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Uriel, la luz en las tinieblas del Tri de Tata Martino

CHARLOTTE -- No tiene ídolos. Ni modelos a seguir en el futbol. Tiene un referente: Cristiano Ronaldo. Pero, amo de sus defectos y virtudes, elige ser el Quijote de sus propios molinos.

“Nunca he tenido un ídolo en el futbol, como tal. Pero me agrada la forma de jugar de Cristiano Ronaldo y su personalidad”, explica Uriel Antuna, el jugador de 22 años que irrumpió en la selección mexicana dentro de la Copa Oro, haciendo goles y fabricándolos.

Uriel, en hebreo, significa: “La llama de Dios” y “Él es luz”. Como sea, en las tinieblas de tantas lesiones en el Tri, él, Uriel, llegó a iluminarle el camino a Gerardo Tata Martino y al ataque mexicano.

De la cuna de Santos Laguna, con la beca en el Groningen de Holanda, se convierte en el jugador prospecto del Galaxy de Los Ángeles, donde tiene los pies bien puesto sobre la tierra, pero sin anclas ni lastres.

“No sé cuánto tiempo seguiré ahí. Tengo contrato, quiero cumplirlo, quiero agradecerle al equipo la confianza, y el tiempo dirá”, asegura Antuna, quien con tres goles a Cuba y un cupón de gol a Andrés Guardado ante Canadá ha pisado fuerte con el Tri de Gerardo Martino.

--¿Ya te cayó el veinte de lo que estás viviendo?

“Ja, ja, ja. Sí, estoy consciente de que estoy con mi selección nacional, que tengo responsabilidades claras y que también tengo una gran oportunidad y debo aprovecharla”, explica.

Asegura que no ha habido pánico escénico. Que la atmósfera peculiar del Tri ni lo ga absorbido ni lo ha inhibido. Por el contrario.

Lo disfruta, pero el entorno de la selección no lo somete. Ni en el vestuario. Ni los entrenamientos. Ni recibir su primera camiseta del Tri Mayor. Ni recibir atención personalizada de Martino. Ni salir a la cancha. Ni escuchar el Himno de México retumbar en 65 mil gargantas en el Rose Bowl de Pasadena.

Ni lo trastornó hacer el primer gol a Cuba. Ni el segundo. Ni el tercero. Ni reventarle la osamenta con doble amague de figura taurina, a Alphonso Davies, el canadiense orgullo del Bayern Munich, antes de entregarle el balón, ornamentadito de gol a Andrés Guardado.

“No, todo se ha venido muy rápido, pero lo estoy viviendo, lo estoy disfrutando y hay mucha gente a mi lado. Desde las primeras convocatorias, desde selecciones menores, siempre me han ayudado a adaptarme rápidamente”, asegura Antuna.

Desde ese cuerpo esmirriado, con esa estampa semiencorvada, que sin embargo yergue en la cancha al amenazar al contrario, se detiene en la zona mixta después del juego ante Canadá, cuyas estadísticas dicen que entregó 20 balones y lo hizo correctamente en esas 20 ocasiones, y justo así trata de responder cada interrogante.

Y Uriel Antuna mira fijo al interlocutor. Escudriña la pregunta y al que lo interpela. Habla de corridito y trata de eludir lugares comunes. Es igual que en la cancha: hace simple con el balón lo que termina siendo complejo para el rival.

Incluso habla de su paso por el Groningen. Subraya que las cosas no le salieron como lo deseaba. Sus metas de minutos y de cancha no se cumplieron. Entendió el mensaje: había que ser mejor en varias cosas.

Escucha, atiende y entiende. Una actitud sabia para el que a los 22 años ignora tanto del futbol. Especialmente cuando el destino juega con la mano siniestra el destino de otros, y el de él con la mano diestra.

--Estuviste a punto de quedarte fuera de la Copa Oro…

“Sí. Y me enteré por todos lados que me quedaba antes de que me lo dijeran. No es lo mejor tener la oportunidad porque un compañero se lesiona, uno no quisiera nunca eso, pero por eso trato de aprovechar el momento, por el compañero que no pudo estar y por mí mismo”, explica Antuna.

Tras su actuación ante Canadá, Tata Martino fue puntual: “Le voy a recomendar (a Antuna) que no lea, que no escuche, que no se entere de lo que ustedes (los medios) digan”.

El técnico del Tri quiere aislarlo de ese canto pernicioso –a veces—de las sirenas del exitismo y el triunfalismo. “Nosotros lo vamos a cuidar (al interior de la selección) y espero que ustedes hagan lo mismo”, dijo Martino en esa conferencia de prensa.

Pero Antuna se ha metido en un caparazón de coherencia. “Lo que se hizo ante Cuba y Canadá de nada sirve si no lo hago en cada juego”, puntualizó desde el fondo de esos ojos particularmente ladinos, de esos que callan más de lo que dicen, porque sabe que sus silencios fortalecen sus hechos y sus hechos fortalecen sus silencios.

Tata Martino sabe que tiene un diamante en bruto, pero en esa veintena de entrevistas el miércoles por la noche, demostró que tiene muchísimo más de diamante que de bruto.