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Cien historias rumbo a Qatar 2022: La metamorfosis de Robert Lewandowski

ESPN.com

Cuando lo despreciaron y lo enviaron a su casa por "flacucho", Robert Lewandowski quizás dudó de sus condiciones futbolísticas. Aquellas palabras intentaron hacerle creer que su incipiente carrera quedaría trunca por su físico exiguo, pero al mismo tiempo forjaron buena parte de su carácter. Hoy es fácil ver cómo se desarrolló la vida del actual capitán de la Selección de Polonia y su éxito es incuestionable, aunque quizás todo haya comenzado aquel día.

Lewandowski nació en una casa de Varsovia en donde la disciplina era el dogma y el deporte, la religión. Su padre Krzysztof fue campeón judoca y futbolista, y su madre Iwona voleibolista profesional y profesora de Educación Física. Ambos motivaron a sus hijos a ejercitarse antes de aprender a caminar y Robert se enamoró muy rápido y de forma natural de la pelota número 5.

Desde los 4 años tuvo en claro que quería jugar al fútbol, pero su padre le insistía para que no abandonara la gimnasia y otros deportes que le darían más variadas herramientas para el futuro. Krzysztof estaba convencido de que “lo hacía por su bien” y que más tarde esa flexibilidad se convertiría en un argumento diferencial a la hora de desenvolverse en el campo. También se preocupaba por su físico, tema que tomaría una importancia central en su desarrollo posterior.

En la escuela se reían de él por su pequeña figura y por sus piernas descarnadas. Lo apodaron Bobek, el “pequeño Bob”. Y aunque él se divertía mientras se lucía en los clubes de Varsovia, los comentarios acerca de su apariencia débil eran cada vez más frecuentes. Tal es así que el entrenador del Sub 15 de Polonia fue el primero en cerrarle la puerta. “Lo siento, pero eres demasiado delgado para jugar en un equipo nacional”, recuerda que le dijo.

En su libro autobiográfico, Lewandowski expone una adolescencia tumultuosa. No siempre fue el hombre disciplinado y obediente que el mundo conoce. Como muchos, tuvo una etapa de rebeldía en la que les robaba el auto a sus padres para correr carreras sin siquiera tener licencia para conducir. Una vez fue sorprendido fumando un cigarrillo y lo castigaron custodiando un matafuegos durante medio año. La imagen es entre graciosa y triste: un muchacho mira fijo un matafuegos, esperando una contrariedad que no ocurrirá.

Los problemas de conducta de Lewandowski fueron incrementándose y subiendo de intensidad. En una oportunidad, furioso por reprobar un examen, le lanzó una mesa a una profesora. También tuvo "enfrentamientos" con la policía y se escondía para “bombardear” con cáscaras de banana y envases de yogourt la comisaría local. Mientras aquel niño introvertido y enfocado en el deporte convivía a pura turbulencia con un joven declarado en rebeldía, los deslices de juventud terminaron abruptamente.

"Estaba cerrado al mundo y era difícil sacar algo de mí", rememora acerca de una etapa clave en su vida. A los 16 años, Robert perdió a su padre y tuvo que "crecer de golpe", como él mismo lo explica. Krzysztof murió después de dar batalla contra el cáncer y su hijo decidió que haría todo lo posible por cumplir su mayor sueño: verlo triunfar en el deporte. Sin embargo, en medio del duelo llegó una dura lesión que puso en jaque todos sus planes.

A una semana de que expirara su contrato, Legia Varsovia decidió no renovarle y lo volvió a enfrentar con el rechazo. Según creían en aquel club, la carrera del joven Robert no ofrecía garantías y su físico lo convertía en un futbolista propenso a lesiones. Según recuerda Krzysztof Sikorski, su entrenador en ese equipo, Robert tenía “unas piernas que parecían palitos que se iban a partir mientras corría” y lo mandó a “comer panceta” para engordar.

La presión del entorno y la ambición de Lewandowski por triunfar en el deporte lo llevaron a obsesionarse con su cuerpo. Años más tarde, confesó que por aquellos días llegó a hacer turnos de más de cinco horas de gimnasio para aumentar su masa muscular. “Realmente quería llegar y mostrarles a todos lo que podía hacer. Así que miré hacia adelante, me entrené como nunca y seguí trabajando en mí mismo".

En 2007, conoció a su novia y futura esposa, la karateca Anna Stachurska, quien tuvo una incidencia fundamental en la relación con su cuerpo. Ella, especialista en alimentación y dedicada al coaching, se convirtió en su compañera y consejera. Y años más tarde revelaría muchos de los secretos del éxito de Robert, junto a algunas de sus obsesiones.

Además de una dieta muy estricta y particularmente invertida (que comienza por la ingesta del postre), Anna detalló alguno de los cambios que le sugirió a su marido: revisar su sangre con mucha regularidad, máxima dedicación a la calidad del sueño (un buen colchón, sin luz azul en la habitación y comida seleccionada antes de acostarse), aromaterapia y dormir sobre su pierna izquierda (para no recargar su pierna hábil).

"Nunca está 100 por ciento satisfecho consigo mismo. Su ambición es enorme", dice su esposa cuando explica los sacrificios y los hábitos más curiosos que adquirió el "ex Bobek", quien por los evidentes cambios físicos empezó a ser apodado por la prensa internacional "The body" (El cuerpo).

Después de convertirse en estrella en el Bayern Munich y conquistar la tabla de goleadores de la Bundesliga en siete oportunidades, Lewandowski le mostró al mundo que su obsesión con la preparación física era cosa seria. Tal es así que en 2017 se lo vio posando en los portales con toga y birrete graduado en Entrenamiento y Dirección Deportiva, con una tesis autoreferencial sobre su transformación titulada "RL9, camino a la gloria".

Lo vivido de pequeño lo llevó a convertirse en un abanderado de la perseverancia y a involucrarse en campañas para combatir el bullying, como “Be a buddy not a bully” (Sé un compañero, no un matón).

Hoy en día, ya desembarcado en Barcelona, Robert agradece la cultura del entrenamiento que heredó de sus padres y resignifica las puertas que en diversos momentos se le cerraron. Todo aquello resultó en la espectacular metamorfosis desde el Bobek que necesitaba comer panceta al Terminator rompe redes ovacionado por el Camp Nou.