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Uruguay-Colombia y la carta de renuncia de Francescoli, Sosa, Fonseca y Aguilera a jugar en la Selección

Enzo Francescoli, uno de los nombres que se vio inmerso en el conflicto con Cubilla. Getty Images

“Yo no puedo convocar a un jugador que gana US$ 20 mil por mes, que tiene las mejores ropas, el mejor auto y que viene para hacerles creer a sus compañeros que es bueno, porque en realidad les hace daño”.

Aquella frase marcó a fuego a la Selección Uruguaya. Fue el inicio de un conflicto que quedó grabado como la historia de los “repatriados”. Un conflicto que llevó a la renuncia de Enzo Francescoli, Ruben Sosa, Daniel Fonseca, Carlos Aguilera y José Herrera a la selección leyendo una carta en la Mutual mientras en la calle un patrullero intentaba controlar a la gente que reprobaba el hecho.

Corría el año 1990 cuando Luis Cubilla, que aún no había sido designado oficialmente pero se probaba el traje de técnico de la selección, brindaba las referidas declaraciones al diario Últimas Noticias.

El DT concluyó diciendo: “Entonces, a mí me dicen repatriados y yo digo futbolistas uruguayos que quieran estar con la celeste”.

Esto generó una inmediata respuesta de los principales jugadores que se encontraban en Europa, que se negaron a venir a la selección mientras estuviera Cubilla.

El delantero Daniel Fonseca declaró a El Diario el 7 de junio de 1991: “No quiere repatriados y el primero fue él…”, alusión a que Cubilla era técnico de Olimpia de Paraguay cuando lo designaron.

Fonseca dejó clara la postura de los jugadores: “Hablar se puede hablar pero las cosas están muy claras y mientras esté este cuerpo técnico no vamos a jugar en la selección. Resulta que ahora quieren hablar con nosotros. Fijate que somos representantes del fútbol uruguayo, queda feo decirlo, pero en Italia se conoce nuestro país porque estamos nosotros cinco (Francescoli, Sosa, Fonseca, Aguilera y Herrera) jugando y sin embargo, nadie lo quiere reconocer en Uruguay. Apoyamos a los muchachos, que tengan la mejor de las suertes, pero no al cuerpo técnico porque nos quieren como “salvadores” y de eso se da cuenta la mayoría de la gente”.

“NO VENGO A PELEAR NI A DISCUTIR CON NADIE”
El entrenador asumió funciones en la selección un 10 de junio de 1991. A su arribo expresó en el aeropuerto: “No tengo enemigos, no vine a pelear con nadie, vine a tratar de que, entre todos, procuremos darle una gran alegría a nuestro pueblo”.

Y agregó: “Cuando nos hicimos cargo de la selección y aceptamos el ofrecimiento de la AUF, comenzamos un proceso de trabajo y marcamos determinadas pautas con los miembros de la Asociación, que son nuestros patrones, y nos pusimos de acuerdo en que en esta primera etapa trabajaríamos con los muchachos que están en el Uruguay para saber dónde estamos parados. Para conocer principalmente el nivel del fútbol uruguayo con los jugadores que aún están en nuestro medio. Lo importante ahora, en este momento, es aportarle a este grupo de jugadores que están trabajando con la selección nuestro conocimiento, cariño y las posibilidades de evolución, porque ellos son lo que van a afrontar la Copa América”.

Y fue justamente con un plantel integrado por mayoría de jugadores locales que Uruguay concurrió a la Copa América de Chile 1991, donde la Celeste tuvo como rival en la serie a Colombia.

El partido contra los colombianos se jugó el 15 de julio en el estadio Sausalito y terminó con victoria celeste 1 a 0 con gol de Peter Méndez. Uruguay, pese a haber terminado con la misma cantidad de puntos que Colombia y Brasil, quedó eliminado por diferencia de goles.

En noviembre de 1991, Carlos Aguilera y Ruben Sosa respondieron negativamente a la citación para un partido amistoso con México.

LA CARTA DE LOS REPATRIADOS
El 18 de junio de 1992, en la sede de la Mutual, Enzo Francescoli fue el encargado de leer una carta de 12 carillas que le hicieron llegar al presidente de la AUF, Hugo Batalla. En la misma revelaron la firme decisión de no defender a la selección mientras Cubilla siguiera al frente del equipo. Ruben Sosa, Enzo Francescoli, Carlos Aguilera, José Herrera y Daniel Fonseca eran todos representados por Francisco Casal.

Aquella noche, mientras Francescoli leía la misiva de renuncia, un patrullero matrícula MI 04-820 controlaba la puerta de la gremial de futbolistas debido a que numerosos aficionados habían concurrido a manifestar su disconformidad con la medida de los jugadores.

La prensa analizaba el tema de distintas formas. Mientras Últimas Noticias titulaba: “Cubilla es el único culpable”, El Diario decía: “Los ricos y famosos desamparan a la celeste”.

A pesar de las innumerables charlas, reuniones y cartas, el tiempo pasó y el conflicto permaneció.

En 1993, el técnico Cubilla convocó a Enzo Francescoli, Ruben Sosa y José Herrera para la Copa América, pero no concurrieron al llamado.

El 12 de mayo de 1993 los llamados repatriados remitieron otra nota al Ejecutivo de la AUF donde manifestaban que no podían concurrir a la Copa América pero que estarían disponibles para las Eliminatorias clasificatorias para el Mundial de Estados Unidos 94.

La misiva decía textualmente:

Nos dirigimos a ustedes a efectos de manifestar nuestra respuesta en relación a las cartas por ustedes enviadas.

Primero: En el mes de julio del pasado año solicitamos ante la opinión pública el desagravio por distintas declaraciones realizadas a la prensa del técnico del seleccionado nacional, cosa que no ha acontecido hasta la fecha.

Segundo: siempre ha sido un deseo muy preciado por todos nosotros defender la gloriosa celeste. Así lo remarcamos en cuanta oportunidad tuvimos y dijimos que era precisamente en razón de convivencia para la propia actividad de la selección que debíamos mantenernos al margen hasta que esta situación se aclarara. Hemos visto que con lo acontecido se encuentra también perjudicado nuestro fútbol uruguayo y todo nuestro pueblo con el cual compartimos tantas alegrías. Es por ellos solamente que queremos ser parte de todos los jugadores que defienden a nuestro país.

Tercero: Existen compañeros que han adoptado una posición igual a la nuestra por la que damos por sobreentendido que los términos vertidos en la misma aquello de “resta expresarles nuestro respeto hacia ustedes como hombres y como profesionales” los incluyen a ellos también.

Cuarto: Como es el deseo de ustedes expresado en la carta creemos también indispensable reunirnos y dialogar antes de nuestra incorporación definitiva.

Quinto: Entendemos que al estar las instituciones que defendemos disputando instancias definitorias en el campeonato italiano a pocas fechas de la finalización del mismo harían inconveniente nuestra presentación en Montevideo el próximo 19 de mayo.

Sin otro particular, saludan a ustedes atentamente.

Ruben Sosa, Enzo Francescoli, Carlos Aguilera, José Herrera y Daniel Fonseca.

ELIMINADOS POR COLOMBIA
A la Copa América de 1993, Uruguay volvió a viajar con un equipo mixto y entre los pocos repatriados figuraba Jorge Polilla Da Silva.

La Celeste clasificó en el segundo lugar del grupo que compartió con el local Ecuador, Venezuela y Estados Unidos.

En cuartos de final esperaba la Colombia del Pibe Valderrama, Tino Asprilla, René Higuita, Leonel Álvarez. Es decir, la base de aquel famoso equipo que le anotó cinco goles a Argentina en el Monumental.

El equipo celeste se puso en ventaja a los 63 minutos con gol de Marcelo Saralegui, pero a dos minutos del final Perea igualó el juego y lo llevó a la definición por penales donde se impuso el elenco cafetero 5 a 3.

Uruguay jugó con Robert Siboldi; Cesilio De los Santos, Daniel Sánchez, Fernando Kanapkis y Nelson Cabrera; Héctor Morán, Santiago Ostolaza, Eber Moas y Marcelo Saralegui; Walter Pelletti y Hugo Guerra (57’ Jorge Da Silva).

¿Y el diferendo Cubilla-repatriados? ¿Se solucionó? Los jugadores volvieron a la selección, pero el relacionamiento no era el adecuado. A los pocos partidos de iniciada la Eliminatoria, el técnico fue destituido. Uruguay no clasificó al Mundial. La herida quedó abierta durante muchos años.