La Copa del Mundo de Qatar 2022 vivirá su gran final dentro de un año exacto, el 18 de diciembre de 2022, y dejará un legado.
¿Grandes gestas deportivas? ¿El surgimiento de un nuevo héroe del fútbol? ¿El capítulo imborrable de uno de los grandes clásicos de selecciones? Es posible.
Pero me estoy refiriendo a una certeza. Tanto, que tiene una superficie de 35 kilómetros cuadrados y está hecha de acero, cemento y hierro.
Una ciudad.
La costa norte de Qatar, en el municipio de Al Daayen, era prácticamente un desierto cuando el país fue elegido por la FIFA para organizar el Mundial 2022.
Entre las propuestas que sedujeron al ente máximo del fútbol allá por el año 2010 estaba la construcción desde cero de una ciudad, que se iba a llamar Lusail y albergaría al estadio de la final.
Más de una década pasó desde aquel momento. Y donde no había otra cosa que arena ahora se está terminando de construir una ciudad de 35 kilómetros cuadrados donde se prevé que vivan unas 200 mil personas una vez que el Mundial haya terminado.
El epicentro de la nueva ciudad, cuya superficie incluye una zona de islas, será efectivamente el 'Estadio Icónico de Lusail', donde se disputarán 10 partidos del Mundial, entre ellos la final. Con capacidad para 86.250 espectadores, el recinto está completamente rodeado por agua y solo se podrá acceder a él por alguno de los seis puentes de ingreso.
Qatar tiene por política usar al deporte como carta de presentación hacia Occidente. El Mundial es su apuesta más ambiciosa . Y dentro de ella, Lusail aparece como la gema.
Pero estamos hablando de legado, como dije al principio.
Finalizada la Copa del Mundo, Lusail será el hogar de por lo menos 200 mil personas y pasará a ser la primera 'ciudad de entretenimiento' de la región: además de las zonas residenciales, con escuelas y centros de salud, destinará 180.000 metros cuadrados de su superficie para ofrecer ocio.
Parques temáticos, dos campos de golf, centros comerciales, 12 hoteles cinco estrellas, tiendas de lujo y restaurantes serán parte del combo.