En este tramo del Relevo Olímpico, Itzel Bandín nos cuenta cómo fue la experiencia de cubrir las medallas de México en Paris 2024.
Cuando la gente me pregunte una de las cosas que más me han marcado en la vida, seguramente responderé: “vivir una medalla olímpica”. Y es que por un momento yo me sentí parte de ella.
El domingo 28 de julio y martes 30 de julio perdurarán en mi memoria. Y es que presenciar a cuatro mexicanas, Ale, Angie, Ana Pau y Prisca, subirse al podio de Paris 2024 y llorar de alegría, hicieron que por un momento yo dejará de ser periodista y me convirtieron en una fan más. Y es que el logro de los tuyos, de tu gente, de tu país siempre será único. Pero, ¿se imaginan vivirlo con la propia familia? Pues bueno, yo tuve esa fortuna.
Ellos no me conocían, yo tampoco tenía el placer. Sin embargo, desde el minuto 1, sabía que ahí estaba la historia. Cerca de ellos debía estar.
Llegué a Los Inválidos, lugar donde se realiza la prueba de tiro con arco. Era turno del equipo mexicano femenil. La posibilidad de medalla era mucha y las expectativas era altas. Todos querían estar ahí.
Entré al campo, miré a la tribuna, buscaba a los familiares. Afortunadamente, encontré a los de Ángela Ruiz. La arquera cumplió 18 años ese mismo día y su familia podía celebrar doble. Me presenté. Sus padres, muy amables, su hermanos también.
Primera victoria para el equipo, la familia rompía en llanto. Su hija y el equipo mexicano avanzó. Me acerqué, me invitaron a sentarme con ellos. Les pregunté si no les molestaba y con una sonrisa respondieron “para nada”. Yo estuve enganchada desde la primera flecha.
La preocupación durante el segundo partido tras la derrota ante China. Pero, la esperanza no murió y ellos siempre creyeron en la medalla.
El momento llegó, mis nervios crecieron e igual que la familia celebraba cada 10 de México y también, en silencio, cuando fallaba alguna arquera de Países Bajos. El último set, la flecha que le daba la victoria a México, yo no la pude ver, preferí captar el momento y el rostro de la familia celebrando por ver a su hija en el podio. Una postal inolvidable.
El festejo fue una locura. La familia esperaba a sus medallistas olímpicas en la salida de atletas. Junto a ellas cientos de medios. Algo que seguramente nunca hubiera imaginado ver. Los mexicanos se apoderaron de esa calle. La gente se acercaba. “Son mexicanos”, decían. Y sí, la verdad así somos. Además, fue una celebración que terminó en pastelazo de la cumpleañera.
Finalmente, momento que me erizó la piel fue cuando le pregunté al padre de Ana Paula, “¿qué pasó por su mente en esa última flecha?”. Sus ojos se volvieron cristalinos. La emoción era total y yo me contagié.
“La virgen te acompaña. Ella está contigo”. Será una frase que no olvidaré. Así fueron las últimas palabras de que la madre de Prisca Awiti le dijo a su hija antes de convertirse en medallista olímpica. Lo viví tan de cerca que parece escuché a mi madre decírmelo antes de emprender mi viaje a Paris 2024.
Cuando llegué a la Arena Champ de Mars, me sorprendió que era la primera sede al que iba y no veía ninguna bandera de México. Al pasar los combates y llegar las victorias de la mexicana, el escenario cambió, el apoyo creció.
La familia Awiti Alcaraz fue amable desde que llegué y me presenté, estaban muy felices, su hija, hermana y amiga había avanzado a semifinales. Ellos buscaron boletos, solo tenían para el turno de la tarde. Comencé a hablar con ellos, les pregunté cómo se sentían. Su sonrisa era gigante, la mía también.
Eran cuatro hermanos, nacieron en Londres, no todos hablaban español y yo quería saber su historia. Hablé con los cuatro, unos en inglés y otros me entendían en español. Fue maravilloso conocer la historia, en la voz de su gente, de ahora una medallista olímpica.
Prisca se convirtió en la historia del día para México. Pocos estuvimos desde su primer combate, para cuando ella estuvo en el podio, todas las miradas estuvieron en la histórica judoca mexicana.
Los Juegos Olímpicos son el evento de eventos. Son el sueño cumplido. Son el fruto del sacrificio, la pasión por el deporte, pero sobretodo son el amor y el apoyo de los que siempre están: la familia.
El siguiente tramo del relevo lo recorrerá Juan Arturo Recio, a quien le paso la estafeta.