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España se rebela contra la fatalidad y sale con el puño en alto

BARCELONA -- España, al cabo de nueve años, volverá a jugar los cuartos de final de un gran torneo. Desde 2012 que no disfrutaba la Roja de una jornada tan feliz como la de este lunes en que consumó su última vendetta ante la Croacia que la dejó fuera de la final four de la Liga de Naciones en noviembre de 2018 y la recolocó entre los ocho mejores equipos del continente. Sufrir y disfrutar, dominar y pelear... Pero nunca bajar los brazos. Este se podría decir que es el adn impuesto por Luis Enrique a la selección.

Si el futbol es un estado de ánimo, el de España es sobresaliente. En otra situación el error, garrafal, de Unai Simón que permitió avanzarse a los croatas habría hundido al equipo español. Había disfrutado ya de dos ocasiones claras de gol... Y encajado uno chistoso sin que Croacia necesitase ni rematar a puerta. Ahí, en ese momento, se comprobó el carácter impueso por Luis Enrique a esta selección.

España se rebeló contra la fatalidad y creyó en sí misma sin necesidad de cambiar su libro de estilo. El empate de Sarabia, tras una serie de rebotes, rechaces y dificultades, lo mostró por la calma con que disparó el jugador del PSG. El de Azpilicueta, que redondeó un partido soberbio, fue la demostración de la fortaleza física... Y ser capaz de remontar moralmente el empate croata en tiempo añadido, digno del mayor de los elogios.

Convirtió el drama de la prórroga en una fiesta, la fiesta de Morata, tan señalado en días pasados y tan feliz de ser quien recuperó el pulso con su gol, golazo. Y la fiesta del seleccionador, quien supo retocar el equipo en los momentos determinantes. Dani Olmo primero, Oyarzabal después. Y toda la selección, de principio a fin. Del chistoso autogol que dejó tocado, pero para nada hundido, a Unai Simón, a la rebelión y felicidad final.

Si el futbol, dicen, es un estado de ánimo el que ha impuesto Luis Enrique a la selección ha echado por tierra, de momento, los malos augurios que se le insinuaron. Desde el momento en que el entrenador asturiano dio a conocer la convocatoria para la Eurocopa y en la lista ni aparecía Sergio Ramos ni, por primera vez en la historia, ningún jugado del Real Madrid la presión alrededor del vestuario hispano fue en crecimiento.

Los sucesivos empates contra Suecia y Polonia, la evidente falta de gol, los fallos desde el punto de penalti y las dudas que expresaba y proclamaba la crítica no desalentaron a una plantilla a la que mantuvo unida el seleccionador sin variar un ápice sus planteamientos, cambiando lo justo el equipo para recomponer la ambición y evidenciando que, sin formar parte del pelotón de los favoritos, tiene el crédito suficiente para entrar en la terna de los candidatos.

Eliminada la campeona Portugal y derrumbados los Países Bajos, el torneo ha ido evidenciando el riesgo que supone dar por sentado un favorito absoluto por encima de los demás. La Alemania que se exhibió en su estreno ante Portugal se la jugará este martes contra Inglaterra después de rozar la tragedia y pedir la hora frente a Hungría; la Italia que completó una fase de grupos magnífica acabó sufriendo ante el empuje austriaco y la Dinamarca que debutó con el susto de Eriksen y fue dada por eliminada el primer día, sentenció el sábado su clasificación a cuartos atropellando a Gales en un partido soberbio...

La inexperta España, en la que hasta 17 de sus futbolistas son debutantes en una fase final y que apenas mantiene a Sergio Busquets y Jordi Alba de una vieja guardia que conoció el sabor del exito hace ya cerca de una década, ha mostrado a través del liderazgo de Luis Enrique estar en el buen camino.

Se desmelenó contra Eslovaquia, descorchó el tapón anunciado por el entrenador y tan animada como insistente e impetuosa cerró la puerta a los agoreros que dibujaban (quizá deseándolo) un nuevo fracaso. Croacia, subcampeona del mundo, la obligó a correr sin descanso. Fue capaz de igualar un 1-3 impensable y le mostró todo el colmillo. Pero esta España está encantada con el sufrimiento. Y entregada a una misión.

Acabó por ser Morata, tan criticado, y hasta insultado, en días pasados quien redondeará el éxito. El éxito de una selección que convirtió ese sufrimiento, y hasta depresión, de la pròrroga en una fiesta.

España estará en cuartos de final. Lo mereció...