BERLÍN (Enviado especial) – Ahí va España, a saltar los carteles de publicidad para romper el fuerte cordón de seguridad y celebrar cerquita de su gente. No hay barreras para detener semejante felicidad, como tampoco hubo ningún rival que le pudiera hacer sombra en esta Eurocopa 2024.
En el Estadio Olímpico de Berlín festeja el merecido campeón. El que ganó sus siete partidos. El que desplegó el mejor fútbol. El que se fortaleció con las críticas y transformó la desconfianza en el combustible necesario para armar un plantel ganador.
Saltan Lamine y Nico como chicos, porque son chicos. Pero chicos gigantes, capaces de llevar sobre sus hombros la responsabilidad ofensiva del máximo ganador histórico de la Eurocopa. Yamal, el dueño de todos los récords y autor de un golazo en la semi contra Francia, elegido como el Mejor Futbolista Joven del certamen.
Luis de la Fuente armó un mix perfecto y los supo cobijar con la experiencia de Álvaro Morata, Jesús Navas, Dani Carvajal y compañía. Rodri tiene 28 años, pero se desenvuelve como si tuviera una década más. Hace un támdem perfecto con Fabián Ruiz. No solo juega y distribuye como los dioses, habla y ordena. Desgraciadamente para él y para el espectáculo, el premiado como Mejor Jugador de la Euro tuvo que salir en el entretiempo de la definición.
Después de la premiación en el escenario, Marc Cucurella y Dani Olmo toman el trofeo y se lo ofrendan al público. De la misma manera que cargaron la Copa, dieron un paso al frente cuando nadie los tenía en el radar. El lateral de Chelsea se ganó el lateral izquierdo y el corazón de todos los aficionados, que le valoran la forma de brindarse y adoptaron la peluca de rulos en el outfit diario. En cuanto al mediocampista de Leipzig, ingresó por la desafortunada lesión de Pedri y le hizo honor al 10 que lleva sobre la espalda. Con 3 goles fue el máximo artillero del campeón.
Esta vez no hubo milagro para Inglaterra
Jude Bellingham se recuesta sobre el césped en busca de explicaciones. Se sienta, con la cabeza entre sus rodillas, y no encuentra consuelo. Pickford, de atajadas brillantes ante Yamal, se tapa la cara. Palmer observa atónito desde el banco y Cucurella, su compañero de Chelsea, lo viene a saludar. Inglaterra se ilusionó con romper el maleficio y al final, sumó otra decepción.
El conjunto de Gareth Southgate llegó a su segunda final consecutiva contra todos los pronósticos. Lideró su grupos con más dudas que certezas y la reprobación de su público. La chilena sobre la hora de Bellingham y gol de Kane lo rescataron frente a Eslovaquia, Saka también forzó la prórroga cerca del final y el ingresado Watkins le dio el pasaje a la final. Sí, otra vez sobre la hora.
Después de un primer tiempo que solo tuvo una volea de Foden que contuvo Unai Simón, Nico Williams aprovechó la cesión de Lamine Yamal para cruzar su zurdazo a la red. La Roja perdonó el segundo, el ingresado Cole Palmer lo empató con un zurdazo desde afuera y se ilusionaba con otro milagro.
Hasta que a los 86, el árbitro francés Letexier abrió las piernas a tiempo para dejarle la pelota a Dani Olmo, quien se la cedió a Mikel Oyarzabal. El de Real Sociedad abrió a la izquierda y fue con confianza al área. El centro preciso de Cucurella lo dejó debajo del arco para el gol del triunfo y de la cuarta consagración en el máximo certamen de Selecciones del Viejo Continente.
Por esas cosas del destino, el “We Are The Champions” de Queen se le sigue negando a Inglaterra. España, el dueño del fútbol en Alemania, lo canta con pasión. Por su presente, por su futuro con Lamine y Nico, y por un estilo que no traicionó nunca, lo tiene más que merecido. Salud, campeón.