La semana pasada, tras 111 días en el cargo, Marco Giampaolo dejó de ser oficialmente el entrenador del AC Milan.
El glorioso club lombardo daba así la puntilla a un entrenador que llegó en verano con muchas ganas desde la Sampdoria para reemplazar a Gennaro Gattuso, pero que rápidamente vio que esta no sería la temporada de los rossoneri.
Acusado por las restricciones con el FIFA Fair Play, el club ahora manejado por Paolo Maldini y Zvonimir Boban, quedó fuera de la UEFA Europa League, lo que en principio se vendió como algo bueno, pues daría pie a poder fichar jugadores de más valor al no tener que acatarse al límite establecido de inversión.
Sin embargo, tras años de descenso claro en lo que a competitividad se refiere, son pocos los jugadores dispuestos a ponerse la camiseta milanista si tienen otras opciones, por lo que Giampaolo no fue capaz de conformar un equipo de la talla necesaria para volver a pelear por los puestos altos de la tabla en la Serie A.
Lo del técnico nacido en Suiza parecía la crónica de una muerte anunciada, más aún cuando quedó claro desde la pretemporada que sus jugadores no captaban el mensaje y ni se acomodaban al sistema que pretendía implementar. No se podrá decir que Giampaolo no lo intentó, pues probó con una defensa de tres, con dos líneas de cuatro, e incluso con el famoso “árbol de navidad” que tan buenos éxitos brindó a Carlo Ancelotti, pero nada acabó por funcionar.
Ahora la llegada de Stefano Pioli se ha recibido con escepticismo. El entrenador parmesano es un hincha declarado del Inter de Milán, el gran rival -como también lo era Giampaolo- lo que enfureció a los aficionados. Además, no tiene un currículum que invite a pensar que pueda llevar al AC Milan a la cima.
Una larga carrera por clubes de las categorías inferiores italianas, o como mucho de media tabla en la Serie A, salpicada por sus periplos en la Lazio o en un Inter de entreguerras, es todo lo que tiene que ofrecer Pioli a la afición rossoneri. En los últimos dos años, dirigió a la Fiorentina, y el año pasado estuvo cerca de caer al pozo de la Serie B con los violas.
Para rizar más el rizo, la estadística dice que Pioli tiene un porcentaje de victorias paupérrimo en sus 630 partidos como entrenador. Sólo un 36 por ciento de las veces que ha dirigido a un equipo ha sido capaz el italiano de cantar victoria, algo que se traduce en una pobre mentalidad perdedora que no casa para nada con el lustroso pasado de la entidad milanista.
Como, además, la plantilla deja mucho que desear esta temporada. Pioli está en una situación complicadísima de cara a lo que resta de temporada. La directiva ya se está moviendo para dar un par de opciones en forma de nuevos fichajes al técnico, pero la moral en el club está por los suelos, sobre todo al ver la situación económica.
Taison, del Shakhtar Donetsk, Ivan Rakitic, que está prácticamente apartado en Barcelona, o un viejo objetivo como Ozan Kabak, que finalmente fichó por el Schalke 04 donde no está teniendo suerte ni minutos, son algunos de los nombres que ya están saltando en los medios de comunicación. No obstante, será difícil encontrar el músculo financiero para llevar a cabo alguna o varias de estas operaciones.
Por lo tanto, y pese a que hace apenas unos días que Pioli llegó al club, su futuro no pinta para nada bien.