A lo Loco. El debut de Uruguay en la Copa América fue el fiel reflejo de su técnico. En los primeros 10 minutos el equipo Celeste metió a Panamá contra su arco. A los 15 ya ganaba 1 a 0. Y dos minutos después lo tuvo contra las cuerdas para darle el golpe de nocaut definitivo.
Pero al Uruguay de Bielsa le bajaron la llave, se quedó sin luz, y jugó a ciegas el primer tramo de la parte complementaria.
La Celeste terminó saldando su debut en la Copa América de Selecciones con una victoria 3-1 sobre Panamá, en un partido que dejó luces y sombras para analizar.
Las luces de Uruguay
La primera media hora de Uruguay fue demoledora. Panamá se sintió desbordado por la ola Celeste. Desde el primer minuto el equipo de Bielsa salió a imponer condiciones. Se paró en terreno enemigo, con los dos zagueros centrales en el medio de la cancha y los laterales ubicados como si fueran punteros.
El equipo panameño defendió en un bloque bajo, con sus líneas bien apretadas, pero la ola lo superó. Uruguay lo ahogó, lo presionó, y lo metió contra su arco.
Fiel al estilo de su entrenador, la Celeste no durmió la pelota en el medio con toques intrascendentes, sino que fue directo al arco rival. La intensidad y el ritmo físico que le puso Uruguay al partido fue brutal y quedó patentado en las siete situaciones de gol que dispuso.
A saber: al minuto centro de Nández al que no llegó Pellistri y en el rebote De Arrascaeta remató afuera; a los 13’ centro de Pellistri y cabezazo afuera de Maxi Araújo; dos minutos después llegó el gol del propio Maxi. A los 17’ Viña tomó un lateral y Darwin Núñez casi sorprende de media vuelta; un minuto más tarde centro de Nández, cabezazo de De Arrascaeta que salvó el golero, y en el rebote se lo perdió Maxi Araújo; y a los 28’ Valverde le puso una pelota de gol a Darwin que se demoró en definir.
Las sombras de Uruguay
El segundo tiempo arrancó con una nueva situación de gol malograda por Uruguay: centro de Nández que Darwin Núñez conectó de cabeza pero la pelota se perdió afuera.
La Celeste no pudo mantener la intensidad. Es lógico que suceda porque es difícil jugar los 90 minutos a ese ritmo. A ello se sumó calor y humedad.
Y el bajón propició un leve repunte de Panamá que se animó, tomó confianza, le robó la pelota a Uruguay y amenazó con el empate. Primero se aprovechó de una acción donde Mathías Olivera no pudo controlar bien una pelota y se la regaló a Fajardo que remató cerca, y luego dispuso de otro disparo de José Rodríguez que salvó Rochet. Además de un cabezazo afuera del central Fariña.
Fue un lapso que el propio Bielsa definió diciendo: “En el segundo tiempo hubo 15 minutos en los que no jugamos bien, ellos dominaron ese segmento del juego y crearon algunas situaciones que, al resultado ser de un solo gol de diferencia, en caso de convertir nos hubiera complicado el partido. A partir del minuto 20 del segundo tiempo volvimos progresivamente a dominar el juego y a crear opciones”.
Y fue lo que ocurrió. Superado ese momento, Uruguay retomó el protagonismo y a cuatro minutos del final llegó el segundo gol convertido por Darwin Núñez.
Vistas las cartas, las conclusiones finales son positivas. Uruguay tuvo más luces que sombras en su debut en la Copa América. Dominó en la mayor parte del juego a su rival y, al margen de que en un momento del partido Panamá le robó el protagonismo, quedó la sensación de que el triunfo nunca estuvo en riesgo. Como dijo su técnico Marcelo Bielsa: “Uruguay depende mucho de su dinámica, pero si de 90 minutos logramos imponer condiciones durante 70 o 75 minutos, la proporción es buena. No desconozco esos 15 minutos de dominio del rival, pero si uno mira el partido completo, las conclusiones son otras”.