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Gradas vacías, pero llenos de futbol

ESPN

Hay fútbol, lo que no hay es público. Hay juego, no hay cánticos. Hay intensidad, aunque no hay banderas. Fútbol es fútbol, lo demás son decorados para el espectáculo, pero nos hace falta y lo hará hasta que la ciencia lo permita. Aunque los sollozos de los primeros días de fútbol en tiempo de pandemia hacen pensar que un cántico de la grada hace falta más que una combinación a un toque y al píe entre un interior y su lateral izquierdo. Parece que el abrazo de gol se extraña tanto, que no se aprecia el gol.

El fútbol es aquello que pasa dentro de las líneas pintadas en el campo. Es eso que juegan once que tienen una camiseta de un color contra once con camiseta distinta. Es el juego en sí. La interrelación de dos colectivos y veintidós voluntades diferentes con una pelota de por medio. No hay público o cánticos o banderas y sigue siendo fútbol. Uno sin el adorno que la pasión de los aficionados le deja al ambiente, uno sin marco. Una obra de arte sigue siendo majestuosa sin la carpintería que la rodea. Si lo que nos gusta es el arte, por el arte mismo, o la carpintería con la que colgamos esa obra en la pared.

Lo que se viene en los días de fútbol en tiempos de pandemia es un exigente examen de conciencia para quienes se llaman, o nos llamamos, futboleros. Sin pretender una jerarquización de aficiones por sus distintos grados de pasión y niveles de conocimiento, el fútbol post-Covid19 plantea una revisión de gustos y una intensa preparación para ampliar el conocimiento del juego. Independiente del punto del que se parta para ese propósito, el fútbol de ahora nos llevará a ver más del juego o a no verlo y mirar a otro lado.

Es lo que hay hasta que no tengamos una vacuna que nos garantice que entrar a los estadios no significa un riesgo, o una bomba biológica como llamó el alcalde de Bérgamo al Atalanta-Valencia de la UEFA Champions League. Fue en febrero que en San Siro se juntaron 45,000 personas cuando el virus ya circulaba por el norte de Italia. Aun habiendo conseguido la certeza científica que permita la apertura de los estadios, la vuelta a las gradas tendrá mucho que ver con la disciplina de los aficionados. Comprensión también a los comportamientos en el campo. Sí, es contradictorio que los jugadores no se abracen tras un gol cuando antes se pelearon en el área y por la misma pelota. No se abrazan por la fuerza del mensaje que emiten en el gesto: distancia social previene el contagio.

El fútbol es una plataforma para educar. Mirar al campo más que a las gradas aporta porque el juego merece un mayor espacio de estudio. Ampliar el lenguaje didáctico y democratizarlo, sin construcciones literarias que segreguen sino inviten a que más personas se acerquen a ver el juego por el juego en sí. Más allá de los modelos y más cerca de las relaciones individuales que componen un colectivo hay un mundo fascinante que existió aún sin público en las gradas. El fútbol está ante esa oportunidad de darse a conocer, mostrar lo que pasa entre sus líneas. Los jugadores buenos han sido buenos desde que jugaban en calles empedradas con los rivales como único público. A la grada volveremos algún día y todos cantaremos, saltaremos y ondearemos las banderas. Lo haremos conociendo más del juego.