DOHA (Enviado especial) --Una bandera celeste y blanca flamea con fuerza en los márgenes del Golfo pérsico. El Sol de Mayo y el número diez la completan, como elementos de idéntica magnitud. No compiten entre sí, se suman y aumentan la potencia de la imagen. Como si el sentimiento patriota tuviera una razón más para aflorar. Como si los símbolos no fueran una mera representación, sino un combustible. Y desde hace dos años, la Argentina tiene un nuevo símbolo. Desde el 25 de noviembre de 2020, Diego Maradona pasó a ser bandera.
Qatar 2022 es la primera Copa del Mundo sin el máximo ídolo popular nacional presente en cuerpo. Y que quede claro este concepto, porque en realidad Maradona sí está en Qatar. Su espíritu irrumpe en cada banderazo, en cada hincha del fútbol que canta, salta y baila en Souq Wakif, en Katara o en Lusail. Está como una forma de reivindicar el juego puro y también el amor por la camiseta. Ambas cosas representa el Diego.
Y la idenficación no es sólo con los argentinos que nacieron en su misma tierra y viajaron miles de kilómetros para alentar a la Selección. También los hindúes y bengalíes que eligieron estos colores por voluntad propia lo ven como un ícono absoluto de su sentimiento. Visten camisetas con el diez y su nombre con el orgullo de cualquiera que haya gritado sus goles desde la niñez.
Antes del debut de Argentina contra Arabia Saudita en Lusail, dos efigies coparon las calles. La de Lionel Messi, protagonista absoluto de este Mundial y la de Maradona. El encuentro representa un cruce de generaciones y también de maneras de expresar el amor por el juego y la argentinidad. El más joven es el signo de la época del fútbol mediático, pero con un alma amateur que pocos de sus compañeros tienen. El otro traspasó al plano celestial, casi místico.
Su rostro ya es insignia política. El sol abarasador de Medio oriente iluminó banderas, camisetas y todo tipo de estandartes durante la jornada del primer partido de la Albiceleste pero también lo hizo antes y lo hará después. En Qatar, Maradona estuvo incluso más presente de lo que había estado en Brasil o en Rusia, donde acompañó desde la tribuna a sus colegas. Es como si el pueblo tuviera una necesidad de llevarlo a la máxima cita. Como si Argentina no pudiera ni salir a la cancha si su compañía.
Las nuevas canciones lo tienen como protagonista principal. La inventiva del simpatizante rioplatense es reconocida y esta vez incorporó al ídolo a su poesía. "En Argentina nací, tierra de Diego y Lionel", dice la más cantada por estos días. "Al Diego en el cielo lo podemos ver con Don Diego y con la Tota, alentándolo a Lionel", continúa. Otra vez, la suma de los talentos para impulsar el sueño.
Porque más allá de que Diego es patrimonio del fútbol mundial, es antes que nada un argentino. Durante toda su vida se ocupó de dejarlo bien claro en cada una de sus acciones y sus declaraciones. Amaba al fútbol, pero primero amaba a la Selección. Y una vez cada cuatro años, la Selección se convierte en el principal acervo cultural de la nación. Entonces, su argentinismo lo eleva a la categoría de prócer.
El destino quiso que por primera vez en la historia, el Mundial se dispute a fin de año, lo que significa que en plena competencia se cumplen dos años de su partida. Además, la particularidad de esta Copa hace que todo el planeta futbolístico se encuentre en la misma ciudad, algo que posibilitó que se llevaran a cabo buenos momentos de recordación colectiva. Este viernes 25 hubo en Doha varios homenajes al Diez. El oficial contó con la presencia de excompañeros que lo disfrutaron, exrivales que lo sufrieron y los más elevados dirigentes.
Más allá de los saludos de cortesía, más o menos genuinos, el verdadero homenaje a Diego Maradona está en la calle. El pueblo es su espejo. Los hinchas son su más cabal representación. "Te extraño, Diego", grita un anónimo en un callejón del Souq Wakif, el punto urbano elegido por las parcialidades, y ese grito se entiende en cualquier idioma. Un grupo de amigos salta enfundado en camisetas azules con el diez plateado en la espaldas y expresa una certeza: Maradona está y estará por siempre, como una gambeta burlesca a la tragedia de aquel 25 de noviembre.