Italia no olvida de dónde viene y sabe hacia dónde va. Desde que el 14 de mayo de 2018, meses después de que Suecia la eliminase en el play-off de respesca para el Mundial de Rusia y la dejase fuera de una gran cita por primera vez desde la Eurocopa de 1992, confirmase a Roberto Mancini al frente de la selección, la azzurra ha convertido cada partido en una prueba y cada resultado en una confirmación de una nueva personalidad que sin necesidad de romper con el pasado asalta el futuro con bríos renovados.
Italia se presentará este domingo en Wembley con el convencimiento que le otorga la historia, para nada sintiéndose una convidada de piedra en la fiesta inglesa y presentando unos números ante el combinado de Gareth Southgate que frenan cualquier síntoma de euforia británico.
De ocho enfrentamientos en partidos de competición, Inglaterra solo se impuso en uno, por cinco victorias italianas y dos empates, uno de los cuales, en los cuartos de final de la Eurocopa de 2012, acabó con triunfo de la azzurra en la tanda de penaltis.
De aquel encuentro que se disputó en Kiev permanecen en el escenario Bonucci, Chiellini y Henderson y si el mediocampista del Liverpool se entiende como una de las piezas de recambio en el esquema de Southgate los dos centrales italianos son clave en los planteamientos de Mancini: el pegamento entre el pasado y el futuro.
Rejuvenecida, ansiosa, alegre y ofensiva, Italia es probablemente la selección que más ha sorprendido por su cambio durante esta Eurocopa... Y a la vez la que mejor ha sabido adaptarse al sufrimiento y mutar de improviso para volver a ofrecer aquella imagen ancestral de equipo defensivo, uraño y peleón que le dio tantos éxitos en el pasado.
Lo supo hacer ante Bélgica en los cuartos de final y lo llevó al máximo en las semifinales ante España: si antes de enfrentar al equipo de Luis Enrique se especulaba con la posibilidad de que quisiera discutirle la posesión del balón, apenas comenzar el partido supo retomar un papel prácticamente desconocido en el torneo pero que conoce de memoria. Y en ese escenario nadie como Bonucci y Chiellini para convertirse en los líderes indiscutibles.
Inglaterra presenta candidatura con el indomable, y hasta furioso, Harry Kane, máximo anotador histórico de la selección en fases finales con diez goles y que se desatascó con exhuberancia ante Alemania, Ucrania y Dinamarca. Inglaterra se repite a sí misma que tiene la mejor selección de los últimos 25 años y que en Wembley no puede fallar como no falló en la única final que disputó en el mismo estadio (el antiguo), recordando la final del Mundial de 1966 en que venció a Alemania.
Pero Inglaterra se enfrentará a una Italia que tras tocar fondo en noviembre de 2017 se ha convertido en una máquina exquisita y engrasada a las órdenes de Roberto Mancini: 33 partidos invicta y 13 victorias consecutivas hasta el empate frente a España que desembocó en triunfo a penalties.
Con esos números, ¿alguien puede dudar de la azzurra?