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Cien historias rumbo a Qatar 2022: La sombra de Tabárez; Uruguay y un Mundial sin el Maestro

Tabárez, con su trabajo logró el sentido de pertenencia y orgullo por la celeste de más de 3 millones de uruguayos AP

La palabra justa. Jamás una declaración fuera de lugar. Su gesto de renunciar a FIFA en pleno Mundial marca su personalidad. El respeto hacia la figura de un capitán. El mundo lo vio con vitalidad y con el paso de los años con un bastón. Generó admiración. Pero nada es para siempre. Y la Selección de Uruguay afrontará un Mundial bajo la sombra de Tabárez. Después de tener al Maestro en el banco en Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018, ya no estará.

¿Qué significa su ausencia y cuánto puede pesar? La pregunta es difícil de responder. Tabárez salió del equipo en un momento complicado, donde no había respuestas y la clasificación a Qatar 2022 se había puesto en serio riesgo. Con el diario del lunes, y visto el resultado, el cambio fue necesario. Después de tres mundiales, Uruguay viaja con otro conductor sentado en el banco. A nadie escapa la influencia de Tabárez.

En su libro La Metamorfosis, Pep Guardiola describe que un equipo es un pacto: “Un equipo es querer serlo. Construir un nosotros a partir de numerosos yo. Construirlo y dirigirlo con un rumbo concreto. Un equipo es un pacto. Y el fútbol es de los equipos. Los buenos entrenadores viven dos vidas: la suya propia y la de sus equipos. Y, por esa razón, a menudo envejecen prematuramente. Un equipo es una congregación de fuerzas: futbolistas, entrenadores, hinchas, contexto compuesto en que se encuentran inmersos, contexto compuesto por rivales, periodistas, el azar y el momento histórico que a cada cual le toca vivir”. Cuanta cosa. Todas esas cosas las vivió Tabárez con su grupo.

Para entender los motivos de esa unión hay que remontarse a los inicios. Allá cuando, en el año 2006, les dijo a sus dirigidos: “¿Saben lo que dicen de ustedes en Uruguay? Que van a robar la plata y que no ponen la pierna como en sus equipos. Está en ustedes cambiar ese concepto”. A cambio prometió organización. Ordenar el Complejo Celeste, la casa de la Selección. Jugar amistosos contra los mejores. Exigir condiciones en los viajes de los jugadores. Que se los respete y hagan valer sus derechos, un tema que generó más de un dolor de cabeza.

“En el Complejo Celeste yo lo he visto pelear y reclamar para que construyan un semitecho en el parrillero y que no se mojen los jugadores, para que pongan colchones decentes para dormir, para que la cancha esté en condiciones, para que no haya barro en la entrada de los autos, para que los ladrillos no estén despintados, para que internet funcione. Eso y mil cosas más”, reveló Lugano en el suplemento Qué pasa de El País.

No fue la única voz. El jugador emblema del Mundial de 2010, Diego Forlán, destacó del extécnico de la celeste: “La seriedad, el orden del Maestro. Llegabas al Complejo y era digno de una Selección. La calidad de las canchas, la calidez de la gente, están todos desde hace años, todo gracias al Maestro que demuestra que en Uruguay las cosas se pueden hacer. Hoy o mañana, cuando el Maestro no esté, se tiene que ver que se siga respetando esto”, expresó en Radio Sport en marzo de 2016.

Pero hay un detalle que marca todo. Todos los jugadores de aquel proceso de Selección coincidían en una misma palabra para definirlo: respeto.

CADA MUNDIAL, UNA HISTORIA
Bajo esas condiciones el proyecto se puso en marcha. Cada Mundial significó una historia. El cuarto puesto de Sudáfrica 2010 sacó al pueblo a la calle. La caravana de regreso del plantel fue increíble. Con el paso del tiempo, el capitán Diego Godín definió lo que pasaba con la Selección como algo social. Que fue mucho más allá de la pelotita.

“Ha sido mucho más que un éxito deportivo, ha sido un éxito social el que ha logrado la Selección Uruguaya en estos últimos quince años”.

En Brasil 2014 se generó otro hecho increíble que marca la forma en que Tabárez trató a sus dirigidos. La derrota contra Costa Rica en el debut, no solo había significado un golpe a la ilusión, sino que había dejado como saldo al capitán Lugano lesionado. Al otro día del partido fue derecho a la sanidad para hablar con el doctor Pan. Pidió que lo infiltraran para jugar contra Inglaterra y le dejó un recado: “Dígale al Maestro que me espere dos días (de descanso) que llego al partido”.

Enterados de la situación, Tabárez y el profesor José Herrera fueron a ver al capitán a su habitación. La charla que siguió se revela con lujo de detalles en el libro Maestro el legado de Tabárez.

Lugano atacó diciendo: “Maestro no puedo caminar pero yo contra Inglaterra juego”. Tabárez lo miró serio y preguntó: “¿Puede entrenar?”. A lo que Lugano respondió con sinceridad: “No, no puedo practicar, pero me voy a cuidar para jugar”.

Sin embargo, la contundencia de la respuesta del entrenador lo descolocó al capitán: “No Diego, si no entrena, no juega”. “¡Yo juego!”, dijo en tono enérgico el caudillo celeste como dando a entender que se terminaba la charla.

Pero Tabárez se mantuvo en lo suyo: “Entonces vaya a practicar”. El tiroteo dialéctico no tenía fin. “Maestro necesito dos días de descanso”, pidió el defensa. “Bueno vaya a entrenar”, se mantuvo el entrenador.

“Y me entré a calentar y levanté la voz. ¡No me da dos días de descanso!”, dijo el defensa como diciendo, no se puede creer llevo tantos años como capitán y no va tener una contemplación conmigo.

“Entonces, ¿sabe una cosa? ¡Voy a practicar!”, retrucó Lugano. Tabárez no dijo nada. Se hizo un silencio y antes de salir el técnico reaccionó. “El Maestro se dio vuelta para salir de la habitación pero antes de retirarse, giró, volvió hacía mí, y me dijo: ‘mirá que te reconocemos como una persona seria y confiamos en vos’. Nada más. Estaba claro el mensaje. Me estaba diciendo que tenía que decidir pensando lo mejor para el grupo, no pensando solo en mi deseo personal”.

Lugano entrenó pero fue un desastre. Al día siguiente del entrenamiento fue a hablar con el técnico y le dijo: “Maestro, no puedo jugar”. “Estaba esperando que me dijera eso”, fue la escueta respuesta del conductor de la selección uruguaya que acotó: “Vaya tranquilo, mañana un compañero suyo va a dejar todo en la cancha”.

La enseñanza lo marcó a Lugano. El mensaje de Tabárez fue claro. “Yo estaba recontra caliente en ese momento, pero tenía razón el hombre. Él sabía que yo iba a respetar al grupo y esperó que asumiera mi duelo”.

En ese mismo Mundial, el técnico renunció a su tarea en la FIFA luego de que el máximo organismo del fútbol le impusiera a Luis Suárez la sanción más enérgica de la historia de los mundiales. Lo echaron como si fuera un delincuente. Tabárez renunció en una conferencia de prensa.

El Mundial de Rusia 2018 fue muy significativo para el Maestro. Estuvo entre los entrenadores de mayor edad y salía a la cancha con bastón debido a su dificultad física. No hubo un solo entrenador rival que no concurriera al banco de Uruguay a saludarlo y expresarle su respeto.

INSPIRADO EN LA VELA PUERCA
Uno de los aspectos que remarcaban sus exdirigidos era la calma en medio de la tormenta. A modo de ejemplo, jamás se quedaba en los problemas, sino que se enfocaba en la búsqueda de las soluciones.

En el libro de Horacio Tato López, el Maestro expresó: “Se va formando una cierta mentalidad, que yo en el fútbol la llamé cultura del bajón, por la que se empiezan a decir los problemas que tenemos, que son un análisis de la realidad, pero uno se queda en los problemas y no en las soluciones que podrían cambiarlos o superarlos. Hay que luchar contra eso y hay gente que sí tiene un pensamiento positivo, pero en general se trata de determinadas personas que tienen una inteligencia muy especial, y creo que hay que lograr generalizar ese tipo de pensamiento, no quedarse en los problemas”.

En ese sentido, Tabárez comentó alguna vez que se hizo hincha de La Vela Puerca, una banda musical con enorme predilección entre los jóvenes. “Nunca fui a un concierto de ellos, pero soy hincha de La Vela Puerca. Escribió una letra ‘José sabía’ y yo saqué algunas frases de ahí como eso de que cayó para levantarse de nuevo, porque eso pasa en el fútbol. Y en otra parte habla del placer de ganar y perder. Otra cosa, acá hay una palabra que dice ‘cuando todo parece jodido es cuando hay que poner’, y en los partidos o después de una derrota se trata de esto. Y como era un alcohólico dicen ‘alguna vuelta le vamo’ a encontrar’ y esa es la ayuda que le busca un futbolista a un compañero”.

SUS MENSAJES
Otro aspecto que Tabárez remarcó durante su proceso y fue una chapa de Uruguay en los Mundiales, fue el referido a la conducta. El DT siempre remarcaba a sus dirigidos: juego, conducta y resultado. A Lugano le llamó la atención una vez por una pelea en la que se había visto involucrado cuando jugaba en Turquía. Y a pesar de que el incidente no fue con la camiseta de Uruguay, lo llamó para hablar y le dijo: “Esa no es la imagen que quiero para un capitán de la Selección”.

Lugano contó otra historia de similares características. “Cuando perdimos con Argentina en el Monumental 2 a 1 en las Eliminatorias para Sudáfrica 2010; el partido fue el más duro y el que menos representó lo que el Maestro quería. ¡Lo que pegamos de patadas ese día! En 12 minutos ya íbamos perdiendo 2 a 0; Argentina con Messi, Tevez, Agüero, Zanetti, Mascherano, Riquelme, un cuadrazo. ‘Vamos a empezar a dar palo porque nos hacen cinco goles’, pensamos nosotros. Algunos compañeros lo hicieron, pero yo me mantuve al margen. Perdimos, terminó el partido, Tabárez me llamó aparte y me dijo ‘Lo felicito porque usted se comportó como un verdadero líder en la adversidad, y con todas las dificultades tuvo lo que un líder debe tener que es equilibrio emocional’. Así que él me felicitó en un partido que perdimos”.

A la hora de plantear los juegos cada técnico tiene su librito. Tabárez partía de la premisa de primero controlar las virtudes del rival para luego explotar las propias. Su mano se vio, por ejemplo, cuando mandó a Edinson Cavani a obstaculizar la tarea de Steven Gerrard y Andrea Pirlo en los partidos contra Inglaterra e Italia en 2014.

El francés Pierre Sarratía, que desde hace años trabaja en Nacional, expresó en una nota con Revista Túnel lo que generaba Tabárez en sus dirigidos: “Me sorprendió la vida dentro del grupo de Uruguay. El día del partido habían pedido pizza, cuando entro al vestuario veo a los jugadores todos de un lado y a Oscar hablando, como un maestro a sus alumnos. Veía la fe que tenían los jugadores en él. El respeto que tenían”.

Los conceptos de Sarratía los reafirmó el capitán Diego Godín en la carta que escribió en la hora de su despedida.

“Ahora le voy a hablar a usted Maestro, a “usted”, porque siempre lo trate así con respeto y admiración. Usted logró generar ese respeto entre nosotros y con y para la gente. Y eso fue lo que se transmitió siempre desde adentro hacia afuera, hacia el mundo. Quiero agradecerle por todo lo que me enseñó y por todo lo que me ayudó en mi vida y en mi carrera profesional. Hizo que la selección sea parte de nuestras vidas y que el sentido de pertenencia y el orgullo por la selección de más de 3 millones de uruguayos vuelva a sentirse y verse en cada rincón del mundo”.

Después de tres mundiales consecutivos, ese hombre ya no está. Queda su sombra, su legado. O como dijo el propio Tabárez, su obra: “Quisimos dejar un proyecto que va a estar ahí para que lo lean y lo confronten y al menos los mueva a reflexionar”.