Con dos goles en tiempo añadido, Nacional le ganó el primer clásico del año Peñarol por 3 a 1, en el marco de la Serie Río de la Plata, y su técnico Martín Lasarte pasó de no ser querido por ninguno de los candidatos a la presidencia, a que le palmearan la espalda.
En un partido que terminó siendo emotivo y con un alto voltaje que se transmitió desde las tribunas, los tricolores volvieron a ganarle a su eterno rival desde atrás. Le costó, por momentos sufrió, pero tuvo rebeldía y entereza para llevarse el partido y sobreponerse a un gol desde los vestuarios.
Es que Peñarol se puso rápidamente en ventaja. El partido recién tomaba forma cuando, a los 5 minutos, el elenco aurinegro terminó sorprendiendo a Nacional a la salida de un lateral. Suárez movió de manos para Leo Fernández que encaró y tiró un centro que restó a media Coates. La pelota se elevó, picó y Báez se la bajó a Eduardo Darias que, de frente al arco, batió a Mejía con un remate bajo y esquinado.
Un golpe fulminante para un Nacional que venía de horas de incertidumbre, tras una continuidad poco clara de su entrenador Martín Lasarte, y un período de pases donde se anunciaron nombres que nunca llegaron.
En esos primeros minutos de juego, Peñarol se mostró más claro desde el punto de vista futbolístico. Era algo que se podía presagiar teniendo en cuenta que mantuvo la base del plantel del año pasado.
Sin embargo, Nacional, que tiene problemas de gestación de juego, emparejó el partido en base a rebeldía y ganas. Empujó. Las pruebas más claras fueron la presión de Damiani sobre De Amores, que casi le cuesta caro al golero aurinegro, y un remate de Oliva que pasó cerca.
Para la polémica quedará un penal que reclamó Peñarol de Coates a Jaime Báez sobre los 20 minutos que el árbitro Daniel Rodríguez desestimó y el codazo de Millán a Leo Fernández que podía haber sido roja.
Nacional encontró el empate en el minuto 38. Franco Catarozzi cambió de frente la pelota para Lucas Morales que, cuando arremetió de la derecha al medio, perdió el balón con tanta fortuna que le quedó a Nicolás "Ojito" Rodríguez, que le pegó de primera y decretó el empate.
Momentos de uno y otro
En la parte complementaria, comenzó mejor Peñarol, que adelantó líneas y se paró en terreno tricolor, pero no pudo sacar rédito de tener la pelota.
Y Nacional, a los empujones, dispuso de otra oportunidad en una acción donde la defensa de Peñarol no terminaba de restar el balón y le quedó al Diente López que la agarró mordida y no pudo definir bien.
Sobre los 60 minutos, el técnico de Peñarol, Diego Aguirre, apeló a cambios: entraron Milans, Hernández y Terans por Suárez, Olivera y Javier Cabrera.
Esto determinó movimientos de piezas. Leo Fernández pasó a jugar al doble 5 y Darias ocupó la banda. Minutos después el que movió piezas fue el DT de Nacional, Martín Lasarte, dando ingreso a Amaro por Nico Rodríguez y Lucas Villalba en lugar de Catarozzi.
El juego fue de un lado al otro. El partido pendió de un hilo y Nacional pudo sentenciar el juego: primero con una corrida de Villalba y el pase al medio para Damiani que definió y tapó De Amores; y luego en una acción donde el Diente López intentó definir con un sombrero que controló otra vez el golero mirasol.
Peñarol despertó y fue sobre el arco de Nacional, pero chocó con la figura del golero Luis Mejía, que sostuvo a los tricolores. Primero salvando una definición de Lucas Hernández y luego un remate de García con destino de red.
Cuando el árbitro había marcado el tiempo de adición y los equipos se encaminaban a los penales, Amaro encabezó un ataque combinando con Mauricio Pereyra que filtró una pelota para el colombiano Diego Herazo que, dejando de lado a Coelho, definió para decretar el segundo gol de los tricolores.
Y cuando el DT de Nacional reclamaba el final del partido, Peñarol, que había ido a buscar un tiro de esquina hasta con su golero, quedó expuesto. Herazo restó y la pelota le quedó a Lucas Villalba que, desde el medio de la cancha, comenzó a palpitar el gol que terminó convirtiendo en la boca del arco.
Nacional logró un triunfo que significa una gran motivación por todo lo expuesto con anterioridad. Aquellos que no querían al técnico Martín Lasarte, ayer le terminaron palmeando la espalda.