¿Cómo no recordar al Orejón? Sus broncas con el golero porque no sacaba rápido. Su andar sencillo con unos humildes championes Topper y jogging rojo. Los gritos que le pegaba Dardo Pérez porque esperaba la pelota en lugar de atacarla. Su mentalidad y su convicción única. Jamás se caía. El remate de primera. Sus duelos contra el Nacional de Luis Suárez, porque fueron rivales a muerte en las formativas. Imposible olvidarlo… Aquellos que fueron sus compañeros cuando daba los primeros pasos en las formativas de Danubio pueden dar fe de su capacidad para superar cada reto que se le presentó por el camino.
Quienes convivieron dos semanas en Viareggio, ciudad situada en la Toscana italiana, con aquel botija al que llamaban Orejón, jamás imaginaron que con el tiempo se transformaría en uno de los delanteros más desnivelantes del mundo.
ESPN se metió en las entrañas de Edinson Cavani. Desde aquellos lejanos años de las formativas donde acunaba sus primeros sueños, a este presente donde el mundo lo conoce como el Matador.
Febrero de 2006. Los botijas de Danubio habían dejado atrás un año duro donde Cavani ya mostraba sus primeras armas y su espíritu competitivo.
“Recuerdo que Edi se enojaba conmigo cuando descolgaba un centro y no se la tiraba rápido. ¡Dale Nico, dos horas para dar un pase!, me gritaba. Y yo le decía, ¿para qué querés que te la tire si estás con tres defensas? Pero él quería que se la tirara igual”, rememoró su excompañero, el golero Nicolás Gentilio, en charla con ESPN.
Una de las cualidades de aquel Cavani de tiempos de aprendizaje era que no tenía temor al ridículo y muchas veces marraba goles por rematar de primera, una característica que mantiene. El uruguayo define con la pelota como le viene. Gentilio recordó que Cavani: “Siempre tuvo una convicción única, una mentalidad increíble, distinta a todas, no se caía por nada. Edi erraba 200 goles, pero volvía a insistir. No se caía”.
Aquel torneo juvenil de Viareggio, donde formaron parte Juventus, Inter, Roma, Cerro Porteño de Paraguay; Pumas, Santos Laguna y Necaxa de México, entre otros, marcó un antes y un después en la carrera de Cavani. Y no precisamente por la cantidad de goles que marcó.
“Edi no hizo goles en ese campeonato, pero siempre estaba dentro del equipo ideal. A los italianos les gustaba su porte atlético, los chocaba a los centrales y los enterraba de cabeza”, rememoró Gentilio en diálogo con ESPN.
Cierta vez se apareció por la concentración de Danubio un empresario italiano. El hombre se ofreció para representar, por un período de seis meses en Europa a los jugadores que no tenían representante, y se comprometía a buscarles equipo para realizar una prueba. Para certificar el acuerdo, exigía un documento firmado. Y uno de los que firmó fue Cavani.
“Me acuerdo como si fuera hoy. Edi concentraba conmigo y con Ignacio Amarilla. Una noche en la habitación le dijimos, vos estás loco Orejón. Y el Edi con esa ingenuidad que tenía decía ‘yo les firmo a todos, después que se arreglen”.
Con el tiempo aquella firma generó un conflicto de empresarios disputándose su pase y derivó en una historia de fantasía que habla de un supuesto “secuestro” de Cavani en un hotel para evitar la puja de contratistas.
Lo cierto es que el italiano consiguió una prueba para Cavani. En la despedida con sus compañeros de habitación, Edi les dijo: “tranquilos gurises que a estos tanos se les tiro larga y los paso por arriba”, recordó Gentilio sobre aquel momento del abrazo. Claro síntoma de que su fe era inquebrantable desde chico.
Pero la cosa no fue tan sencilla como pensaba el Matador. “Hice una prueba en el Treviso y en el Chievo Verona, pero ninguno me quiso comprar”, reveló a Diego Muñoz en el libro Nuestra Generación Dorada. Al regreso de Italia el técnico de Danubio, Gustavo Matosas, lo vio en una práctica, preguntó quién era, y se lo llevó de inmediato para el primer equipo.
Allí se encontró con un plantel donde sobresalían el colombiano Hamilton Ricard, Juan Manuel Salgueiro, Eudalio Arriaga y Nacho González. Cuentan que cierto día Edi fue a pedirle consejos a Hamilton para resolver las jugadas frente al arco. Y el colombiano le sugirió: “Tú tienes que mirar al Gordo Ronaldo. Es toda potencia, los pasa por arriba, pero cuando llega el momento de definir, fíjate, baja un cambio”.
El 12 de enero de 2007 la selección Sub 20 de Uruguay enfrentaba a Colombia. A los 54 minutos Edi bajó un cambio. Gol uruguayo. Desde algún rincón Hamilton explotó: “¡Para qué le di consejos a este, mira cómo define!”. Luego del Sudamericano el goleador emigró a Italia. Se lo llevó Palermo.
Al sacrificio
En Italia comenzó la verdadera transformación de Cavani. “Cuando llegué al Palermo en el año 2007, el entrenador (Francesco Guidolin) me dijo: ‘Tenés una gran capacidad física y eso nos sirve, porque vos recuperás muy bien la posición y llegás a definir, y cuando llegás al ataque no tenemos solo el delantero, sino que tenemos también un volante que llega’. Era un volante tipo carrilero, que iba y venía”, recordó en el libro Nuestra generación dorada.
Al año siguiente el club italiano cambió de técnico y con Davide Ballardini, Edi regresó a su viejo puesto al centro del ataque. Marcó 27 goles en dos temporadas, se ganó su lugar en la Selección y fue fichado por el Napoli en 2010.
En el club de Diego Maradona se convirtió en ídolo. Jugó tres temporadas como delantero y fue una máquina de convertir goles. Por esos tiempos la tarea que desempeñaba en la Selección y su posición en el campo generaban diferencias con lo que hacía en el conjunto napolitano.
Cavani recordó que cierta vez, a su regreso de defender a la celeste, el verborrágico presidente napolitano Aurelio De Laurentiis estaba enojado. “Decía: ‘¿Cómo te pueden poner ahí, Edi? Sos el goleador acá’. Pero yo siempre tuve claro que la Selección es la Selección. En la Selección uno va y va a dar lo mejor, y si el entrenador cree en mí, me pone ahí y tiene confianza, a mí me basta”, expresó el Matador.
Llorar por Uruguay
Todo le costó a Cavani. Hasta su paso por la Selección generó lágrimas de dolor. Edi debutó con la Celeste en febrero de 2008. De aquel amistoso con Colombia a las Eliminatorias fueron ocho meses de espera. El Matador empezó a ser convocado hasta que en 2009 llegó el Repechaje contra Costa Rica por un lugar en el Mundial de Sudáfrica 2010. Allí recibió el primer golpe duro de su carrera. El técnico Tabárez lo dejó afuera. No fueron tiempos sencillos…
Por ese entonces Edi iba a ser papá, pero Soledad, su mujer de entonces, perdió el embarazo. Miró los partidos por televisión. Llorando.
Diego Muñoz reveló en el libro que: “Se levantó del sillón, se fue al cuarto y antes de acostarse despertó a su pareja de entonces para decirle que él iba a estar en el Mundial. Fue una prueba por superar para cumplir el sueño. Era un desafío, un reto, un juramento. Esa promesa que se hizo a sí mismo le dio fuerzas y lo llenó de ilusión”.
Vaya paradoja del destino: el hombre que lo dejó afuera del repechaje, reveló en alguna oportunidad que sus nietos eran fanáticos de Cavani.
“Leandro y Facundo tienen el número 21 de Cavani. Una vez Melissa (su hija) me dijo, lo que menos soy es cholula, pero quiero tener un recuerdo. Entonces en los espacios que habilitamos para visitas de los familiares venían y se sacaban fotos con Palito, Suárez, con el Cacha, pero Facundo no. No participaba. Leandro y Sofía sí, pero él no. Y cuando vino Cavani, que estaba en otro lugar con su familia, él lo vio, y ahí sí se sacó una foto y luego se puso a jugar al fútbol con él. Él tiene pasión con Cavani”, reveló el Maestro Tabárez en nota con Del Sol FM en diciembre 2017.
El DT celeste agregó: “Edi es una persona exquisita en todos esos aspectos de relacionarse con los niños. El día de su cumpleaños le mandó un mensaje a Facundo”.
Cavani fue al Mundial de Sudáfrica 2010 y pasó a ser figura inamovible de la selección. Sin embargo, en la Copa América de 2011 recibió otro golpe. Edi se lesionó en la segunda fecha contra Chile. Lejos de bajonearse, luchó contra el tiempo en procura de recuperarse. Uruguay fue superando etapas hasta llegar a la final. El Maestro, valorando su esfuerzo, lo puso en el segundo tiempo de la final contra Paraguay que los celestes ganaron 3 a 0.
A la sombra
“Capitán, yo, juegue donde juegue, al final del partido voy a ser el que más se haya entregado, el que más haya dejado por la camiseta”, le dijo Edi a Diego Lugano que lo escuchaba orgulloso en plena Copa América 2011. Fue en el hotel, mientras tomaban mate a la espera de salir para un entrenamiento. Con esa frase Edi dejaba en claro que su adhesión a la causa por la camiseta del país, estaba más allá del puesto en el que lo utilizaran.
La mayor parte de su trayectoria en la Selección la desarrolló a la sombra de un Luis Suárez que se transformó en el goleador histórico de Uruguay. Edi fue al sacrificio. Poco le importó. Y con el paso del tiempo la gente se lo reconoció. El Mundial de Rusia fue la prueba más elocuente. Salió lesionado en el épico partido contra Portugal de los octavos de final y la mayor parte del pueblo se embanderó con Edi. A Cavani poco le importa vivir a la sombra de los goleadores. Otro tanto le pasó en Francia cuando el 16 de julio de 2013 desembarcó en París Saint Germain, un club “gobernado” en primer lugar por Zlatan Ibrahimovic y posteriormente por Neymar. Cavani debió convivir con los egos de ambos. Y lo hizo desde su lugar de siempre. Desde el silencio. Él hace su trabajo. Con profesionalismo a prueba de balas.
Jamás una declaración fuera de lugar, un gesto o una acción que deje en evidencia a un compañero. Cavani sufrió en Francia, fue blanco de críticas. Pero nada dijo, por su condición de caballero. En junio de 2020 el Matador fue dejado en libertad de acción por el club parisino pese a ser el goleador histórico de la institución. Cavani se refugió en su Salto natal y escuchó cientos de versiones sobre su destino, hasta que recaló en la competitiva Premier League inglesa. Algunos llegaron a decir que estaba loco. Pero Edi, como a lo largo de su carrera, aceptó el reto.
Como lo hizo aquel día de febrero de 2006 cuando le firmó una carta de representatividad a un italiano que no conocía, con la simple misión de que le consiguiera una prueba en un equipo italiano. De aquel entonces a la fecha mucha agua corrió bajo el puente. Tanta, que nadie imaginó que el Orejón se transformaría en Matador…
La prueba más contundente es la anécdota que contó Gentilio: “Yo recuerdo que cierta vez fuimos con la cuarta de Danubio a jugar un campeonato a la cancha de Temperley en Argentina. Allí el Edi me dio la camiseta, aquella marca Enerre. Yo llegué a casa y se la regalé a mi padre que es hincha de Danubio pero poco menos que me sacó corriendo. ‘¿Esta camiseta me traes? ¡Quién lo conoce al 9! Tráeme la del Rata (Martiñones)’, me dijo. ¡Y lo peor es que la regaló! Es increíble, pero la camiseta de Cavani la tiene uno de sus amigos”.