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Las Eliminatorias sudamericanas llegan a un apasionante final después de un camino en el que la irregularidad fue la norma

La irregularidad caracterizó a las Eliminatorias ESPN.com

Se dice, como un lugar común dotado de incuestionables argumentos, que las Eliminatorias sudamericanas son uno de los campeonatos más difíciles del mundo. La paridad, las dificultades geográficas y la extensión son algunas de las razones de esta sensación que se construyó desde la implementación de este sistema, en 1998. Sin embargo, la lucha por la clasificación nunca fue tan peleada como hoy, tal como queda claro en esta nota que repasa la evolución de cada equipo en el camino.

Entonces, a falta de solo dos jornadas para el final, no se pueden dar certezas absolutas como en otras ocasiones. Todo puede ocurrir, así nos enseñaron estos largos y extenuantes meses de competencia.

Esta fase de clasificación de la Conmebol sufrió la pandemia tanto como el resto del mundo. El inicio estaba previsto para marzo de 2020, pero finalmente comenzó en octubre de ese año. Y lo hizo sin público y con el covid 19 como indeseable protagonista. Solo cuatro partidos jugaron las selecciones del continente en 2020, el número más bajo de las últimas décadas. Al año siguiente, sucedió todo lo contrario: con la Copa América, varios equipos disputaron 17 encuentros oficiales.

Esa inconsistencia se trasladó a todos los órdenes. A falta de cuatro jornadas para el final, solo cuatro puntos separaban al cuarto del noveno y hoy, aunque el panorma está más claro, todavía hay cuatro equipos en la lucha por dos puestos. Más allá de la gran diferencia que sacaron los ya clasificados Brasil y Argentina, la irregularidad fue tal que no conviene hacer afirmaciones temerarias ni siquiera con la tabla como referencia.

El formato de todos contra todos hace fácil la comparación y permite buscar conclusiones actuales en el pasado, pero las Eliminatorias rumbo a Qatar han sido muy singulares y quizás ese ejercicio sea menos provechoso de lo habitual. Todos los participantes han pasado por todos los estados de ánimo y eso fue lo que marcó esta competencia.

Si hay una palabra que define a este proceso clasificatorio, es irregularidad. Con la notable excepción de los dos finalistas de América, que desfilaron de forma llamativa desde el comienzo, se mantienen invictos y merecen su análisis particular, ninguno de los demás seleccionados logró encontrar un funcionamiento confiable jamás. Y por esa razón es imposible aventurar un posible desenlace.

Solo Ecuador consiguió una cantidad de triunfos que le permite llegar a la última fecha doble casi clasificado. Le lleva cuatro puntos al quinto y con sumar al menos una unidad estará en Qatar. De todas maneras, su buena cantidad de puntos tiene más que ver con resultados aislados que con una propuesta sólida y constante. Tuvo un gran comienzo, con goleadas sobre Uruguay y Colombia y un triunfo en Bolivia. Esas tres victorias en las primeras cuatro fechas le permitieron plantarse en el podio y allí logró mantenerse, a pesar de perder con Perú en Quito y con Venezuela, por ejemplo.

El equipo de Gustavo Alfaro sí hizo algo que no hicieron los demás: aprovechó su mejor momento y mostró apetito ofensivo cuando más lo necesitaba. Con 25 tantos a favor, es el segundo conjunto más goleador del torneo detrás de Brasil y además tiene una diferencia de gol que puede contarse como un punto más en la tabla. Además, mostró autoridad en los últimos encuentros: sumó 12 puntos de 18 y lleva seis sin perder. Encontró respuestas individuales y colectivas cuando otros las perdieron.

Más abajo en la tabla está el infierno competitivo. Y la irregularidad total. Colombia estuvo séptima, luego cuarta y hoy otra vez séptima. No gana ni hace goles desde hace seis fechas y solo tiene 3 victorias. Perú estaba penúltimo en la jornada 12, pero ganó dos encuentros consecutivos, logró 10 de los últimos 12 puntos y hoy está en zona de repechaje y con el ánimo en alza. Al revés de Chile, que después de caer al octavo puesto durante buena parte de la competencia había llegado al cuarto lugar pero luego cayó al sexto tras perder con Ecuador y Argentina en Santiago. La victoria en La Paz le da una mínima esperanza.

Uruguay estuvo entre los primeros cinco durante casi todas las Eliminatorias e incluso llegó a la mitad en el podio. Luego sufrió cuatro derrotas consecutivas, cayó de forma abrupta a la séptima colocación y se quedó sin Oscar Tabárez. Pero ganó los últimos dos encuentros y quedó muy cerca de Qatar, aunque deberá ganarle a Perú en Montevideo.

Bolivia, Paraguay y Venezuela ya no tienen posibilidades, pero en diversos momentos se ilusionaron con empates de local contra Argentina, triunfos por goleada sobre Uruguay y victorias contra Ecuador. Están eliminados, aunque supieron generarle problemas a los clasificados.

Los datos son incuestionables. Los sucesivos ascensos y los descensos en la tabla no tienen que ver solo con los fríos resultados, sino que son consecuencia de diferentes deficiencias futbolísticas. Todos los equipos en cuestión han sufrido diversos problemas desde los cuales se ha originado su irregularidad.

Uruguay ha sido una verdadera incógnita. Tan mala fue su campaña que precipitó la salida de Tabárez mucho antes de lo deseado. El rendimiento fue tan pobre que, sumado a la falta de resultados, obligaron a un cambio inesperado. La llegada de Diego Alonso renovó los ánimos y los seis puntos en la pasada fecha doble fueron suficientes para dejar a la Celeste muy cerca de Qatar. Un triunfo ante Perú le alcanzará.

Perú, por su parte, ha tenido grandes dificultades para ganar en casa y hoy se apoya, ante todo, en su buen presente después de ganarle a Venezuela y Bolivia y, sobre todo, quedarse con una final ante Colombia en Barranquilla. El equipo de Ricardo Gareca sabe jugar en instancias como esta y ese será su principal argumento contra Uruguay y Paraguay. Hoy, está bien posicionado para volver a jugar el repechaje y depende de sí mismo.

Colombia sufre una falta de gol alarmante que conspira contra una aceptable solidez defensiva lograda por Reinaldo Rueda. Ni siquiera el fútbol de Luis Díaz, uno de los mejores jugadores del continente, logró romper esa anemia, mientras que James Rodríguez y Radamel Falcao García no aparecen desde hace varios partidos. Lleva más de seis partidos sin anotar, una racha inaceptable para un seleccionado que quiere ser mundialista.

Chile ha navegado en la instrascendencia durante casi todas las Eliminatorias y, aunque viene de ganar en La Paz y eso le permitió revivir cuando todo parecía terminado, el fixture no lo ayuda para nada. Solo mostró buenos pasajes futbolísticos en unos pocos pasajes de las Eliminatorias y su nivel no parece ser suficiente para ganarle a Brasil como visitante y Uruguay como local.

En definitiva, está claro que la selección que deje atrás los últimos meses y consiga al menos un poco de regularidad en estos dos partidos es la que logrará el ansiado pasaje a la Copa del Mundo.