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Con ganas, casi siempre gana

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) - Descorche, Maestro. El tenis argentino, el de los varones, claro, volvió a disfrutar con un título. Fue el turno del mejor, del más completo, el gran "todoterreno" y uno de los principales cracks del circuito. David Nalbandian festejó su quinto título profesional, justamente en Estoril, donde se coronó por primera vez, hace ya cuatro años.

A los 24, el Nº 4 del mundo recuperó el 3º puesto cedido una semana atrás a manos del croata Ivan Ljubicic, gracias a su sensacional, indiscutida y aplastante semana en el Abierto de Portugal. Nunca antes Nalbandian había podido ganar un torneo sin ceder un set en toda la competencia. Lo hizo ahora, en el segundo certamen que obtiene siendo el principal cabeza de serie, como en Munich del 2005.

Con paso arrollador, con una mano que es la envidia de muchísimos colegas, el rey del Masters del año pasado se impuso con autoridad y convicción en arcilla, la superficie donde precisamente rinde un poquito menos. David sigue siendo el "menos argentino" de todos, no sólo de la actualidad sino que a lo largo de la historia ninguno se lució tanto en todos los tipos de cancha como este talentoso criado en cemento.

Ahora Nalbandian suma tres conquistas en polvo de ladrillo y dos en canchas rápidas cubiertas, mostrando así su versatilidad que lo convierten en un caso poco visto. Sin ir más lejos, es uno de los escasos varones en actividad que llegó por lo menos a las semifinales en los cuatro Grand Slam, al igual que Roger Federer y Andre Agassi, con la diferencia de que el suizo y el estadounidense sí triunfaron en las máximas citas.

UNA CUESTIÓN DE MOTIVACIÓN

Así, volvió a dejar en claro que si está enchufado, muy bien enfocado en dar lo mejor y con ganas, es candidato en cualquier terreno, en toda clase de campeonatos. Y por ahí pasa la clave de su éxito, ese ítem débil para él, porque es criticado desde diferentes sectores por cierta falta de adicción a los entrenamientos. Ya lo ratificó en numerosas oportunidades que el tenis es su profesión, pero que también quiere divertirse.

No es cuestión de ponerse en juez y decir si está bien o no lo que piensa y siente este elegido de la raqueta. Es innegable que para pelear con las mejores armas en la elite, en especial ahora que existe un monstruo tremendo de los kilates de Federer, hay que dejar el alma, esforzarse al máximo cada día y lo fundamental es querer ser el mejor. Si la mentalidad está puesta en ese objetivo, luego ya dependerá de él y de sus rivales.

Por eso, alguien que no tenga todos sus cañones apuntados a dar lucha a cara de perro, sin regalar espacio en cuanto a dedicarse a otras actividades paralelas -en su caso volcarse al automovilismo deportivo, a coordinar un equipo de rally-, está claro que no cuenta como una obsesión llegar a lo más alto del ránking de la ATP. Afirmó más de una vez que le interesa ser el líder, pero no se desespera por conseguirlo.

Entonces, la historia pasa por lo que Nalbandian quiere hacer de su carrera en el tenis. Se recuerda que algo similar ocurrió en la época en la que José Luis Clerc mostraba su calidad y potencia y también integró la "crema" en su momento. A él se lo comparaba demasiado con Guillermo Vilas, contemporáneo y un ejemplo fenomenal de trabajo, garra y dedicación.

Es cierto que, en cuanto a actitudes y no entrando en cuestiones técnicas ni tácticas, algunos podrán criticar a Guillermo Coria por ciertos desplantes con los adversarios y muchos a Gastón Gaudio por su imagen de despreocupado y de que nada parece importarle en determinados momentos, pero no por casualidad ellos dos y Nalbandian son las figuras latinoamericanas. Les sobra jerarquía, más allá de estilos.

Por lo tanto, desde aquí sostenemos que hay que respetar y valorar lo que cada uno hace desde su posición. Lo que sí se lamenta es que cierta desidia pueda afectar el rendimiento y la proyección de jugadores excepcionales, como ahora se habla del caso de Nalbandian. Es un superdotado que ya mostró que, si está motivado y derecho, es capaz hasta de vencer al mismísimo Federer (está 6-4 contra el suizo).

Todo esto no hace más que comprender que su techo es muy alto. Y se comprobó en muchísimas ocasiones que es un fuera de serie. Sobran los dedos de una mano para contar a los que pueden hacer y deshacer a su antojo dentro de una cancha, cambiar los ritmos, alturas y velocidades, moverse con total facilidad en todos los terrenos. Por eso impone un gran respeto, aunque los rivales saben que suele perder regularidad.

CON PASO DE CAMPEÓN

La llave de su tenis pasa por la mente, si está firme y concentrado, puede barrer con cualquiera. Su comienzo en Estoril fue bastante dubitativo, corrió más de la cuenta para eliminar a los dos primeros adversarios, de poca categoría, para luego crecer y dar cátedra. Fue como un click, se despertó de golpe en los cuartos de final y fue una aplanadora, al punto de que terminó arrasando a otro top-ten.

Es indudable que tuvo un camino sencillo en el Abierto de Portugal, ya que llegó a la final sin haberse enfrentado con ningún jugador de los 75 primeros del mundo. Sí, leyó bien, aunque suene muy extraño. Y de golpe en la definición se encontró con el ruso Nikolay Davydenko, probable rival en la finalísima de la Copa Davis de este año, pese a que todavía Argentina debe superar a Australia y Rusia a Estados Unidos.

Igualmente, el Nº 6 del circuito se vio disminuido por una molestia en la espalda y fue poco lo que complicó a Nalbandian. Esto no le quita méritos al argentino, que le ganó haciendo lo que mejor sabe, variando el ritmo y haciendo mover a Davydenko, tratando de que el ruso no lo contraatacara con sus disparo planos y rápidos. Casi siempre dominó David y fue baile en numerosos pasajes.

La excepción fue el tramo final del partido, cuando el argentino se adelantó 5-1 con lujos que causaron placer y provocaron miles de aplausos por parte del público. Reaccionó el europeo y quedó 4-5, pero volvió el campeón a hacer de las suyas, aceleró, salió a buscar los puntos como correspondía y le puso el sello a un torneo que les sienta muy bien a los integrantes de la Legión de Argentina.

Por quinto año seguido, un argentino llegó a la final en Estoril, ya que Nalbandian festejó en el 2002 y nuevamente ahora, Juan Ignacio Chela se coronó en el 2004 y Gaudio en el 2005, mientras que Agustín Calleri perdió la definición del 2003 (su verdugo fue Davydenko). En tanto, este título de David fue el segundo de la temporada para un compatriota, luego del triunfo de José Acasuso en Viña del Mar.

Así, Nalbandian continúa con récord positivo este año en arcilla (8-1) y celebró en su primera final del 2006. Sin dudas, sus principales golpes los había dado en el Abierto de Australia y en el Masters Series de Miami, ambos en canchas duras, cuando trepó a las semifinales jugando de maravillas en varios tramos. Si él se lo impone, lo suyo puede ser un espectáculo. Claro, todo depende de su energía y voluntad.