Los 25 años de Las Leonas arribaron con muchos recuerdos de ese suceso que cambió la historia del deporte, pero en medio de esas memorias y experiencias del pasado, casi al unísono salió un nombre que ayudó a realizar modificaciones en la estructura del proceso para llevar al seleccionado a un lugar que nunca había llegado: Luis Bruno Barrionuevo.
Lucho, fue el principal colaborador de la rama física para Sergio Cachito Vigil en sus comienzos, resultó una pieza clave para hacerles creer a las chicas que se podía, que había un camino para arribar a lo más alto de la montaña, aunque no sería nada sencillo.
“24 de febrero de 1997, no me olvido más, ese día nos presentan ante un grupo de mujeres como los nuevos directores técnicos y preparadores físicos de ese equipo, que venía de un no buen resultado en Atlanta 1996. Ellas, con mucha expectativa de tener conductores nuevos y nosotros entendimos que había que hacer algo distinto, modificar la mentalidad de que arranquen el día entrenando bien temprano, a las 8 de la mañana y no a las 19 como estaban acostumbradas”.
Luis Bruno, atleta olímpico en salto en alto, sabía que la disciplina es algo que no se puede negociar e intentó inculcar sus aprendizajes del deporte individual y llevarlo a lo grupal: “A mí me gusta hablar de preparación atlética más que de preparación física, que es una diferencia, porque el cuerpo es eso, un cuerpo, pero que también tiene emociones y hay que saber unir el entrenamiento, con todo lo que aprendiste en tu carrera porque si no después el efecto no se va a ver en la cancha".
Además de preparador físico, Barrionuevo tenía la palabra correcta en el momento indicado, sabía la manera de trasmitir la savia que emanaba su corazón con anécdotas o vivencias, que permanecen como un recado en el disco duro de Las Leonas del 2000.
"Tuve que aprender a usar las palabras, ontología del lenguaje se llama, qué decir, cómo decir y cuándo decirlo. Creo que las chicas se daban cuenta de eso y lo valoraban. Eran durísimos los entrenamientos que le proponía, pero las emociones las canalizaba convenciéndolas, de alguna manera, que esa era la única forma de llegar a los límites que ellas se hubieran propuesto".
Y siguió, "se fueron convenciendo de a poco, y yo me fui soltando, y me di cuenta que las emociones hay que saberlas manejar a la par de realizar un buen entrenamiento, porque no sólo eran rigurosos y muy duros físicamente, sino cuando había que decir algo y sabíamos que era importante, se decía y se hablaba. Verse con las manos con callos, cambiar el número de jean, porque las piernas se habían musculado de otra manera, esas cosas que el cuerpo les cambió, pero empezaron a jugarle de igual a igual a las potencias en el Mundial de Utrecht, llegaron a una semifinal jugando bien, enteras, físicamente casi igual que las potencias del mundo, ese era el precio que habían pagado por empezar a jugar a nivel internacional en serio”, manifestó Luis Bruno.
El poder de la palabra
Hubo un momento crucial, en el que Barrionuevo tuvo que demostrar todas sus facultades de orador para motivar a ese grupo que recibió el golpe más duro de todo el proceso en Sídney y en medio del certamen.
“Cuando sucedió lo del reglamento les conté una historia, se llama La Casa de los Sueños Realizados. Básicamente es un grupo de mujeres que tienen que llegar a una casa donde está el sueño que tuvieron, se cristaliza y lo consiguen, pero tienen que pasar por diversos estamentos o habitaciones de debilidades y la historia terminaba diciéndoles, '¿y nos vamos a resignar ahora?' Les recordé todas las cosas que habían hecho en cuatro años y de refilón, mientras hablaba, veo que Soledad García estaba llorando, se le caían las lágrimas y de golpe hubo un silencio... la capitana se levantó y dijo, ‘mañana vamos a usar esa camiseta que nos regalaron con la Leona, porque si realmente somos Leonas, no podemos resignarnos ahora. Hay tres partidos para jugar y como Leonas los tenemos que ganar'. Karina (Masotta) se levantó espontáneamente y dijo eso, y al otro día empezó el recorrido. Le ganamos a Holanda, le garramos a China, le ganamos a Nueva Zelanda y jugamos la final olímpica".
Sí bien Barrionuevo tenía facilidad para inventar cuentos que las hiciera vibrar, era consciente que no había que abusar de su fortaleza como predicador: “No hay que hacerlo muy frecuentemente porque si no pierde valor la palabra. A mí me parecía cuando había crisis o una situación especial, yo tenía que hacerme presente no como preparador físico, sino como ese coach. El preparador físico terminaba en la pista de atletismo, en la cancha de hockey, y aparecía el coach que reafirmaba con palabras todo lo que habíamos hecho en la pista o en la cancha".
Más allá de los conseguido en el proceso, Lucho no olvida la tenacidad que tenía ese conjunto de jugadoras que se toparon como cuerpo técnico y la conjunción que hubo en todas sus líneas. “Encontramos el grupo que cualquier entrenador hubiera deseado encontrar, un grupo abierto que venía muy golpeado, pero con mucha hambre de que algo de su potencial tenía que salir y ellos encontraron un excelente director técnico como Cachito, un apasionado, una gran jefa de equipo que siempre tenía la palabra justa, como Claudia Medici, que no sabíamos donde estaba, pero estaba en todas, Gaby Minadeo y, al inicio, Lalo Junquet para ayudarlo a Sergio a ser mejor y Luis Ciancia que era el headcoach del proyecto".
Diferenciar resultados de logros
Pero si hacemos énfasis en lo que uno gana en el deporte, ese plantel de Las Leonas consiguió afianzar las vigas construidas muchos años antes, sin tanta visibilidad ni reflectores, para armar un rascacielos con un legado al que cada jugadora, desde que nace, quiere pertenecer: “Siempre diferencié los resultados de los logros, lo que verdaderamente ganamos es que hoy vamos por la sexta, séptima generación de Leonas que no habían nacido algunas en el 2000 y sin embargo, tienen los conceptos de aquellas Leonas, eso es un logro. Un seleccionado se hace importante para un país deporte, cuando le deja maneras de encarar la vida, de vivir el deporte, de ser como persona, de nobleza, de esfuerzo y eso produjeron Las Leonas de aquella generación, la primera y se sigue transmitiendo. Eso es un logro que es tan o más importante que un buen resultado".
Se cumple un cuarto de siglo de lo sucedido en Sídney 2000, pero lo profesado por Las Leonas perdurará por siempre en las retinas y Luis Bruno se animó a relatar como le gustaría que se recuerde ese grupo en otros 25 años más: “Con que fue un equipo que tenía ideas clarísimas, que entrenó sueños y entrenó durísimo para alcanzarlos, que fue el primer equipo que se convenció que los límites no te los pone nadie si no te los pones vos mismo, si se hablara de eso dentro de 25 años… y espero que de acá al 2050 alguna generación de Leonas ya se haya puesto la de oro en unos Juegos, alguna vez, como consecuencia de este primer grupo que empezó a ver el deporte de la manera que Las Leonas lo hicieron en el 2000”, sentenció Barrionuevo.
