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Caso Catita Domínguez: Es insultante y cómplice el silencio de Cruz Azul, Liga MX y FMF

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'Cata' Domínguez podría ser sancionado por parte de la Comisión Disciplinaria (1:33)

Esto luego de las imágenes difundidas por el jugador de Cruz Azul en una fiesta infantil donde se involucró el tema del narcotráfico. (1:33)

LOS ÁNGELES -- Había que darles tiempo. El tortuguismo mental y la burocracia emocional son sellos de los directivos, en general, del futbol mexicano. Pero, no, no reaccionaron. Ni Cruz Azul, ni la Liga MX ni la Federación Mexicana de Futbol. No es estulticia, es miedo. Y el miedo, paraliza.

La fiesta cumpleañera organizada por Julio César Domínguez, con la temática de enfrentamientos entre grupos de narcotraficantes, y en la que, obviamente, aparecen involucrados menores de edad, no despertó ninguna reacción ni en el club, ni en los organismos encargados de vigilar y custodiar al futbol mexicano. El tan cacareado Código de Ética termina ridiculizando la pusilanimidad misma de Mikel Arriola y Yon de Luisa.

Claro, tampoco reaccionaron los propietarios del resto de los clubes. Todos ellos, equipos y FMF, émulos fantoches de Poncio Pilato. Se lavaron las manos arrojando a Barrabás a la turba de las redes sociales y los medios. El silencio cómplice es la cara anónima del cobarde.

Cata Domínguez primero ofreció disculpas públicas. Después explicó a su club, a escondidas, en susurros, que la idea no había sido suya, sino de un amigo. El Síndrome de Pinocho en Cruz Azul. Equivale a aquello de José de Jesús Corona tras aquella agresión a un parroquiano en un bar de mala muerte: “No fui yo, fue mi primo”.

Si no estuvo de acuerdo, por qué entonces Domínguez ostentó en redes sociales, con fotos y videos, la recreación de una parodia, sobre una realidad que hiere, que ensangrenta y que enluta al país.

Si no estaba orgulloso de semejante festejo a su prole, ¿para qué regocijarse y ufanarse públicamente de ello? Cuando vas por la vida con un apodo como “Catita”, como homenaje a otro defensa de medio pelo, ya es un autodeterioro personal.

Hay una proclama mediática para que Domínguez sea echado de Cruz Azul. Nadie, excepto los involucrados, tiene derecho a disponer del trabajo de otro. Pero es imprescindible ejercer una sanción, más allá, insisto, de los lamentables y timoratos silencios del club, la Liga MX y la FMF.

Evidentemente la inacción de las tres partes, Cruz Azul, Liga MX y la FMF, es abominablemente peligrosa. Manda una señal equivocada, e inequívoca, de que todo está bien, de que todo fue correcto. Su parsimonia termina por prohijar y alentar este tipo de acciones como el festejo del Cata Domínguez a su hijo.

¿Qué hacer? Primero pronunciarse, después, suspender al jugador, someterlo a terapia y urgirlo a difundir un mensaje opuesto, incluso, con acciones definitivas, como aportar trabajo social y ayuda financiera, a las víctimas, por ejemplo, de los civiles y los soldados fallecidos en Sinaloa. Pero, todos, todos estos bufones émulos de Poncio Pilato carecen de empatía y de sesera.

Pero, recuerde Usted, que en el futbol mexicano se es juez y parte. ¿Recuerda los casos de racismo del Pikolín Palacios y Darío Verón? Una nalgada de Pumas, de la FMF y del Consejo Nacional de Prevención contra la Discriminación (Conapred).

Cuando a Marco Fabián de la Mora se le ocurrió festejar un gol con un simulacro de ejecución al Venado Medina, Chivas sí actuó. Jorge Vergara (QEPD) los multó con 100 mil pesos a cada uno, y además, el equipo aportó 800 mil pesos para una donación total de un millón de pesos al Fondo de Atención a Niños Víctimas de la Violencia en Ciudad Juárez. Sí, pero ni la directiva fantasma de Cruz Azul, ni Arriola, ni De Luisa, tienen las neuronas ni las hormonas de Vergara.

El daño ya está hecho. El festejado, el pequeño, ha recibido un mensaje perturbador: elige el crimen como forma de vida. Gravísimo. Ha sido además expuesto al bullying de su entorno, lo cual es igualmente execrable. Ese será el castigo más duro de semejante imprudencia.

Lo grave es que el caso de Domínguez no es un bochorno aislado de la impreparación, la estulticia y la inconsciencia del jugador de futbol, aquí sí, sin generalizar. O cómo olvidar los videos de los jugadores del América, encabezados por Nico Benedetti y Roger Martínez; los casos de Joao Malek y Renato Ibarra; los escenarios de Chivas, desde acusaciones de violencia sexual, el pasaje de la podóloga, hasta las fiestas de Edwin Cardona en Monterrey; la tolerancia del Tuca Ferretti a las recurrentes agresiones de Danilinho a sus parejas; o las propias parrandas de selecciones mexicanas. Recuérdese, por ejemplo, que, de acuerdo con el Código de Conducta, por la fiesta en Las Lomas, previa al Mundial de Rusia, todos los jugadores de la selección mexicana debieron ser castigados y suspendidos, pero entonces cómo acudir al certamen.

Vaya, en algo actualizado: la oferta más seria para adquirir a Querétaro viene de representantes y prestanombres de Billy Álvarez Cuevas, exdirigente de Cruz Azul, prófugo de la justicia, y que como suele ocurrir en México, todos los involucrados saben dónde está, pero nadie se atreve a detenerlo.

En su carta de disculpa, Domínguez se muestra arrepentido, pero no por organizar la fiesta bajo esa temática, sino por haber subido fotos y video a sus redes sociales. Es decir, no se arrepiente de lo hecho, sino, solamente, de haberlo hecho público. Y lo peor, es que la tal misiva, se la escribieron al Catita entre las mentes más brillantes de La Máquina.

Así pues, al paso de los días, y ante la inercia compulsiva del miedo, ni Cruz Azul, ni la Liga MX ni la FMF se han manifestado. Y no es estulticia, es miedo, el de estos bufonescos émulos de Poncio Pilato.