LONDRES -- El suizo Roger Federer, número 2 del mundo, tuvo que sufrir durante 5 sets durísimos ante un Andy Roddick castigador para proclamarse por sexta vez campeón de Wimbledon y hacer historia, al convertirse en el primer jugador que gana 15 títulos de Grand Slam. Además, desde el lunes desplaza al español Rafael Nadal en el número 1 del mundo.
En un apasionante encuentro en la pista Central, el helvético, que superó la marca que compartía hasta ahora con Pete Sampras de 14 grandes, necesitó nada menos que 4 horas y 16 minutos frente al estadounidense, sexto favorito, para sellar el resultado por 5-7, 7-6 (6), 7-6 (5), 3-6 y 16-14 en la que fue su séptima final consecutiva en el All England Club.
Además, sumó su vigésima final de un grande, otra marca que bate, al sobrepasar al estadounidense de origen checo Ivan Lendl, en una final que presenció Sampras desde el palco de la "Catedral".
Al tenis medido, controlado, elegante y que generalmente roza la perfección del helvético le faltó, hoy, algo de precisión en la que fue su tercera final contra un Roddick castigador en el templo del All England Club.
Federer no se merendó al americano en 3 sets fáciles como tantos anticipaban. Claramente, reescribir la historia del deporte no es tarea sencilla y la pesada carga de la presión que atenazaba al suizo fue rentabilizada por Roddick al milímetro, para desbaratar el guión que tantos tenían en mente. Y, casi, llevarse el encuentro.
Y es que el de Nebraska se sacó de la manga el factor sorpresa, además de un saque arrollador, demoledor, asesino. Se anotó el primer set por 7-5 en una contundente réplica a los que osaron tacharle de la Catedral en tres raquetazos de Federer.
Empezó sacando el americano. Con rotundidad -y en una clarísimo aviso- la sexta raqueta del mundo arrancó con un ace, con alguna subida temprana a la red y plantando cara a las estadísticas adversas que le acompañan cuando se mide a este rival (18 victorias de Federer por 2 de Roddick).
El segundo cabeza de serie no perdió la calma. Su servicio le funcionó sin queja -rubricó un total de 50 aces frente a los 27 de Roddick- y, con él, firmó 7 en este set aunque dispusiera de cuatro ocasiones de break malgastadas.
Y es que el pulso se mantuvo equilibrado, sin alborotos, hasta el undécimo juego. Ahí, con saque de Roddick, se empezaron a animar las butacas. Con los grititos de "I love you Federer" pero también los de "Come on Andy" como música de fondo, se palpaba la tensión.
En este punto, el americano sufría para mantener su servicio. El helvético, por su parte, recurría -sin éxito- a la tecnología apelando al ojo de halcón en 2 ocasiones hasta que el de Nebraska conseguía apuntarse el juego para llegar el 6-5.
Le tocó el turno a Federer, que arrojó a la basura nada menos que 4 pelotas para romper a su oponente. Una de estas opciones de rotura de las que dispuso pudo haberle reportado el break. Lo evitó Roddick, al pedir la revisión de la trayectoria de la bola y salirse con la suya.
Desafiando a todas las predicciones, fue el número 6 del mundo, con saques de hasta 230 kilómetros por hora, el que burló el servicio del suizo para desbaratar su servicio y llevarse la manga por 7-5. Público atónito y presión para el gran favorito.
En desventaja numérica, el segundo parcial se convertía en otro pulso peliagudo para un Federer que se negaba a perder los nervios. Mucho rally y jugadas desde la línea de fondo en un parcial que duró 44 minutos, 5 más que el anterior.
El sexto favorito, que en todo el partido cometió 38 errores no forzados (Roddick hizo 33) casi tocaba el 80 por ciento de eficiencia con un saque demoledor.
Fue un set de vértigo en el que hubo que forzar el tie-break. Y aquí Federer desplegó todos sus recursos. ¿Alguien dijo que reescribir la historia fuera coser y cantar?
Eso sí, al campeón de Roland Garros le ayudaron, y mucho, las negligencias de su oponente. Roddick llegó a tener una suculenta ventaja por 5-1, en la que desaprovechó un punto de set al enviar, para incredulidad, horror y asombro de las gradas, una volea fácil al otro lado de la pista. Un error garrafal y, quizá, determinante.
Luego, el de Nebraska encadenó pequeños despistes, dio traspiés absurdos de los que sacó tajada inmediata el helvético, presionado ante un marcador en contra.
El americano dejó escapar el set, en el que ninguno tuvo en su poder opciones de break. Se firmó, él solito, una muerte anunciada al dejar marchar un 6-2 a su favor en esta muerte súbita.
Federer, más centrado que nunca, remontó esas 4 bolas de set hasta que virar la fortuna de su lado y apuntarse este examen por 7-6 (6).
Tras la recuperación épica del suizo, el tercer parcial volvió a ser un duelo encarnizado en el que ninguno regalaba nada. Se resolvió en un tie-break que ganó con relativa comodidad Federer por 7-6 (5).
A Roddick le tocaba apretar. Y lo hizo en el cuarto. De dos ocasiones de rotura que tuvo, rompió a Federer (en el 3-1) para llegar a ponerse 4-1 y llevarse esta manga por 6-3.
Él avisó en la víspera cuando advertía de que nadie se mete en una final por accidente.
Además de Sampras y de Bjorn Borg, desde las gradas seguían el apasionante pulso rostros tan conocidos como el del cineasta Woody Allen, el actor Russell Crowe o el entrenador del Mancherster United Alex Ferguson.
El quinto parcial fue de locura, absolutamente vertiginoso. Hicieron falta 95 minutos para poner el punto definitivo a una final que cuenta ya con el mayor número de juegos (con 30) en su último set de las disputadas en este torneo.
Federer sufrió lo indecible pero la historia le llamaba. Él, tras un sufrimiento indecible, logró llegar a tiempo a esta cita.