El Basakesehir se coronó en la Superliga Turca por primera vez en su historia, un club sin aficionados que este domingo recibirá el trofeo
Ha pasado de equipo municipal de segunda a campeón de la Superliga turca en siete años: el sorprendente ascenso del Basaksehir turco tiene mucho que ver con la política, el dinero y la ideología del presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan.
El club se coronó ganador de la Superliga el pasado domingo y la copa la recibe este domingo -tras concluir la última jornada- en una celebración en su estadio.
La victoria 1-0 contra el Kayserispor hace siete días le dio el título al ponerse a una distancia insalvable para el resto de competidores, pero el júbilo en Turquía ha sido moderado: el Basaksehir tiene todo salvo una hinchada para celebrar el triunfo.
MÁS FE QUE AFICIÓN
No la tiene ni en su propio barrio, una extensa urbanización moderna, compuesta por complejos residenciales con jardines, vigilante en la entrada, parques, un riachuelo artificial rodeado de césped y flores, un salón de bodas municipal...
Por el parque pasean familias o parejas, las chicas en su gran mayoría ataviadas con el velo que caracteriza a las seguidoras del partido islamista Justicia y Desarrollo (AKP) que, fundado por Erdogan, gobierna Turquía desde 2002. No faltan siquiera señoras con el nicab negro que caracteriza a las capas más fundamentalistas.
Fe hay mucha en el barrio, pero fútbol bastante menos, parece: se ven más mezquitas que banderas del club, pese a que acaba de lograr el máximo sueño de todo equipo turco.
"¿Seguidor del Basaksehir? No, yo no", responden uno tras otro los transeúntes ante la silueta del moderno estadio, reluciente de cristal. Tres chicos, apenas alcanzada la mayoría de edad, justifican su desinterés: "Es que el club es muy reciente, no tiene raíces aquí", aseguran a Efe.
INSTRUMENTO POLÍTICO
El Basaksehir se creó en 2014, transformando el antiguo equipo municipal de Estambul, el IBB, fundado en 1990 y que oscilaba entre primera y segunda categoría desde 2007, sin estadio propio.
El equipo adoptó el nombre de Basaksehir (Ciudad de las Espigas), una urbanización en la periferia noroccidental de Estambul, recibió un flamante estadio propio situado en el mismo distrito y comenzó un ascenso imparable: al año siguiente acabó cuarto en la Superliga y en 2017 alcanzó el segundo puesto.
¿Cómo ha conseguido ascender tan rápido?
"Por dos motivos: porque han hecho bien unas cuantas cosas, y porque tienen el respaldo del Gobierno", responde el periodista experto en deporte Bagis Erten, en conversación con Efe.
"Primero, estar ubicado en Estambul es una ventaja para atraer a jugadores extranjeros. Tenían un buen entrenador, Abdullah Avci. Financieramente, el club se gestionó muy bien: siempre ha pagado puntualmente a los jugadores, un punto clave que no es tan habitual en Turquía", agrega el experto.
Por otra parte está el pleno respaldo del Gobierno, decidido a construir un club que encarnase los valores de la ideología islamista y conservadora, algo que no se podía decir de los "tres grandes" de Estambul, el Galatasaray, el Fenerbahçe y el Besiktas, todos con más de un siglo de historia.
"Primero lo intentaron con el Kayserispor (de la Anatolia conservadora), luego con el Kasimpasa (del barrio homónimo de Estambul, donde nació Erdogan), pero fracasaron. Así que lo intentaron con un club sin seguidores, sin historia, más fácil de moldear", relata Erten.
Dinero no faltaba: en 2015, el club firmó un trato de patrocinio con la empresa sanitaria Medipol, dueña de un excelente hospital y una universidad privada... y dirigida por Fahrettin Koca, un médico que desde 2018 es ministro de Salud de Turquía.
EL CLUB DE ERDOGAN
Muchos tildan de "club de Erdogan" al Basaksehir, y no faltan motivos. Los colores del equipo son naranja, azul y blanco, justo los que utiliza el AKP. La fila de banderines ante el estadio se podría confundir con un momento de campaña electoral.
En añadidura, el presidente del club es Göksel Gümüsdag, concejal del AKP por Estambul, casado con una sobrina de Emine Erdogan, la esposa del jefe de Estado turco.
Erdogan mismo -en su juventud apasionado futbolista- se puso a jugar en el partido simbólico de celebridades con el que se inauguró el estadio del Basaksehir y no ha parado de animar a las juventudes del AKP a afiliarse al club.
En eso falló: "El Basaksehir no ha calado en el partido, no tiene seguidores, no ha conseguido crear una cultura de fútbol, ni tampoco es un modelo para otros clubes, porque su éxito radica en el respaldo del Gobierno, ni siquiera tiene un estilo de fútbol propio", describe Erten.
LOS MEJORES JUGADORES
"Tienen los mejores jugadores que se pueden comprar en el mercado, pero no tienen nada más", resume.
Es altamente simbólico, cree el experto, que el Basaksehir haya ganado la Liga precisamente el año del coronavirus, cuando no se admiten espectadores en el estadio. Espectadores que el club, de todas formas, nunca ha tenido, a diferencia de sus rivales.
"Con la pandemia, los demás equipos están todos en la misma situación que el Basaksehir: ahí pudo ganarlos", concluye el periodista.