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Uruguay pagó muy cara su falta de ambición y se despidió de la Copa del Mundo

El lamento de Suárez en su última participación en una Copa del Mundo. Matthew Ashton - AMA/Getty Images

DOHA (Enviado especial) -- Los minutos finales de su historia en la Copa del Mundo de Qatar 2022 fueron un símbolo del paso de Uruguay por el torneo. Una especie de castigo divino por no haber sabido cómo y cuándo atacar. Cómo y cuándo tomar riesgos. Cómo y cuándo hacerse cargo del protagonismo. La eliminación, tan dolorosa, es consecuencia de la actitud tomada en determinados momentos de cada uno de los partidos.

El 2-0 era una ventaja exigua. El equipo de Diego Alonso sabía que Corea del Sur empataba con el Portugal muletto y que un gol asiático lo obligaba a ganar por tres tantos de diferencia. Y también sabía que en un partido que se juega con dos intensidades tan diferentes, el equipo que más se juega tiene muchas posibilidades de ganarle al que no tiene nada por disputar. Por eso, haberse conformado con ese resultado fue un error, sin ánimo de hacer leña del árbol caído.

Los mejores momentos de la Celeste fueron entre el penal atajado por Sergio Rochet a los 20 minutos del primer tiempo y la volea de Giorgian De Arrascaeta que le dio el 2-0 a los 32. Fueron casi 15 minutos en los que fue al frente, atacó y aprovechó el impulso anímico que le dieron las manos salvadoras del golero de Nacional. Fue el mejor momento charrúa del campeonato.

Luego, convencido de que la victoria era suficiente para citarse con Brasil en octavos de final, cedió la pelota y, ya sin Rodrigo Bentancur, no pudo y tampoco quiso sostener el ritmo que le había dado resultados. El mediocampista de Tottenham fue el mejor futbolista del plantel en el certamen y su ausencia le quitó fluidez y pase certero hacia adelante. Además, las características de su reemplazante Matías Vecino son más propicias para aguantar que para proponer.

En la segunda etapa, la Selección Uruguaya decidió ceder la iniciativa a un rival con limitaciones en defensa pero con aceptables variantes en ataque. Ghana aprovechó el cambio de actitud de su rival y tuvo algunas situaciones de gol, pero no supo cómo concretarlas. La falta de jerarquía en ambas áreas le costó caro en este certamen.

Diego Alonso reafirmó sus intenciones con los cambios. Fue reemplazado el mejor jugador del partido, De Arrascaeta, y también dejaron la cancha Luis Suárez y Facundo Pellistri. Ingresaron Edinson Cavani y Nicolás De la Cruz, quienes podían traer soluciones, pero la trascendencia del mediocampista de Flamengo había sido demasiado grande como para no sufrir su ausencia. No solo se destacó por los goles, sino también por su capacidad para sacar al equipo hacia adelante y para asociarse con todos.

Entonces, cuando el combinado ghanés presionaba y Uruguay se aferraba al 2-0, llegó la asistencia genial de Son y el segundo de Corea contra Portugal. Y entonces, la desesperación. El público lamentó el gol en campo ajeno antes de que los propios jugadores se dieran cuenta de la situación límite en la que se encontraban, y comenzó una trepidante carrera contra el tiempo. Sin ideas claras, la Celeste intentó con pelotazos, pero nunca terminó de encontrar el camino. Ni Federico Valverde ni Cavani lograron hacerse cargo y los minutos transcurrieron inexorables hacia la decepción.

Como contra Corea, un partido en el que se conformó con el empate y se autoconvenció de que había hecho méritos para ganarlo por ese par de tiros en los palos; y como frente a Portugal, en el que se reconoció inferior y salió a defenderse hasta que comprendió que podía lastimarlo; ante Ghana, Uruguay volvió a ser víctima de sí mismo. Pagó demasiado caro el riesgo de no tomar riesgos y vuelve a quedar afuera en primera fase, después de tres Mundiales en los que se había acostumbrado a jugar las rondas definitorias.