BARCELONA -- España jugará el lunes frente a Croacia, en Copenhague, el quinto partido de unos octavos de final de la Eurocopa (que estrenará el sábado el duelo entre Gales y Dinamarca) a los que acudirá el equipo de Luis Enrique con el ánimo tan renovado como revolucionado.
De la duda a la euforia, los cinco goles con que aplastó a Eslovakia en Sevilla provocaron una catarsis alrededor de una selección que sin ser favorita al título sí se ganó el derecho a ser considerada candidata al sueño.
Afirmó el entrenador español que esperaba el momento en que se descorchara la botella, que saltase el tapón y se pudiera ver, por fin, que el plan era el adecuado. Sin gol no hay sonrisa, ni victoria ni, por supuesto, futuro. Tampoco ánimo ni confianza... Y es por ello que a la que se rompió el maleficio ese tapón invisible saltó por los aires para devolver toda la fe.
España pasó ronda con grandeza. Después de sufrir contra Suecia y atascarse frente a Polonia, encaró el duelo ante Eslovaquia con los puñales de la crítica preparados para saltar sobre el seleccionador. Media hora antes del partido se escuchaban en la radio críticas a la presencia de Aymeric Laporte y Sarabia en el once y, curiosamente, fueron ellos los que encaminaron el triunfo. Con el disparo del delantero para que el meta eslovaco acabase metiéndose el balón en su meta y con el remate del central para conducir el partido al 2-0 del descanso.
Aliviado y feliz, el equipo español demostró tener mucho más crédito que el otorgado por algunos a priori. Una selección en renovación, buscando encontrar su mejor pasado en el futuro y viviendo un presente que sabe de tránsito, pero que no por ello descarta la felicidad de sumar victorias de indiscutible prestigio como la conseguida este miércoles en Sevilla.
Subcampeona mundial en Rusia y liderada por un veterano de oro que responde por el nombre de Luka Modric, Croacia será el lunes un auténtico hueso para la selección española. Puede, incluso, que deba considerarse ligeramente favorito al equipo balcánico, veterano, competitivo y consistente, pero en el escenario se adivina un encuentro de alto voltaje, competido y al que llegará el conjunto español con todo el ánimo.
Aquellos que afilaban sus cuchillos y llegaron a condenar antes de hora a Luis Enrique deberán guardarse las ganas. Por lo menos hasta el lunes. Y, de momento, admitir que esta España tiene el crédito suficiente como paa hacer soñar a su afición.