Entre la montaña de informes que manejaba el cuerpo técnico de Julen Lopetegui antes de comenzar el Mundial de Rusia el nombre de Artem Dzyuba fue solo un apéndice que se sumó a última hora. Stanislav Cherchesov, el entrenador de la selección anfitriona, apenas había contado con él en los dos últimos años y sorprendió incluyéndole en la lista final, a principios de junio, agobiado por la lesión de Kokorin y las malas sensaciones de un equipo que, lejos de despegar, acudía a la Copa del Mundo envuelto en dudas.
Y, de repente, Dzyuba, el Guerrero, despegó. Alto, 1.96 metros de altura, desgarbado, con técnica poco convencional y que ni tan solo juega en un club puntero de su país, está llamado a enfrentar a Sergio Ramos y Piqué este domingo en Moscú, envalentonado por una hinchada que le ha convertido en héroe.
Su espíritu y la intensidad que vive todos los partidos puede a ojos de los aficionados con todo lo demás. Eso y un historial a la altura de cualquier crack mediático, capaz de acostarse con una famosa presentadora de televisión la noche antes de un partido o pelearse con todos los entrenadores que ha tenido y que le llevó, incluso, a encararse con un Roberto Mancini que sentenció en su día su salida del Zenit para que jugase cedido en el Arsenal de Tula… con el que le marcó un gol a su equipo de propiedad tras el que fue a celebrarlo en la cara del técnico italiano.
Dzyuba ya se las había tenido antes con Karpin y Unai Emery, a quien llamó “pequeño entrenador” en el Spartak y también con Fabio Capello en la selección, cuando le afeó al entonces máximo responsable técnico del equipo nacional su “poco conocimiento” del fútbol ruso. No es de extrañar que la polémica salida del entrenador se recibiera con algarabía en el momento que Dzyuba lo celebró brindando con vodka acompañado de aficionados radicales con los que mantiene una relación de amistad.
Llamado, de entrada, a un papel entre secundario y residual en el Mundial, tardó apenas 90 segundos en marcar un gol desde su entrada desde el banquillo frente a Arabia Saudí. Su actuación le valió para ser titular contra Egipto, anotando otro gol, y también frente a Uruguay… En un choque que a pesar de acabar con dolorosa derrota le tuvo como personaje destacado por su pelea incansable con un Godín que acabó harto de él.
España sabe que este domingo se enfrenta a un rival futbolísticamente menor pero doblemente peligroso por el empuje que recibirá de una afición que llenará el estadio. Y que deberá, entre todo ello, atender al carácter guerrero de un Dzyuba que “remata todo lo que le llega, no da un balón por perdido y se pelea con quien haga falta” según descubrió Paulino Granero, preparador físico español que trabaja en el cuerpo técnico de Cherchesov y que anunció la forma en que se toman el partido en Rusia: “Es el partido de nuestras vidas”.
De Artem Dzyuba, que hace apenas seis semanas buscaba un destino para irse de vacaciones, desde luego que lo será.