MÉXICO -- Jonathan González es uno de los tantos casos de jugadores mexicoamericanos que constantemente se deben debatir si representarán a México o a Estados Unidos. En categorías juveniles siempre se decantó por los de las Barras y las Estrellas, pero la absoluta aceptó jugar con el Tri en caso de ser requerido.
Su ejemplo es similar al que viven cada vez más jugadores mexicoamericanos, quienes son buscados por combinados nacionales de ambos países y deben definir alguno de los dos desde pequeños.
Uno de esos casos que igualmente ha llamado la atención es el de Efraín Álvarez, un joven de 15 años nacido en Los Ángeles, California, quien inicialmente aceptó llamados de Estados Unidos, pero ahora es constante en las convocatorias del combinado mexicano. De acuerdo a reportes desde la ciudad californiana, es uno de los prospectos más importantes que tiene el Galaxy en su cantera y en 2016, en un juego con los de las Barras y las Estrellas, anotó cuatro goles en un duelo frente a Argentina en la categoría Sub-15.
En la actualidad es habitual con México en la Sub-16 y se prepara eventualmente para el Mundial Sub-17 de 2019. Su proceso ha sido constante y en redes sociales ha mostrado su alegría por defender los colores del Tri.
Junto a él igualmente figuran otros tantos destacados como Abraham Romero, actual portero del Pachuca, quien incluso ya ha jugado un par de Mundiales juveniles con el Tri. Es nacido en California y podría cambiar de Asociación en cualquier momento si así lo requiere al no haber jugado con el combinado absoluto.
En una posición similar con pasado mundialista con el Tri se encuentran Richard Sánchez y Uvaldo Luna. Ellos se decantaron por México y siguieron diversos procesos en juveniles, aunque en mayor no han sido requeridos, por lo que igualmente se mantienen como aspirantes a jugar con Estados Unidos si en algún momento los llaman.
La disputa entre ambas asociaciones cada vez es mayor. En el pasado jugadores como Edgar Castillo y Jesse González cambiaron a México por Estados Unidos, pero ahora Jonathan González lo hizo a la inversa. Es un fenómeno social común en los últimos años que sugiere una disputa cerrada.