Como futbolista, Hans-Dieter Flick fue un discreto mediocampista con algo más de un centenar de partidos en Bayern Munich y solo dos encuentros con la selección Sub 18 de Alemania. Sin embargo, su capacidad de trabajo, esfuerzo y evolución en su carrera como entrenador lo premiaron con una vida casi siempre ligada al equipo nacional, al que dirigirá por primera vez en una Copa del Mundo en Qatar 2022.
En 1996 se hizo cargo de la dirección técnica del Victoria Bammental de la quinta división alemana, donde también dio sus últimos pasos como futbolista. Cuatro años más tarde dio el salto a Hoffenheim, institución en la que el magnate Dietmar Hopp recién empezaba a invertir pero que todavía estaba lejos de su suceso posterior en la Bundesliga. Allí logró dos ascensos y se quedó hasta 2005, para un año más tarde comenzar su relación con el seleccionado nacional.
La segunda camiseta de su carrrera como jugador fue la de Sandhausen. Cuando dejó el plantel y partió hacia Bayern en 1985, su puesto fue ocupado por Markus Löw, el hermano del seleccionador campeón del mundo en 2014, Joachim. La relación entre ambos continuó y a algunos de esos encuentros amistosos se sumó el mayor de los Löw. Así se conocieron y generaron una relación de respeto que había sido impulsada casi sin querer por Hopp. El dirigente, en una visita de Löw a Hoffenheim exclamó: "Ahí está el seleccionador nacional actual, aquí el nuevo". Tuvo razón.
Antes de llegar al banco nacional, Flick se había destacado como coordinador deportivo y asistente de Giovanni Trapattoni y Lothar Matthäus en el club austriaco Red Bull Salzburg. Desde siempre cultor del fútbol ofensivo, Flick valoró la obsesión en los detalles y la capacidad de trabajar en defensa del histórico DT italiano. Aunque ve el juego de otro modo, su método se nutrió también de Trap.
Al darle la bienvenida a su cuerpo técnico, Löw lo definió como el representante de "una filosofía de fútbol ofensiva, tal como estipulaban los requisitos para el nuevo asistente". En la concepción encarnada por la Federación alemana en el siglo XXI, la vocación de ataque fue la búsqueda primaria, por eso era necesaria la llegada de un hombre de ideas como las de Flick.
El proceso había comenzado en 2004 con Jürgen Klinsmann, quien pasó el testigo a su exasistente Löw tras el tercer puesto en el Mundial 2006. Además de lo ya mencionado acerca de su concepción del juego, la DFB se interesó en Flick por sus capacidades para la formación de jugadores, así como para la recopilación de datos para reclutar jóvenes, educarlos deportivamente y llevar adelante un proyecto desde las etapas formativas hasta la alta competencia en el primer nivel del profesionalismo.
Su desarrollo y evolución como técnico están ligados a su potente relación con Löw. Fue un aprendiz y un observador de lujo del método del campeón del mundo en 2014. Esto se destacó como una especie de paradoja, ya que históricamente la Selección alemana había tenidos siempre directores técnicos con prestigioso pasado como futbolista, algo que no había sucedido con ninguno de los dos protagonistas en este caso. De los 10 seleccionadores nacionales de la historia, solo Otto Nerz (el primero), Erich Ribbeck (el que tuvo un paso más corto, entre 1998 y 2000) y los dos últimos no vistieron la casaca blanca.
Durante su largo ciclo como segundo entrenador, Flick aprovechó para realizar una formación desde diferentes funciones: investigación, formación, organización e incluso dirección técnica y táctica. Incluso tuvo la oportunidad de dirigir al equipo en la Euro 2008, en un partido contra Portugal por suspensión del DT principal. Fue una universidad del máximo prestigio para una futura carrera individual. Además, la síntesis entre las estructuras de la Federación y la Bundesliga fue un verdadero triunfo histórico de la dupla.
Eurocopa 2008, Mundial 2010, Eurocopa 2012 y la consagración en el Mundial de 2014. Las cuatro competencias que Hansi Flick vivió sentado a un lado de Löw, la mente maestra de la Nationalmannschaft en los últimos tiempos, que tuvo la mejor mano derecha que pudo tener.
Cuando concluyó el proceso como ayudante de campo tras la victoria sobre Argentina en el Maracaná, Flick pasó a ser director deportivo de la Federación, con un contrato que acordó a principios de septiembre de 2014 y firmó hasta agosto de 2019. Aunque se alejó del verde césped, forjó una visión directiva que potenció con sus habilidades para trabajar desde otro lugar. Flick dejó el cuerpo técnico y las típicas decisiones de entrenadores para ser un nexo entre la Federación y sus antiguos colegas.
Sobre su experiencia en el cargo, afirmó tiempo después: "Para mí, trabajar como director deportivo en la DFB fue un nuevo desafío en ese momento. Siempre estoy abierto y tengo curiosidad. Teníamos algunas cosas que necesitábamos para reconstruir, incluida la nueva academia. Por supuesto, también estuve involucrado, ese fue un proyecto emocionante".
Entre 2006 y 2019, Flick se convirtió en hombre de Selección a pesar de no haber disputado un minuto como jugador en la mayor. El primer ciclo, de ocho años, lo vivió desde los márgenes del campo de juego durante ocho años. Los últimos cinco desde las oficinas, donde conoció el tacto para la toma de decisiones que también pueden ser vitales para la evolución del fútbol alemán.
Cuando finalizó su contrato en agosto de 2019, Flick quedó a la espera de un nuevo desafío, que no tardó en llegar. En noviembre fue nombrado como entrenador interino de Bayern Munich, el que significó su reencuentro con la dirección técnica en solitario después de aquel ya lejano paso por Hoffenheim.
Sus resultados iniciales fueron tan buenos que apenas antes de los dos meses del inicio de su interinato fue confirmado como el DT oficial, en un ciclo que había tenido un mal arranque para el cuadro multicampeón de la Bundesliga. En su primera temporada, interrumpida en febrero de 2020 por la pandemia de covid-19, consiguió la Bundesliga, la DFB-Pokal, la UEFA Champions League (con una definición histórica a partido único desde los cuartos de final en Portugal), la Supercopa de Alemania, Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes.
Flick, pasó de ser un entrenador más a uno de los mejores entrenadores del mundo en cuestión de meses, en uno de los años más complicados para la historia contemporánea de la humanidad. Todas las adversidades y los desafíos fortalecieron aún más al actual seleccionador de Alemania, que continuó su camino y hasta llegó a renovar el contrato con el Bayern hasta 2023.
Sobre la temporada 2020 recibió todos los premios individuales que puede conseguir un entrenador, desde el reconocimiento de la UEFA, Bundesliga y hasta el The Best para DT. El alemán que había realizado un recorrido en espacios satelitales a la dirección técnica halló en el club bávaro un sitio para reencontrarse con el día a día frente a los jugadores y generar de una idea de juego y un sistema táctico. Todo eso con un objetivo, el de siempre: volver a la Selección.
"Acabo de darme cuenta de que disfruto mucho más del trabajo con los jugadores, con gente joven. Por eso me quedó realmente claro que quería volver al terreno de juego", dijo cuando tras la Euro su nombre apareció de forma natural para reemplazar a Löw. A mediados de 2021, Bayern era el mejor equipo del mundo sin demasiada discusión y las virtudes de Flick eran muy fáciles de ver. Exseleccionadores como Franz Beckenbauer, Rudi Völler, Jürgen Klinsmann y el propio Löw estuvieron de acuerdo con su llegada. “Con él, la selección está en las mejores manos”, dijo su exjefe.
Flick ya era un hombre de Selección, que incluso en su paso por Bayern se preocupó por potenciar jugadores que también podían ser fundamentales para el cuadro nacional, como el símbolo Thomas Müller, el mediocampista en ascenso Joshua Kimmich y la promesa Jamal Musiala.
Flick se centró en su objetivo y, desde 2006, potenció su naturaleza de Selección. Llegó en un momento particular de Alemania, después del fracaso más resonante de su historia, la eliminación en primera fase del Mundial de Rusia 2018. En Qatar el objetivo es mucho más grande que solo mejorar aquella actuación. Flick sabe mejor que nadie que la única meta de uno de los gigantes del planeta es ser campeón.
Desde su arribo, dirigió 13 veces a Alemania y no perdió ni una vez. El nacimiento de una era gloriosa para el fútbol alemán es una gran ilusión en la previa de la Copa del Mundo. Los teutones confían en técnico que conoce mejor que nadie los resortes de la Selección. Se trata de Hans-Dieter Flick, uno de los hombres que más conoce la Federación y el equipo nacional por su dedicación, esfuerzo, trabajo, crecimiento y multifuncionalidad, pero sobre todas las cosas, el sentido de pertenencia por haber defendido la camiseta desde el lugar que le tocó.