MÉXICO -- Hace 10 años se escribió una de las páginas más doradas de la historia del futbol mexicano: se ganaba un Mundial Sub 17, el primero de México en cualquier categoría. La fecha, el 2 de octubre, que antes sólo tuviera tintes de tristeza por lo ocurrido en 1968, tomó otro significado gracias a Villaluz, Giovani, Vela, Arias, Moreno y todos aquellos niños que de un momento a otro se toparon con la responsabilidad de conformar la ‘Generación cero’.
Jesús Ramírez, su cuerpo técnico y un grupo de 21 jugadores, para muchos aún infantes, escribió la página más brillante e importante del futbol mexicano al ganar el Campeonato del Mundo Sub 17. A diferencia de otros títulos o partidos importantes ganados por México, este Mundial cerró con un Tri apabullante, contundente y el cual no terminó pidiendo la hora para que no le empataran el partido. La final en Perú se saldó con un gol de Éver Guzmán, era el tercero de una justa y contundente goleada a Brasil. El sueño se había completado.
A muchos sorprendió el campeonato, pero no a sus protagonistas, no la ‘generación cero’, la cual desde mucho antes de jugar incluso su primer partido ya se había visto una y otra vez como el mejor equipo del mundo. El mayor ejemplo de esta confianza la personificó Jesús Ramírez quien repetía a la prensa que regresaría con la Copa; pocos le creyeron, pero muchos los vitorearon en las calles cuando volvió con el título.
Pero el Mundial no se ganó en Perú; desde muchos meses antes, ‘Chucho’ Ramírez junto con todo su cuerpo técnico, tomó a un grupo de jugadores, la mayoría desconocidos, muchos inclusos procedentes del sector amateur, y trabajó con ellos para conformar un grupo que estuviera al nivel de los mejores equipos del mundo. No se trata de una historia de suerte, sino de una fábula, donde el trabajo es la moraleja.
El primer paso se dio en Culiacán, en el Premundial el cual México ganó sin grandes sobresaltos, con un futbol que empezaba a convencer, a mostrar un cambio. En esa instancia curiosamente Giovani dos Santos (jugador del Barcelona) no fue titular y Carlos Vela se fue sin gol en tres partidos; en el Mundial la historia sería muy distinta.
En Perú, el equipo desde su presentaciones mostró como candidato al título; primero se derrotó a Uruguay, cuyo entrenador señaló al final del encuentro que “México tiene con que ganar este torneo”; su voz sería de profeta. Todavía en la primera fase se derrotaría a Australia (3-0) y se tendría la única caída del certamen ante Turquía (1-2).
Sólo un momento de apremio se tuvo en el Mundial. En los Cuartos de Final, ante Costa Rica, México perdía con un autogol a dos minutos del final. A pesar de dominar, el Tri juvenil no encontraba el descuento, pero un disparo de Efraín Juárez, desviado de forma fortuita por un defensa tico, le dio el empate. En tiempo extra, Ever Guzmán y Carlos Vela fueron letales para ganar el juego.
La Semifinal y la Final, ante Holanda y Brasil fueron sorprendentemente sencillas; a los europeos se le clavaron cuatro (que fácilmente pudieron ser ocho) y a los sudamericanos se les ganó el título con un contundente 3-0.
¿Qué tiene Carlos vela que ver con esto? Casi nada; fue botín de oro, con seis anotaciones, anotó el primer tanto del equipo en el torneo y abrió el marcador en la Final, donde se cansó de volver locos a los brasileños por izquierda; incluso el técnico del equipo debió sacarlo en los últimos minutos ya que lo estaban moliendo a patadas.
Esa actuación también significó el salto del delantero a Europa. Aprendió que podía ganar todo con la selección y es un vicio que nunca se pierde.
A 10 años, recordamos a la generación cero, dorada, la que nunca termino de brillar, pero a 10 años, aquel recuerdo en Lima aún eriza la piel.