La magnitud de la llegada de Kobe Bryant era tal que su muerte, y la de su hija Gianna, en un accidente aéreo el domingo pasado resonó mucho más allá del básquetbol y tocó a muchos deportes. El fútbol no fue la excepción. Cuando se conoció la noticia de la muerte de Bryant, aparecieron tweets de equipos de fútbol de todo el mundo, entre ellos AC Milan, el equipo del que fue hincha en su juventud. La sensación era que el deporte había perdido a un querido amigo.
Hoy en día, no es extraño que un atleta profesional muestre afinidad por otros deportes, incluso de variedad internacional. Existe un punto universal en la lucha, un reconocimiento del esfuerzo y el talento que hace falta para llegar a la cima. El fútbol ha sido un gran beneficiario de esta tendencia. Joel Embiid, estrella de los Philadelphia 76ers, supo vestir la camiseta de Real Madrid. En una entrevista previa al partido de campeonato de la NFC el domingo pasado, el mariscal de campo Jimmy Garoppolo de los San Francisco 49ers llevó los colores de Paris Saint-Germain.
Hace unos 20 años, semejantes muestras de apoyo no eran tan comunes, pero incluso entonces Bryant era un fanático desenfadado del fútbol. Sus raíces futbolísticas eran profundas. Fue un aficionado del fútbol incluso antes de que el deporte se volviera masivo en su país.
El fútbol tiende a valorar este tipo de reconocimiento. Aunque se pregona como el deporte del mundo, la aceptación masiva ha sido muy lenta en los Estados Unidos en las últimas décadas. La aceptación de figuras como Bryant --ya sea vistiendo una camiseta o elogiando el deporte-- ayudaba a sumar algunos puntos.
Cuando el padre de Bryant, el exjugador de la NBA Joe "Jellybean" Bryant, decidió continuar su carrera en Italia, llevó a su familia con él cuando Kobe tenía seis años. El más pequeño de los Bryant pronto se empapó en la cultura futbolística del país, alternando el básquetbol con el fútbol en las canchas del barrio donde vivía su familia. Y tomó lo que pudo del fútbol para aplicarlo en el básquetbol.
"[El fútbol] es estratégico", le dijo Bryant a ESPN en una entrevista de 2017. "Cuando recibes la pelota ya debes tener una buena lectura de lo que tienes delante y lo que debes hacer a continuación. Y también la estructura; me enseñó desde pequeño a jugar en triángulos y a aprovechar los espacios, lo que me terminó ayudando muchísimo en el básquetbol también. Me encanta la idea de lo rápido que se mueve la pelota y lo rápido que debes procesar lo que se está moviendo delante de ti para tomar decisiones".
Cuando Bryant y su familia dejaron Italia para regresar a los Estados Unidos en 1991, él ya había adoptado a AC Milan como su equipo. En aquel entonces, el fútbol profesional en los Estados Unidos todavía era muy limitado. Aún faltaban tres años para el Mundial la FIFA de 1994. Y la MLS nacería dos años después del mismo.
Y, aun así, Bryant no perdió el fanatismo. Su amistad con la figura brasileña Ronaldinho, y más tarde con el estelar argentino Lionel Messi, lo fueron acercando a Barcelona con el correr de los años. Durante los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 hasta se tomó el tiempo de ir a ver a Messi en persona durante el triunfo de Argentina por 3-0 sobre Brasil en la semifinal. Un enjambre de fans lo siguió a la salida del Estadio de los Trabajadores en Pekín esa noche, y su cabeza flotaba por encima de la multitud bajo la luz del atardecer. Y conversó con Messi en la cafetería.
"En los Juegos Olímpicos, la cafetería siempre es el mejor lugar porque tienes a todos los atletas de todos los equipos en un mismo lugar", dijo Bryant. "Cuando estábamos dando una vuelta por la cafetería, vimos a [Messi] y su equipo en una de las mesas, así que me acerqué, me senté con él y hablamos de los Juegos Olímpicos, del deporte un poquito. Fue divertido".
La variedad de promociones de Bryant, entre ellas BodyArmor, lo mantuvieron conectado al fútbol en un rol de patrocinio. Muchas veces habló de cómo la selección nacional femenina inspiró a sus hijas. En una entrevista con el analista de televisión de ESPN Hércules Gómez en la Jornada de Medios de MLS, Bryant comentó que sentía que los Lakers se parecían mucho al Barcelona en ese momento; equipos con mucha trayectoria en proceso de transición.
Esa conexión ya no está. Hoy en día el fútbol pisa más firme en los Estados Unidos. Hay jugadores famosos que no sólo son fans sino también inversionistas. James Harden de los Houston Rockets compró parte del Houston Dynamo, y Russell Wilson, de los Seattle Seahawks, invirtió en los Seattle Sounders. Pero Bryant era como ese viejo amigo que, aunque no lo veas seguido, te reconforta la idea de saber que está ahí. Ya lo echamos de menos.