MÉXICO -- Los Tampa Bay Buccaneers se encuentran hundidos en medio de una crisis de resultados que comenzó hace seis años, tras la salida del entrenador en jefe Jon Gruden y el gerente general Bruce Allen.
Desde que se marcharon Gruden y Allen, el equipo ha tenido tres entrenadores en jefe distintos con pobres resultados.
Una de las razones por las que la franquicia ha tenido cinco campañas perdedoras en los últimos seis años se debe a las malas decisiones de personal, tanto en el draft como en la agencia libre.
Los fiascos se acumulan uno tras otro, costando al club recursos financieros contra el tope salarial y selecciones del draft, lo que ha frenado su desarrollo de manera dramática.
Recientemente, el entrenador en jefe Lovie Smith tomó la decisión de desprenderse del mariscal de campo Josh McCown, el ala defensiva Michael Johnson y el tackle izquierdo Anthony Collins, quienes sólo jugaron una campaña en el equipo y llegaron con la etiqueta de piedras angulares para el equipo en el 2014.
La llegada de McCown fue la primera decisión importante que tomó Smith junto al gerente general Jason Licht, sin embargo también resultó ser su primer gran error, que significó un duro golpe económico para el club.
Tampa Bay otorgó contratos que sumaron más de 83 millones de dólares en total a los tres jugadores, con 43 millones garantizados, y los resultados fueron desastrosos, en el mejor de los casos.
McCown inició 11 partidos debido a lesión en la mano derecha y a que también perdió el puesto con Mike Glennon, de quien hablaremos más adelante. Luego de su gran temporada como reserva de los Chicago Bears en el 2013 al lanzar 13 pases de touchdown y una intercepción cubriendo al lesionado Jay Cutler, McCown decepcionó consiguiendo una victoria, lanzando 11 pases de anotación por 14 intercepciones, completando apenas el 56.3 por ciento de sus envíos.
Johnson tampoco estuvo ajeno a las lesiones y fue limitado a 14 partidos, en los que tuvo 27 tacleadas, dos balones sueltos forzados y apenas cuatro capturas, dos de ellas en la victoria de la Semana 4 frente a los Pittsburgh Steelers, antiguos rivales divisionales de su etapa con los Cincinnati Bengals.
Por su parte, Collins fue miembro de una línea ofensiva que permitió 52 capturas en el 2014, la tercera mayor cantidad de la liga, por lo que su presencia fue dispensable para el equipo esta campaña.
No es normal que un club se dé por vencido tan fácilmente con un jugador tras firmarlo en la agencia libre, y hacerlo con tres es aún más extraño, pero la paciencia no es un lujo que se puedan dar en Tampa Bay en estos días.
A su llegada, Smith decidió que el esquinero Darrelle Revis no era necesario en su nuevo esquema defensivo así que tras no encontrar un socio para canje simplemente lo cortó, sin importar que el equipo un año antes hubiese enviado una selección de primera ronda del draft a los New York Jets, comprometiendo de paso una selección condicional de cuarta ronda del sorteo del 2014.
Es innegable que Smith y Licht tomaron decisiones equivocadas, prueba de ello es que los Buccaneers tendrán la primera selección global en el draft de este año, sin embargo sería injusto culparlos sólo a ellos por el bache en el que se encuentra la franquicia en este momento.
Smith y Licht heredaron el desastre que dejaron el ex entrenador en jefe Greg Schiano y el ex gerente general Mark Dominik.
En apenas dos años, Schiano se desprendió del mariscal de campo que había levantado la mano para convertirse en el rostro de la franquicia, Josh Freeman, y decidió emplear al novato Mike Glennon para tomar las riendas ofensivas del equipo en las últimas 13 semanas de la temporada.
Glennon mostró destellos de talento, lanzó 19 touchdowns por apenas nueve intercepciones y terminó con marca 4-9, insuficiente para evitar el despido de Schiano.
A la llegada de Smith, Glennon se convirtió en el reemplazo de McCown y es probable que este año sea el reserva del mariscal de campo que recluten con la primera selección global del draft, Jameis Winston o Marcus Mariota, los principales candidatos.
En su primer año como entrenador en jefe, en el 2013, Schiano invirtió una selección de la primera ronda del sorteo en el profundo Mark Barron, en la posición N° 7, por encima del apoyador Luke Kuechly, el tackle defensivo Dontari Poe y el ala defensiva Bruce Irvin, por mencionar a algunos jugadores. Después del 2014, los Buccaneers ya habían enviado a Barron en canje a los St. Louis Rams a cambio de una selección de cuarta vuelta y otra de sexta del sorteo de este año.
Con Schiano, los Bucs adquirieron en la agencia libre al receptor abierto Vincent Jackson, quien ha superado las 70 recepciones y 1,000 yardas recibidas en sus tres años con el equipo, sin embargo su producción ha sufrido un declive al punto de terminar con apenas dos recepciones de touchdown en el 2014.
El fracaso de Barron junto al golpe financiero por el canje de Revis también fueron un lastre para la franquicia al no poder emplear mejor los recursos en jugadores que realmente fortalecieran la plantilla.
Hablando de recursos, Schiano no heredó demasiado talento de su antecesor, Raheem Morris, quien en sus tres drafts al frente del equipo, junto a Dominik, eligió a 23 jugadores, de los cuales dos continúan en la plantilla actual de Tampa Bay, el liniero defensivo Gerald McCoy y el ala cerrada Luke Stocker, y en total sólo 10 continúan activos en algún club de la NFL.
Además de McCoy y Stocker, Morris le heredó a Schiano a Freeman, el ala defensiva Adrian Clayborn, y los apoyadores Da'Quan Bowers y Mason Foster.
Los Buccaneers decidieron nombrar entrenador en jefe a Morris a pesar de no tener experiencia previa en el puesto luego del despido de Gruden en el 2009. Originalmente el equipo volteó hacia el entonces coordinador defensivo Monte Kiffin para ofrecerle el puesto, sin embargo Kiffin lo rechazó para marcharse a la Universidad de Tennessee.
Curiosamente, Morris tuvo la última temporada ganadora del equipo en el 2010, quedando fuera de los playoffs por el criterio de desempate que favoreció a los Green Bay Packers, a la postre ganadores del Super Bowl.
La labor de Smith no es sencilla, la historia reciente está en su contra y las pobres decisiones de su primer año como entrenador en jefe de los Buccaneers parecen ser una clara señal que el galeón se encuentra sin rumbo.