MÉXICO -- Los Buffalo Bills --junto a los Miami Dolphins y New York Jets-- siguen en la búsqueda de la fórmula que acorte distancias definitivamente con respecto a los New England Patriots en la AFC Este.
Sin embargo, este año lo tendrán que hacer sin una rimbombante contratación de agencia libre como lo fue el ala defensiva Mario Williams hace dos años.
Los Bills fueron más conservadores durante el periodo del mercado abierto, aunque se despojaron de esa etiqueta cuando llegó el momento del draft con algunos movimientos agresivos.
LA ADICIÓN CLAVE
Los Bills no dudaron en pagar sus selecciones de primera y cuarta ronda del año entrante por el derecho de ascender cinco escalones e intercambiar puestos en el orden de la primera ronda este año con los Cleveland Browns para elegir al receptor abierto Sammy Watkins de Clemson.
Watkins es un fuera de serie, pero el precio que pagaron los Bills indica que están convencidos, además, de que no necesitará demasiado tiempo para impactar de inmediato al ataque ofensivo del club.
Las credenciales con que llega Watkins a la NFL son impresionantes: se trata de apenas el cuarto jugador en la historia de la NCAA en ser nombrado al primer equipo All-American de AP como freshman genuino, uniéndose a Herschel Walker, Marshall Faulk y Adrian Peterson.
La explosividad y elusividad de Watkins con la posesión del balón hacen olvidar un poco las buenas manos que tiene para atraparlo, y además tiene la capacidad para ser factor en equipos especiales también, devolviendo patadas de despeje y de salida.
En resumen, se trata del mejor receptor abierto en salir de las filas colegiales, desde mi punto de vista, en más de media década. Ya es considerado como titular pese a que ni siquiera ha participado en su primer campamento de entrenamiento, y será fundamental en el desarrollo del mariscal de campo E.J. Manuel como mariscal de campo franquicia.
LA MAYOR PÉRDIDA
En el caso de los Bills, la pérdida que más se sentirá no será la de un jugador, ni entrenador. A mi juicio, no se extrañará a nadie más que al propietario Ralph Wilson Jr., quien falleciera el pasado 25 de marzo a los 95 años de edad.
Wilson entendía que la viabilidad de una liga dependía sobre todo de la viabilidad de sus franquicias, y en alguna ocasión prestó dinero a Al Davis para salvar de la quiebra a los Oakland Raiders, y con ello salvar de la extinción a la AFL, algo que en años posteriores no consiguieron hacer la WFL, USFL ni UFL.
Es cierto que Wilson ya había entregado el control de las operaciones del club al presidente y ejecutivo en jefe de los Bills, Russ Brandon, pero Wilson, uno de los padres fundadores de la antigua AFL, proporcionaba una confianza al club que por el momento está en el aire.
Tras la muerte de Wilson se ha anunciado la venta del club, y con ello se eleva la obvia interrogante: ¿tienen futuro los Bills en Buffalo?
Se han conformado varios grupos que han mostrado interés en adquirir al equipo y mantenerlo en el área del oeste del estado de New York, e incluso el comisionado de la liga, Roger Goodell, ha manifestado que le gustaría ver al equipo seguir en la región. Sin embargo, Goodell también externó que la única posibilidad para que los Bills se mantengan en Buffalo es mediante un estadio nuevo que esté al nivel de los estándares de los nuevos inmuebles de la NFL, dejando entreabierta la posibilidad de que el equipo se mude.
Es posible que se concrete el traspaso de la franquicia antes del inicio de la temporada, de acuerdo a algunos observadores, pero hasta que no llegue ese momento --el cual puede tardar varios meses-- se sentirá una nube de incertidumbre sobre los Bills que puede afectar el desempeño de la organización, desde la directiva hasta los jugadores sobre el campo.
EL DIAGNÓSTICO
Los Bills son especialistas en dejar caminar a jugadores estelares desarrollados en casa antes de brindarles un lucrativo segundo contrato, y este año emigró bajo tales circunstancias el profundo tres veces All-Pro, Jairus Byrd.
Además, Buffalo hizo un par de movimientos extraños involucrando a jugadores veteranos durante el sorteo colegial, enviando en primera instancia a Stevie Johnson --su mejor receptor abierto-- a los San Francisco 49ers a cambio de una selección condicional de cuarta ronda del año entrante, y más tarde pagando esa misma selección a los Philadelphia Eagles por el corredor Bryce Brown --un jugador que probablemente hubiera sido cortado tarde o temprano--, para sumarlo a un backfield que ya cuenta con C.J. Spiller, Fred Jackson y probablemente a Anthony Dixon por delante de él en el orden.
Otros movimientos interesantes para los Bills incluyen la llegada de los linieros ofensivos Cyrus Kouandjio en la segunda ronda y de Cyril Richardson en la quinta ronda del draft, así como del apoyador veterano Brandon Spikes, procedente de los Patriots.
Aparte de Byrd y Johnson, es probable que los Bills también echen de menos al apoyador Arthur Moats, quien emigró a los Pittsburgh Steelers.
La inyección de talento ofensivo para este año en Buffalo es obvia, pero también es obvio que el equipo perdió bastante con las salidas de Byrd y Johnson, sobre todo. Sobre el papel, no estoy seguro de que estemos hablando de una mejor plantilla a la que terminó el año pasado con marca de 6-10, con todo y que reclutaron al que en mi opinión era el mejor jugador ofensivo disponible en el draft, en Watkins.