koeman y aseguró que no iba a ser destituido, por la noche, los futbolistas dejaron otra vez al pie de los caballos al entrenador holandés, que asistió incrédulo, desde un palco, a un nuevo derrumbe de su equipo.

Advirtió en la víspera Koeman que uno de los mayores déficits del Barça es su falta de contundencia en ataque, la falta de definición... Pero debió recordar, también, que el talón de Aquiles lo tiene en la defensa, una defensa formada por jugadores de primer nivel que se muestra como un juguete roto, como un mal chiste, sin colocación, ni contundencia ni seguridad. Incluso Araújo, el futbolista más fiable de la zona, pasó un calvario en el Wanda, maltratado por Joao Félix e incapaz de liderar a sus compañeros de zaga, intentándolo sin más Mingueza y siendo una auténtica calamidad Piqué.

¿Culpa del entrenador? ¿Mala planificación del partido? Lo cierto es que podría decirse que Simeone le dio una lección a Koeman pero igualmente cierto es que la primera mitad del conjunto azulgrana no fue para nada un desastre. Inferior al Atlético, le plantó cara, empujado por el brío de Gavi de la mejor manera que pudo, pero siempre fue a chocar contra su impotencia a la hora de rematar a puerta, contándose apenas dos disparos del invisible Coutinho: uno que se marchó fuera, por poco, y otro que remató como un juvenil al cuerpo de Oblak.

Si no acierta en ataque el Barça, se derrite en defensa para povocar el colapso. Ocurrió en el gol de Lemar primero y se repitió, dramáticamente, en el de Luis Suárez al borde del descanso para dejar el partido visto para sentencia porque si ya le resulta una misión descomunal marcar un gol, lograr dos es poco menos que una utopía.

DECISIONES

Ante este esperpento, y tras escuchar al videpresidente Rafa Yuste asegurar que en el club "nunca nos planteamos despedir a Koeman", el reto lo tiene el entrenador holandés, que si se siente de verdad reforzado debería, deberá, responder con hechos y no solo con palabras.

El Barça, ya se ha visto sobradamente, no está preparado para enfrentarse a grandes desafíos y puede haber llegado el momento de acelerar sin disimulo el cambio de guardia, el empujón a los jóvenes que inició Koeman convertido en realidad.

La pesadilla amenaza con convertir la temporada en un drama a cada partido y solo se entendería la permanencia del entrenador revolucionando un vestuario que llama a gritos a una regeneración, necesaria y urgente a partes iguales.

Lo demás provocará que atropellos como los padecidos ante Bayern y Benfica y depresiones como la vivida en el Wanda conviertan, ya del todo, al Barça en un pelele.