"Con el primer 'pick' en el sorteo de la NBA de 2007, los Portland Trail Blazers seleccionan a Greg Oden, de Ohio State University"
"Con el segundo 'pick' en el sorteo de la NBA de 2007, los Seattle SuperSonics seleccionan a Kevin Durant, de la Universidad de Texas"
Corría fines de junio de 2007 y los San Antonio Spurs acababan de ganar su tercer anillo en cinco temporadas.
LeBron James aún no estaba listo para adueñarse de la NBA, y la liga todavía necesitaba una nueva ola de talentos que pudiera hacerle frente a la supremacía de Tim Duncan, Kobe Bryant y compañía.
Fue así que llegó el 28 de junio, y la noche del Madison Square Garden le dio la bienvenida a la liga de las estrellas a dos individuos quienes, por esos días, llegaban a cambiar todo.
Eran dos talentos por los que los 30 equipos esperaban desde hace tiempo. Incluso, un año antes, Toronto Raptors, Charlotte Bobcats y Chicago Bulls, entre otros, no pudieron escogerlos desde la preparatoria ya que entró en efecto por primera vez la regla que requiere que los candidatos jueguen al menos una temporada de baloncesto colegial.
Greg Oden y Kevin Durant revolucionaron la NCAA en su corto trayecto. El primero llevó a Ohio State a la final, mientras que el segundo promedió 25.8 puntos y 11.1 rebotes para la Universidad de Texas.
Oden era el nuevo David Robinson. Durant estaba llamado a ser una mezcla entre Dirk Nowitzki y Tracy McGrady.
El futuro era más que alentador, y tanto Portland Trail Blazers como Seattle (luego Oklahoma City Thunder) supieron en ese momento que habían encontrado la piedra angular de sus proyectos para los siguientes 15 años.
Iba a ser el duelo perfecto. El defensor impasable contra el anotador imposible de detener. La leyenda estaba escrita, y era solo cuestión de sentarse, relajarse, disfrutar y 20 años después enumerar la cantidad de records rotos e hitos conseguidos por estos dos.
Lamentablemente, nada de esto sucederá.
Este 29 de enero de 2014 los número 1 y 2 de aquel sorteo volverán a medirse las caras tras más de cuatro años.
Fue un 1 de noviembre de 2009 que Durant y Oden se enfrentaron por última vez, y la planilla de esa noche deja la puerta abierta a todo tipo de especulación.
Mientras el centro acabó con 12 puntos y 10 rebotes en solo 29 minutos de juego, Durant disparó un paupérrimo 3-20. Por si fuera poco, los Trail Blazers se llevaron el triunfo en condición de visitantes.
Lo demás es historia.
CUESTIÓN DE SALUD
Las lesiones arruinaron todo.
Las rodillas de Oden dejaron de cooperar. El centro tuvo un sinfín de cirugías, que le hicieron perder primero su temporada de novato, y que en poco tiempo acabaron dinamitando su carrera.
En total el pivot acumula solo 87 partidos disputados en su carrera NBA. Ni al centenar ha llegado, y eso que debería estar atravesando su séptima temporada.
Por comparación, Durant ya participó de 506.
La cantidad de puntos es otra estadística que solo genera tristeza. El alero de OKC ya acumula 13,666 mientras que Oden aún no supera las cuatro cifras (790).
Los promedios de Oden de 9.1 puntos y 7.4 rebotes quedaron lejísimos de los 27.0 y 6.9 de Durant.
Además, el francotirador del Thunder ya participó de cuatro Juegos de Estrellas (llegará a 5 en unos días) y cuenta con tres títulos de goleo (2010-2012).
La parte ofensiva nunca iba a ser el legado de Oden, pero no quedan dudas de que sin las lesiones de por medio su nombre estaría estampado en al menos un par de premios al Defensor del Año.
Su ausencia retrasó el regreso a la relevancia de los Trail Blazers, y cansados de esperarlo eventualmente lo cortaron.
Hoy Oden forma parte de Miami Heat, como una suerte de escudero de lujo del King James.
NO HAY CERTEZAS EN EL DRAFT
La carrera de Oden es el ejemplo perfecto para ilustrar lo difícil que es predecir el resultado de un draft.
Si bien la capacidad de los ojeadores ha aumentado de sobremanera, será difícil volver a encontrar a alguien que garantizara más alegrías que Oden en 2007.
Sin embargo, aún no se ha inventado la bola de cristal y absolutamente todo el mundo está a la merced de ellas. Oden quizás tenía antecedentes pero, por ejemplo, Derrick Rose no, y ya sabemos cómo se está desarrollando esa historia.
Precisamente en 2008 se vivió una situación similar, ya que Rose compitió hasta último momento con Michael Beasley para ver quién sería el número uno.
El base tuvo una temporada de ensueño, incluso llegando hasta la final del torneo colegial. Sin embargo, Beasley tuvo números mejores que los de Durant (26 y 12) en la misma conferencia y con un cuerpo más desarrollado era fija para comerse cruda a la NBA.
Los Chicago Bulls escogieron bien, pero nadie imaginaba que a Beasley le costaría tanto adaptarse a la liga y dejar su marca.
Hoy, irónicamente, Beasley acompaña a Oden en el banquillo del actual bicampeón, y también continúa luchando por no desaparecer.
Esta lección será relevante en unos meses, cuando los fanáticos de unas cuantas franquicias celebren sin restricciones la llegada de Andrew Wiggins, Joel Embiid, Marcus Smart, Julius Randle, Dante Exum, Jabari Parker, Noah Vonleh, Aaron Gordon o Tyler Ennis.
Lo más probable es que muchos de ellos sean superestrellas durante las próximas dos décadas. Sin embargo, la ley de probabilidades dice que al menos uno de ellos será una decepción. Esto sin tener en cuenta que todos son susceptibles a una lesión que altere su rumbo.
EL FUTURO
Muchos, y me incluyo, somos culpables de vivir a veces un poco en el futuro.
Con gente como Durant es imposible no hacerlo, sobre todo ante el rendimiento que está teniendo esta temporada.
Durant está anotando 31.3 puntos por partido, algo que supera en más de un tanto su cifra máxima en la NBA.
La última vez que anoto menos de 20 puntos fue el 17 de diciembre, y desde entonces ha tenido juegos de 48, 48, 54, 46 y 41 unidades, por citar algunos.
Decir que el cielo es su límite es una frase hecha y trillada, pero es simplemente la verdad. Aún no se ha encontrado la forma de frenarlo, y a este ritmo superará todas las marcas habidas y por haber de anotación.
Nada es seguro, pero no creo que haya muchos que apuesten en su contra. Solo queda por ver cuando conseguirá su primer anillo, cuántos serán y, quizás, dónde lo consiga.
Por su parte, el narrativo de Oden ha dado un vuelco gigante, y hoy por hoy hablamos de lo bueno que es verlo adentro de una cancha, por más limitada que sea su versión actual.
Eso, junto a que tiene solo 26 años, da esperanza de que pueda finalmente hacer una carrera 'exitosa', siempre redefiniendo el significado de esa palabra.
Si Grant Hill pudo reinventarse luego de su pesadilla en Orlando Magic, también podría hacerlo Oden. Jugadores de su estatura y capacidad defensiva no abundan, y en un rol limitado, cuidando la salud de sus rodillas, hasta podría hacer una diferencia que importe.
Por lo pronto Oden se encuentra en el lugar correcto y con una chance inmejorable de conseguir el anillo antes que Durant.
Paradojas de la vida, ya que eso sería una pequeña caricia ante tanta bofetada.