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Así se palpita el Argentina-México en Barwa, el rincón celeste y blanco de Doha

Los hinchas argentinos, siempre presentes para alentar al equipo de Lionel Scaloni. Getty Images

BARWA (Enviado especial) -- "Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino". Entre hermanos las alegrías son más placenteras y los pesares menos dolorosos. Los días aciagos se transitan mejor en compañía y entre compatriotas la identificación nacional es capaz de llenar los huecos que entre desconocidos solo puede llenar el tiempo. Este sábado no era un día más para el pueblo argentino. Su Selección, el más potente símbolo popular, se juega una parada brava contra México en la Copa del Mundo. Y la ansiedad golpea. Y la incertidumbre estorba.

Entonces, los argentinos que viven en Qatar, hicieron lo mejor que pueden hacer: se juntaron para vivir juntos la espera. El barrio de Barwa se ha convertido desde días antes del comienzo del Mundial en una especie de enclave de cualquiera de los conurbanos argentinos en pleno Medio Oriente. Como uno de esos pequeños estados independientes que se irguen estoicos en el centro del continente europeo.

La escenografía ayuda para sentirse como en casa. El enorme predio de 1400 unidades de alojamiento tiene la fisonomía de cualquiera de los barrios populares de la patria. Los monoblocks que están ubicados al sur del centro de Doha bien podrían formar parte de un barrio bonaerense, porteño, cordobés o santafesino. Edificios de tres pisos con pequeñas ventanas, que a primera vista se asemejan a las viviendas del plan Procear o a otros complejos similares. Es fácil imaginar una pintura bien argentina en este decorado.

La principal razón por la que los hinchas y las hinchas argentinas conviven aquí es el precio. Los departamentos de Barwa representan una de las opciones menos costosas de alojamiento que ofrecía la FIFA. Hay dos opciones: de 84 y de 102 dólares, ambas para dos personas. Algunos reservaron con tiempo y organizaron su viaje de manera concienzuda, mientras que otros decidieron venir a alentar a la Albiceleste a último momento y se sumaron a algún plan ya consolidado. Hay posibilidades para todos.

La noche del viernes fue mucho más tranquila en el bloque Q2, la zona celeste y blanca de Barwa. Es que el día siguiente iba a ser largo, cansador y exigente. Por lo general, cuando cae el sol en la pequeña plaza central se arma la fiesta con todos los ingredientes de cualquier reunión popular. Aquí no están los acaudalados visitantes que pueblan los sectores de hospitality de los estadios qataríes. Aquí viven los que contaron las monedas para viajar al país más caro del planeta con el único propósito de alentar a su equipo. Se hacen asados, se juega a la pelota, al truco y se escucha cumbia. Todo a la luz de las estrellas y en comunidad.

¿Cómo son los asados? Comienzan como cualquier comida en suelo criollo y termina con las particularidades y las limitaciones del caso. Cualquier argentino orgulloso es capaz de improvisar una parrilla sin mucho esfuerzo. Entonces, hay de todo tipo: algunas armadas con carros de supermercado, otras con varias parrillas de horno unidas y también algunas más estructuradas, compradas para la ocasión. Se cocinan hamburguesas, salchichas y carne de camello, extrañamente elogiada por algunos comensales: "hay un corte que se parece al vacío. Si la cocinás bien, sale rico, si no es un chicle". En el grupo hay una vegana y, desde luego, tuvo su ración particular: "llamá a la vegana", gritó el parrillero cuando su comida está lista. Todo el mundo sabía bien quién era.

Por supuesto, hay un tema que esta crónica no eludirá: el alcohol. En Qatar se puede beber, ya que no hay ley seca pero sí una enorme cantidad de prohibiciones para su venta. Se comercializa en bares y en hoteles y su precio es muy elevado. Este tipo de reuniones populares siempre están regadas por algún líquido y su ausencia llama la atención. De todas maneras, algunos días han podido conseguir cerveza y bebidas de mayor graduación. ¿Cómo? la fuente se reservó esa información.

El sábado amaneció como siempre amanece en esta época en Qatar. Sol pleno, un calor soportable y ni una sola nube. Cerca del mediodía empezaron a bajar desde sus departamentos los y las habitantes, cada uno con una insignia nacional. Diez horas antes del comienzo del encuentro frente a México se armó un asado para matizar la espera en las calles del complejo habitacional. No tardaron en aparecer los bombos, los redoblantes y las banderas. Salta, Córdoba, Castelar, Tigre, Tucumán... hay representantes de diversos puntos del país y muchos de ellos, tal la tradición, exhiben sus trapos con orgullo.

Además de las referencias geográficas, la imagen que más se repite en los estandartes que flamean es, por supuesto, la de Diego Maradona. Como ya fue descripto en estas páginas, la presencia del ídolo popular más grande del país está muy presente en Doha. Junto a Lionel Messi, como iguales, o en soledad, como uno oración pictórica.

"Esta noche cueste lo que cueste tenemos que ganar", fue el primer grito de guerra y el que más veces sonó durante la tarde. Acá se conoce muy bien la importancia histórica de este partido. Las historias de viaje son demasiado potentes como para despedirse del sueño tan rápido. Santa Fe-Córdoba-Buenos Aires-San Pablo-Londres-Doha es solo un ejemplo sin nombre pero que sirve para poner en contexto cómo llegaron los que hicieron de estas tierras lejana su hogar momentáneo.

La organización social de la comunidad de Barwa funciona a la perfección. Hay encargados de juntar el dinero para comprar la comida, de la logística para ir a los estadios y de impulsar los banderazos en la ciudad. Incluso, administran una muy activa cuenta de Instagram, @Barwargento, en la que publican imágenes y videos de las actividades y difunden información. El tema del día fue cómo lograr que el aliento en el estadio de Lusail se siente más que contra Arabia. La resolución fue "entramos todos juntos y nos acomodamos de esa manera, como una verdadera hinchada argentina". Parece algo simple pero ponerlo en marcha lleva su preparación y en Barwa se cocinó la idea junto a la carne asada.

Aquí viven personajes de todo tipo y de diversas edades. Familias, parejas, viajeros solitarios y grupos de amigos. El más conocido es Walter. Tiene 84 años y este es su 13er Mundial consecutivo. Según él, tiene un récord mucho más valioso que el de Enrique Macaya Márquez. No falta desde Alemania Federal 1974 y está disfrutando esta Copa como la primera. "Antes no pasaba esto. Ahora es mucho más lindo, se arman grupos y vivimos todos juntos".

"Nos vinimos todos a Doha a ser campeones", gritan 500 hinchas en Barwa con la esperanza de que contra México, al fin, comience a enderezarse el rumbo hacia el soñado 18 de diciembre. Los otros protagonistas de la fiesta de la Copa del Mundo ya hicieron su parte. Ahora les toca a sus representantes seguir el camino.