Sergio Agüero, que anunció su retiro del fútbol profesional este 15 de diciembre de 2021 por una afección cardíaca, llegaba a Europa en 2006 de la mano de Atlético Madrid, en la venta más cara del fútbol argentino hasta ese entonces.
"Fue un honor disfrutar de tu fútbol vistiendo la rojiblanca", publicó este miércoles el Atlético de Madrid, el inicio de todo para Sergio 'Kun' Agüero en Europa, cuando apenas era un crío en el verano de 2006 y desde donde despuntó para alcanzar todo lo que es ahora, protagonista de 101 goles en cinco años en el club, comparado incluso por la belleza de su fútbol con "una visita al Museo del Prado" e impulsor indispensable del resurgimiento europeo en 2010, pero también de una salida traumática que lo ensombreció todo, incluso sus dos títulos.
Nadie intuía el 21 de mayo de 2011 en el estadio de Son Moix contra el Mallorca, en el triunfo por 3-4, en la última jornada de aquella Liga (siete meses más tarde comenzó la era Simeone) cuando superaba el centenar de tantos con el conjunto madrileño, entrenado entonces por Quique Sánchez Flores, cuando el equipo ni se acercaba ni se imaginaba el presente que tiene ahora, que aquel iba a ser su último partido con el Atlético. Su despedida inesperada. Lo fue.
El 23 de mayo todo se desencadenó hacia el final de su historia con el equipo rojiblanco. Por la tarde, acudió al estadio Vicente Calderón junto a su padre, Leonel, y dos de sus agentes, para solicitar y escenificar su salida de la entidad. Aún tenía contrato por tres años más, hasta 2014. Por la noche emitió un comunicado que recorrió cada noticiario: 'La hora de partir'.
"He dicho tiempo atrás que cuando quisiera irme lo diría públicamente. Y ese momento ha llegado. Por eso cumplo con mi palabra y aquí estoy. Me resulta difícil dejar el Atleti. Me duele y me entristece. Pero no me resulta difícil explicar por qué lo hago (...). Estoy convencido que debo ser fiel a mí mismo. Creo que no debo ponerle un techo a la posibilidad de seguir aprendiendo y creciendo. Después de cinco años intensos, una etapa personal ha terminado y tengo que darle paso a una nueva", reflexionó.
"El tema fue hablado y consensuado con el Atleti el año pasado en ocasión de la renovación de mi contrato (por tres años más y anunciado oficialmente en enero de 2011, cuatro meses antes del comunicado). Quise firmar, renovar, como una forma de devolver al club y a todos los colchoneros todo lo que me han dado. De no haberlo hecho, hubiera quedado en libertad de acción (el 30 de junio de 2012) y la institución no hubiera percibido dinero alguno por mi traspaso. Tuve entonces la promesa del club de que no pondría impedimentos a una eventual partida mía en junio de 2011. Por eso, atento a ese compromiso y en vista de mi decisión indeclinable, le he pedido que escuche sin condicionamiento alguno las ofertas que puedan llegar de distintos clubes", expresó.
"Sólo hay una opción de que salga, que venga un club que abone el importe íntegro de su cláusula de rescisión y que no sea el Real Madrid", contestó Miguel Ángel Gil Marín, el consejero delegado del club, el mismo que viajó a Argentina cinco años antes para fichar a un chico de 18 años al Independiente de Avellaneda argentino que desbordaba, goleaba y aventuraba un futuro esplendoroso en el fútbol español y en Europa.
Eran tiempos convulsos en el Atlético, tan lejos de su historia como tan necesitado de reencontrarla. Un equipo que ni se acercaba a la Liga de Campeones ni era capaz de jugar la Copa de la UEFA, habituado a intentar disputarla a través de la desaparecida Intertoto y relegado a posiciones menores de la clasificación, separado del 'grande' que siempre fue.
Con él, con Diego Forlán y con otros muchos compañeros, se impulsó de nuevo, ni tanto como ahora ni tanto como fue en el pasado, pero al menos surgió de la nada para ser algo más que octavo o noveno en la tabla, para recuperar un sitio en la Liga de Campeones (con él la jugó dos años, en 2008-09 y 2009-10) e incluso para sentirse de nuevo campeón continental: ganó la Liga Europa en Hamburgo en 2010, en la prórroga de la final, contra el Fulham. No habría llegado hasta ahí de no haber sido por el Kun. .
Y, después, conquistó la Supercopa de Europa frente al Inter en el estadio Luis II de Mónaco, con un gol suyo -el otro fue de José Antonio Reyes-, en una doble explosión de júbilo entre la hinchada del Atlético que no fue más allá de aquella temporada. Ese mismo curso volvió la crisis, la intranscendencia, las posiciones menores, las eliminaciones europeas...
Y la salida del Kun: 232 partidos oficiales, 101 goles (74 de ellos en la Liga, el primero de todos el 17 de septiembre de 2006 en el triunfo por 1-4 en San Mamés contra el Athletic Club, con el mexicano Javier Aguirre como entrenador) y dos títulos después.
"Agüero me recuerda a Romario, pero él presiona y participa más en el juego del equipo. Ver a Agüero es como visitar el Museo del Prado. Su manera de regatear no se aprende. Es innata", decía el técnico Anatoli Byshovets cuando su exequipo, el Lokomotiv Moscú, quedó asombrado por el Kun, en 2007-08, en la Copa de la UEFA, cuando daba sus primeros pasos por el Atlético y el fútbol europeo, cuya dimensión ha sido incontestable.