El viejo dicho de "las estadísticas están para romperse” se cumplió el martes en el Centenario. La victoria de Uruguay ante Brasil llegó.
Yo recuerdo muchos partidos relatados con Uruguay muy cerca de la victoria. Recuerdo Eliminatorias para Sudáfrica de la mano de Tabárez, en Morumbí con un baile bárbaro de los celestes, también el de Curitiba con la dirección técnica de Carrasco, en donde nos empataron 3 a 3, o el empate 2 a 2 de Recife cuando perdíamos 2 a 0 y con goles de Cavani y Suárez se empató y bien se puedo haber ganado.
Pero no quiero detenerme en ello. Ahora es tiempo de manejar lo bien planeado el partido por Bielsa y la gran ejecución de los futbolistas en el campo de juego. Un partido brillante jugado desde el primer minuto ante un Brasil que, habría que ir mucho tiempo atrás, para ver un equipo que en todo el partido solo remató un tiro al arco. Uno solo y de un tiro libre mal cobrado por el árbitro Herrera.
Brasil no hizo nada en materia ofensiva. Mucho toque desde el fondo y con Uruguay que tiraba la presión alta, pero sin lograr su objetivo, recuperarla cerca del arco rival. Pero nadie puede asombrarse por lo que pasó. A la luz de los partidos ante Ecuador y Colombia, claramente quedaba demostrado que lo que Bielsa declaró lo lleva a la práctica y lo mismo pasó ante Brasil. Es cierto que las estadísticas del partido dicen que Brasil tuvo más la pelota, realizó más pases, pero con eso no se ganan partidos.
El planteo fue perfecto y con actuaciones espectaculares. Desde el fondo, donde no hubo fisuras y el triángulo final respondió siempre. Los laterales fueron un monumento a la entrega, corazón y no dar pelota por perdida nunca. Lo de Nández para encuadrar y mostrarles a todas las formativas. Aguantó 67 minutos en el campo bancando a Vinícius o Rodrygo, el que cayera mientras Mathías Oiivera mostró su jerarquía y por qué juega en el campeón de Italia.
El mediocampo fue tremendo. Valverde con la clase que conocemos y recostado, a veces sobre su línea de 4, alternando con Ugarte de actuación confirmatoria por todos lados. Qué podemos decir de Nico de la Cruz. Por algo muchos periodistas de la vecina orilla dicen que es el mejor futbolista que juega en la Liga Argentina. Y arriba un Pellistri que cumple con lo que le mandan hacer, hasta que salió extenuado y dejo para el final a Darwin y Araújo. El primero que ya había jugado en el proceso anterior y el puntero un acierto total y absoluto del entrenador.
Y me quiero detener aquí. Todos sabemos que las redes sociales muchas veces enchastran o insultan o agreden, de acuerdo al color de la camiseta. Nadie puede negar que lo de Darwin fue espectacular el martes, pero una cosa no quita la otra. Comparar a Darwin con Suárez es querer agredir a uno u otro gratuitamente. Nadie puede negar el buen momento del hombre del Liverpool de Inglaterra, pero negar la clase y categoría del goleador histórico de la selección es negar la realidad. Y lo más triste es que se opina según el color de la camiseta del cual sean hinchas.
Yo me alegro profundamente por la confirmación del momento de Darwin porque jugó un partido espectacular, pero dejemos las comparaciones, por favor. Sumemos y no restemos.