La Selección Brasileña cumple con una actuación que raya en lo brillante. Golea al campeón de mundo y gana la Copa de las Confederaciones del 2013 dejando en claro que dentro de un año será el "gran candidato" para ganar su sexto título mundial. Una noche inolvidable que adquirió casi destellos apoteósicos en "El Maracaná".

RIO DE JANEIRO, Brasil.- Del sueño al delirio. De la cancha a la tribuna. De las calles al cielo. Brasil envió un mensaje claro al mundo esta noche.

La mágica noche de Rio envió un mensaje muy claro y contundente: Brasil está listo para volver a la escena futbolística mundial y será -junto con España y otros más- el gran candidato para levantar la Copa del Mundo en el 2014.

Noche destellante en la cancha, donde los "Dioses del Maracaná" descendieron hasta el césped para empujar al nuevo fenómeno del futbol brasileño, un número 10 que juega, piensa y actúa en la cancha con la esencia misma del futbolista brasileño. Noche mágica en las tribunas, donde el brasileño se siente más brasileño que nunca. Y noche mágica en las calles, donde las manifestaciones -la expresión más pulcra de una democracia- se confundieron al final con el contagioso ritmo de la samba.

España no dejó de ser aquí el mejor equipo del mundo. España fue superado en la cancha. España terminó perdiendo la final de la Confederaciones con su estilo. España sigue siendo el gran equipo de la época hasta que otro equipo en el mismo tiempo logre establecer la hegemonía y el estilo de juego que ellos han propuesto.

¿Qué tuvo Brasil esta noche que lo hizo mejor que España? Primero, definitivamente, un gran compromiso. Luis Felipe Scolari ha montado un grupo solidario, donde no hay diferencias y donde todos jalan y empujan en la misma dirección. Y luego, tuvo la destreza táctica de salir a presionar, a ahogar, a sofocar a España en un sector de la cancha donde ya durante la semana Italia -en semifinales- había dado una muestra del daño que provocaba en los "circuitos" españoles. Habrá que decir que como premio a esos atributos se encontró un gol a los dos minutos de juego que le abrió el panorama rumbo a la gloria.

Y tampoco es que Brasil pueda sentirse totalmente "salvado". A esta selección le falta aún mucho que desarrollar. Hoy hemos visto la mejor versión en la época de reestructuración, pero Neymar -que ya es un fenómeno aún sin pisar Europa- puede dar más y la mayor parte de sus jugadores son futbolistas jóvenes a los que le sobra talento y capacidad. Lo de hoy, insisto, fue solo un aviso.

La conexión con el estadio es otro factor a tomar en cuenta. Brasil ha vivido momentos de tensión, de unidad y de democracia plena en las calles. El pueblo ha salido a decir lo que piensa y a exigir sus derechos. La selección de futbol ha estado al margen de ello. El futbol no ha sido utilizado aquí como en muchos de nuestros países, donde se convierte en una herramienta represora que distrae, tapa y distorsiona realidades.

Brasil tuvo una noche mágica, donde rindió homenaje a sus grandes antecesores futbolísticos. Como lo dijo Vicente del Bosque -el propio entrenador español-, Brasil es el padre del futbol, el referente de nuestra generación. Verlo levantar una Copa, una Copa más, en un "Maracaná" eufórico y delirante no es una escena muy extraña.

@Faitelson_ESPN

¿Naturalizados? ¿Cambio de entrenador? ¿Otros futbolistas? Todos parecen tener un punto de vista distinto en la problemática que envuelve al equipo mexicano. Uno de ellos es Ricardo La Volpe, que en claro "fuera de lugar", afirma que "El Chepo" de la Torre ha desperdiciado a la generación de futbolistas y que ha improvisado demasiado sin llegar a una "alineación base".

RIO DE JANEIRO, Brasil.- Todos parecen tener la solución adecuada. Dirigentes, jugadores, entrenadores, aficionados y hasta los periodistas. El camino de la selección mexicana para salir de la crisis parece, sin embrago, algo más complejo que un punto de vista.

Y en claro "fuera de lugar", Ricardo La Volpe hace exactamente lo que él tanto reclamó que le hicieron durante su gestión como entrenador de la selección mexicana de futbol.

En una entrevista desde Cancún, lograda por mi compañero en ESPN Odin Ciani, el polémico entrenador deja entrever que Jose Manuel "El Chepo" de la Torre no ha aprovechado "la gran generación de futbolistas que tiene" y acusa al técnico nacional de improvisar demasiado y de no encontrar una alineación base para afrontar la eliminatoria. "Por darles un ejemplo", dice el argentino. "En una misma posición, ha probado con Barrera, con Aquino y con Flores sin encontrar la solución a los problemas del equipo".

Y puede que en algunos o en la mayor parte de sus puntos de vista, el polémico La Volpe tenga razón. En otras, no solo parece fuera de lugar y poco ético, también rotundamente equivocado.

"El Chepo" no ha encontrado una "alineación base" para México porque, primero, no parece tener la generación de futbolistas que muchos presumen y segundo porque no ha encontrado en ese grupo de jugadores la regularidad necesaria.

Cuando no han sido lesiones, han impetrado las bajas de juego, razones suficientes para atrofiar el desarrollo del equipo mexicano. En la necesidad de encontrar los resultados, "El Chepo" ha probado a algunos elementos, ha improvisado, ha buscado soluciones. Está claro que eso no ha terminado por funcionarle.

Más allá de su capacidad e inteligencia para dirigir desde la banca, La Volpe contó con una generación que gozaba de una gran personalidad en la cancha. "El Chepo" ha tenido que trabajar justo en un proceso de renovación, donde en apariencia tenía o tiene buenas señales: resultados contundentes en selecciones con límite de edad y una buena cantidad de futbolistas actuando en ligas europeas. Amalgamar esas "ventajas", sacar provecho de ellas, ha sido una labor "titánica" y por ahora truncada para "El Chepo" y su cuerpo técnico.

Las soluciones a la crisis de México siguen estando en la cancha. No están escondidas por ahí, ni tienen que ver con la naturalización de un jugador ni con la llegada de un nuevo entrenador. Las soluciones de México deben llegar el día en que los Giovani, Guardado, Aquino, Barrera y Salcido, entre otros, encuentren su mejor nivel, mantengan una condición regular y lo entreguen al servicio de un equipo.

La Volpe tiene todo el derecho de hablar, de expresarse, de señalar carencias y errores, pero es algo de lo que siempre se quejó en los días en donde él estaba en los zapatos del "Chepo" de la Torre.

@Faitelson_ESPN

Brasil y España dieron el paso que todos esperaban que dieran. Puede que con falta de brillantez, de estilo y de condiciones, pero al final, definirán en Maracaná al campeón de la Copa de las Confederaciones del 2013

RÍO DE JANEIRO -- Sin la brillantez requerida o quizá esperada, Brasil y España se apuntaron para jugar el domingo la final de la Copa de las Confederaciones.

Para ambos, para el nuevo dueño del "Jogo bonito" y para el antiguo poseedor de esa etiqueta, fue un camino largo, atropellado, dramático...

Entre el sistema táctico italiano y el infernal clima de Fortaleza, el campeón del mundo y doble campeón europeo pudo haber encontrado su "Waterloo" en la Copa Confederaciones.

Y puede que España no merecía el boleto a la final de la Copa de las Confederaciones y puede que el futbol no merecía un espectáculo de tan baja dimensión entre los últimos dos campeones mundiales, pero había más de 30 grados centígrados y una humedad relativa cercana al 75 por ciento cuando el partido comenzó en "El Castelao".

Pero ni siquiera fresco, en los primeros minutos del partido, España pudo ejercer su futbol de toque y de combinaciones. Italia repitió la "tesis futbolística" de un año antes -no en la final, pero sí en la ronda inicial de grupos de la Eurocopa- donde había conseguido un empate a uno. Coloco dos líneas, una de cinco en el fondo y otra de cuatro en la media cancha y eso fue suficiente para cortar los circuitos españoles. Por primera vez en mucho tiempo, el mejor equipo del mundo era inoperante y el juego moría de aburrición, porque si bien Italia dominaba, no era capaz de concretar las oportunidades que generaba ante la portería de Casillas.

Con Xavi e Iniesta muriendo de calor, sin idea, sin imaginación, sin creación, el juego cayó en manos de los italianos que volvieron a recaer en algunos rasgos de su viejo vicio: "El catenaccio". El partido se adormeció, se jugó a un ritmo lento, muy lento para la época y para el estilo que España ha establecido como marca en los últimos años. Al final, en los tiempos extras, con más cansancio, más espacios, y siempre más deseos que calidad, España terminó siendo mejor, pero un poste, un manotazo o una mala decisión del ejecutor terminaron por forzar los tiros de penaltis.

Es una lástima que con tanto talento en la cancha, el finalista haya tenido que definirse en una serie de penaltis, situación que los dos equipos aprovecharon para mostrar su clase y determinación y que involucró, además, una gran carga de drama al final.

España jugará con Brasil dentro de 72 horas en el mítico Maracaná. Las huellas de Fortaleza podían haber marcado al campeón del mundo.

@Faitelson_ESPN

BELO HORIZONTE -- La Justicia debería ser un acto divino. Pero lo entorpecen los hombres.

La Justicia en el futbol, debería ser un acto de sus semidioses. Pero lo entorpecen los penaltis.

España es finalista. Un acto de justicia de los penaltis.

Italia queda fuera de la final. Un acto de injusticia de penaltis.

Los puristas, los advenedizos de temporada a las fiestas finales del futbol, seguramente cuestionarán pasajes del juego de semifinal en cuyo desenlace España reta a Brasil en la Final de la Copa Confederaciones.

El encuentro fue fascinante. De punta a punta. El futbol no pasa sólo por los alaridos desmesurados en la desmesurada boca del gol. Como espectáculo puede entenderse así de simplista. Y hay quien tiene derecho a conformarse con ello. Porque hay quienes leen a Juan Rulfo y a García Márquez, y quienes se conforman con el Libro Vaquero.

El juego de españoles e italianos fue una exquisitez de futbol. Mérito absoluto de los que estaban en la cancha, y de ese esfuerzo magnífico por hacer lo que mejor saben, lo que más les gusta, y de consumar su obra de vida para la que fueron predestinados.

Veámoslo con la simetría justa del veredicto, con los extremos del Paraíso para uno y del Infierno para el otro.

Veámoslo en el espejo bizarro de una sentencia que no daña al futbol, sino que lo enaltece.

1.- España no gana, Italia pierde con el yerro de uno de sus carabinieris, Leonardo Bonucci.

2.- Italia no pierde, España gana con la eficiencia perfecta de sus fusileros, consumada finalmente por Navas.

El futbol permite esa obscena convivencia en la catalización de un resultado: algunas veces puede dar a luz a un vencedor sin que necesariamente se decrete, con vulgaridad, un vencido.

Italia pudo ganar, quiso ganar, supo qué hacer para ganar, en 120 minutos. Y España también. Pero no ocurrió.

En ese equilibrio de fuerzas, de cualidades, de aptitudes, de afinidades -ojo, por caminos distintos- para rendirle al futbol la veneración de jugarlo bien, formaron una coalición magnífica los protagonistas de ese marcador indeseado, odiado, antagonista del deporte mismo: el 0-0.

1.- Porque los porteros tuvieron acciones en los tres ejercicios en que deben consumar la castración de los delanteros adversarios: el instinto, la repentización y la suerte.

2.- Porque el resto, los 20 combatientes, bayoneta en mano y veneno en la mirada, fueron, algunos, artistas capaces de generar condiciones de gol y otros, incapaces, de consumarlas en la red por precipitación, desconfianza, duda, titubeo o simplemente error técnico en el golpeo.

3.- La suerte, que, casquivana, volátil, voluble, perjura, es capaz de matar a uno o de no dejar morir a ninguno. A veces se convierte en el Juez Supremo de lo inesperado y a veces deja todo en manos de los semidioses que terminarán tropezándose como seres humanos, tal y como le pasó a Bonucci.

¿Del juego? España pasó de dominador a dominado y a dominador. Ya se sabe: España es de las selecciones que menos corre en desgaste, pero que más recorre con el desgaste de la pelota. En esa decisión de jugar sin apuros, se solaza en las ventanillas de la burocracia, para traspapelarle el balón al adversario, e ir luego al latigazo que monta en histeria al rival.

Italia en sus momentos álgidos fue práctico, en esa mezcla aún en embrión con Prandelli, entre el futbol dinámico y el laborioso trabajo colectivo de marca.

Y ahora, España va con, por y sobre Brasil. La final que el universo del futbol anhelaba.

Todos pues, excepto los brasileños, como quedó de manifiesta cuando Fortaleza se convirtió en la fortaleza nacional de plegaria de todos los amazónicos, que olvidaron, seguramente, que de no mediar errores arbitrales, los mismos azzurri hubieran merecido un mejor saldo ante el anfitrión.

¿Teme Brasil a España? Al menos en su afición hay desazón.

No es para menos: España les recuerda a los brasileños que su selección no jugaba igual, sino mejor, porque a la posesión de pelota, le agregaban, hasta 1970 y con la salvedad de 1982, esa fascinación artística del talento, magia, imaginación, y ese instinto festivo con el balón, privativo de su danzarina etnia futbolística.

Sí: a Brasil lo intimida España, porque le recuerda todo lo que podría debería y querría ser, en apego estricto a sus cromosomas y su ADN floreciente de magia.

No fue el futbol, mucho menos el "Jogo Bonito" o la "magia" los tópicos que sacaron adelante a la "verdeamarelha" en su camino a la final de las Copa de las Confederaciones. Brasil ganó haciendo lo que sabe hacer en esta generación: empujando, llevando el balón hasta la zona de peligro y confiando en el error del oponente. Con esto le alcanza para obtener el boleto a la final, pero... ¿y después qué?

RÍO DE JANEIRO -- Con la camiseta en una mano y con el corazón en la otra, Brasil salió victorioso del "Mineirao".

Sin rasgos del "Jogo Bonito" o de la "magia" que alguna vez caracterizó a su futbol, Brasil compró un boleto para "El Maracaná", dejando en claro que necesitará más futbol y menos espíritu si quiere ganar la Copa de las Confederaciones.

Para decirlo con claridad: con este nivel, a Brasil difícilmente le alcanzara para hacer frente a España, en el entendido que pase lo que pase en Fortaleza (en el España-Italia), "La Roja" marca el parámetro de medición en el futbol de nuestros días.

Un Brasil por momentos desconocido, que va, que empuja, que pelea, que mete la pierna, que corre, que acarrea el balón, que transpira la camiseta "verdamarelha" y que deposita a cuentagotas el futbol que alguna vez lo glorificó como la mejor selección del mundo. Este Brasil pasa por otros sentidos: trata de aprovechar el futbol que solo tiene Neymar, empuja por las bandas con Marcelo y Alves y acumula personajes en el medio campo -Paulinho, Bernard, Oscar, Lucas- para tratar de ganar los partidos. Esta noche lo ha hecho en Belo Horizonte, en medio de un Uruguay que ofreció pelea tanto en la parte anímica como deportiva y que al final terminó pagando caro un error de marcación en un tiro de esquina.

Brasil está lejos del escenario de su juego mágico y espectacular. Es un Brasil vertical, que brinca líneas en la cancha, que aprovecha cualquier pifia del oponente y que se conforma con sacar el resultado.

A un año de distancia de la Copa del Mundo -de su Copa del Mundo-, Luis Felipe Scolari necesitará trabajar tiempo extra y esperar que algunos de sus jugadores maduren para presentar un equipo de alta competencia.

El domingo será complicado para Brasil. Si España consigue el anunciado pasaje tendrá un duro partido porque el nivel español, hoy en día el mejor equipo del mundo, está realmente por encima de la capacidad competitiva de este Brasil.

La camiseta le alcanza a Brasil para llegar a una final. Podría ser así en el 2014, cuando la FIFA lo coloque en un grupo relativamente sencillo y en un camino despejado hasta las semifinales. Pero... ¿y después qué? La camiseta "verdeamarelha" no alcanzará cuando tenga enfrente más calidad, más profundidad y más espectacularidad.

@Faitelson_ESPN

Hace 63 años se vivió una de las grandes tragedias deportivas en la historia del Brasil, pero a partir de ahí, la selección "verde-amarelha" ha construido una de las grandes leyendas en el deporte. Este miércoles, brasileños y uruguayos juegan en Belo Horizonte por las semifinales de la Copa de las Confederaciones, en un clásico sudamericano, lleno de grandes estrellas en la cancha, salpicado de historia, de morbo y aderezado por una pasión ilimitada.

RÍO DE JANEIRO -- La memoria no les suele fallar a los brasileños, a menos de que se trate de un acontecimiento que ocurrió hace 63 años y que el mundo del futbol llamó "El Maracanazo" y que para ellos, más que un acontecimiento, fue una tragedia nacional.

"No, de eso mejor no hablemos", me dice Gerson Rodriguez, un hombre de 73 años que atiende un puesto de periódicos en Copacabana. "Yo era muy pequeño para entenderlo, pero tengo algunos recuerdos de cómo fue ese día en casa. Papá estaba desconsolado. Aún recuerdo sus lágrimas".

Más de seis décadas después, en un nuevo siglo, Brasil cuenta que a partir de la derrota ante Uruguay en la final por el Mundial de 1950 logro ganar cinco títulos mundiales, generar a algunos de los jugadores más exquisitos del futbol y apuntar a su equipo como la selección más poderosa en la historia de este deporte. Como que "El Maracanazo" no traumatizó demasiado al futbol brasileño, pero sí dejó una huella difícil de superar en el "torcedor" (aficionado) brasileño que pasó de generación a generación. La oportunidad de resarcir las heridas de aquel domingo 16 de julio llegará recién el próximo año, en la Copa del Mundo, pero antes de ello, una cita en Belo Horizonte que sin duda atrae las remembranzas.

Brasil entra como amplio favorito. Ha ido de menos a más en el evento y en el último juego de la ronda de grupos terminó ofreciendo una exhibición ante Italia que alcanzó para obtener el reconocimientos de su exigente público. Sin alcanzar el potencial que requiere para volver a los primeros planos del futbol, Brasil se ha fortalecido en casa y espera que a partir del futbol que generen jugadores como Neymar y Oscar afiancen sus condiciones y le den el rendimiento parejo en el que tanto insiste el entrenador Luis Felipe Scolari.

Uruguay llegó en estado de emergencia a esta Copa Confederaciones. La victoria que obtuvo en Venezuela le dio cierta vida por las eliminatorias, pero parece inmerso en un proceso de reestructuración que le está costando. Tiene, sin embargo, dos grandes referentes al ataque que puede estropearle la vida a cualquier rival: Luis Suárez y Edinson Cavani. No olviden que Uruguay se ganó el boleto a esta Confederaciones ganando la Copa América en territorio argentino y que fue cuarto lugar del último Mundial, aportando al mejor jugador del campeonato en Diego Forlán.

El Brasil-Uruguay de este miércoles en Belo Horizonte es un duelo con una marcado favorito. Brasil tendrá que responder a la presión y jugar como si estuviera en juego ya una Copa del Mundo, pero Uruguay parece disfrutar esta clase de escenarios donde nadie da nada por ellos y tiene que asomar el orgullo y el espíritu para lograr el resultado. Un clásico sudamericano, lleno de grandes futbolistas, salpicado por la historia misma y aderezado por una pasión ilimitada.

Del "Maracanazo", pocos brasileños se acuerdan o mejor dicho: pocos brasileños quieren acordarse.

@Faitelson_ESPN

Andrés GuardadoMexsportAndrés Guardado reconoció el panorama sombrío del Tri en el Hexagonal Final de la Concacaf
BELO HORIZONTE , Brasil -- Primero vendió humo: "Hemos ganado confianza venciendo a Japón".

Después apagó su propia hoguera de leña verde. Y finalmente Andrés Guardado confronta la realidad: "De no ganarle (a Honduras en el Estadio Azteca), pues estaríamos prácticamente fuera del Mundial".

Increíble que en apenas 24 horas, se dé un giro tan drástico, lo cual refleja la urgencia de victoria en el equipo, aunque al final se dosifica, se cataliza, la inutilidad de la misma, ante la realidad de los objetivos por cumplirse.

Andrés Guardado reconoce el panorama sombrío en el Hexagonal Final de la Concacaf. Y es saludable que así sea.

Ya se sabe: México es tercero en la Tabla de Posiciones, tiene visitas a Estados Unidos y Costa Rica y debe recibir a Panamá y Honduras. Tiene ocho unidades y hay 12 por disputarse. Con siete puntos aseguraría repechaje y con ocho seguramente la tercera plaza.

¿Por qué saludable que Guardado exponga correctamente el riesgo de no ir al Mundial?

Porque evidentemente significa asumir la responsabilidad, aunque es evidente que en los dos meses y medio inmediatos, metidos en las exigencias de sus clubes, los seleccionados mexicanos no tendrán pesadillas.

¿Puede México solventar los compromisos? Futbolísticamente sí. Tiene jugadores con talento, capacidad y recorrido para retener los tres puntos en el Estadio Azteca y vencer a Estados Unidos a domicilio, en las fechas del 6 y 10 de septiembre.

Pero hay requisitos que cumplir para ello.

1.- Todo indica que Chepo de la Torre seguirá al frente del Tri el resto del proceso. Él mismo debe hacer una autocrítica, y apoyarse en su cuerpo técnico.

Se habrá dado cuenta de que jugadores en los que depositó su confianza no respondieron: unos porque no pueden ya, como Torrado; otros porque no quieren como el Maza Rodríguez, y otros porque no saben, como De Nigris.

2.- Debe localizar el eslabón roto de este Tri.

¿Qué pasó en el proceso de 2011 y 2012, a estas selecciones de 2013? ¿Soberbia, crisis de credibilidad, vestidor roto, indisciplina, falta de espíritu, desobediencia táctica, caducidad de su propio discurso? E incluso: es tan obvia la forma de jugar del Tri, que sin variantes estudiadas, y difíciles ya de asumir y desarrollar, lo dejan condenado.

3.- El escenario de su propia Apocalipsis. ¿Entenderán jugadores y técnico las consecuencias de perderse una Copa del Mundo?

Los futbolistas se devalúan, los estadios terminan por vaciarse, los técnicos quedan satanizados, la afición burlada, las generaciones de futbolistas jóvenes estancadas, y lo más preocupante para parte de los responsables, la hecatombe de la industria del futbol, pues incluso los contratos publicitarios del Tri y de sus futbolistas estelares, se desmoronan y los anunciantes rechazan vincular su producto al de fracasados.

Sólo falta que entre los seleccionados nacionales trasciendan más las palabras, las reflexiones de inquietud y preocupación de Guardado, como un detonante, como un revulsivo para los espíritus fracturado, y que su repercusión, sea mayor que el timorato discurso del entrenador Chepo de la Torre, que en resumen es el típico "no pasa nada"del mexicanismo conformista.

José Manuel de la Torre
MexsportDe la Torre pasa por algo semejante a lo vivido en Toluca

MÉXICO -- México ha vuelto a casa después de una triste Copa Confederaciones que cierra un primer semestre del 2013 lleno de dudas para José Manuel de la Torre y su cuerpo técnico. No nada más por los resultados, principalmente por el funcionamiento del equipo.

México fue de menos a más en la competencia. Inició con una presentación lamentable ante Italia; mostró una pequeña mejoría ante Brasil, insuficiente para competirle a una potencia mundial en su casa; y concluyó con un triunfo justo ante Japón. Nada del otro mundo, pero sí muchas revelaciones que deberá trabajar el técnico nacional.

La principal son las pocas variantes que tiene la selección. Por decir algo, México tiene dos, tres o cuatro caminos para ganar y nada más. Se agotan las ideas con una facilidad alarmante. Eso aunado a que no abundan individualidades, o que las pocas que hay han andado lejos de su nivel, el resultado es poca claridad en la portería rival.

A "Chepo" de la Torre le está pasando algo semejante a lo que ocurrió en su última etapa en Toluca. Aquellos Diablos Rojos se hicieron predecibles, sin variantes, y terminaron sin liguilla. Eso puede ser muy peligroso, y en buena medida se ha reflejado en los partidos eliminatorios.

Muchas veces se dice que el resultado no hace justicia al desempeño en la cancha. Con México los marcadores finales han sido benéficos, porque con Jamaica y Costa Rica estuvieron más cerca de una derrota, y contra Italia y Brasil en Confederaciones no sólo merecieron perder, incluso debió ser por un margen más elevado.

Lo visto en Brasil debe poner interrogantes muy concretas. Francisco Javier "Maza" Rodríguez necesita repuntar su nivel considerablemente, Andrés Guardado debe estar conciente de que hace mucho no marca diferencias en el equipo; Giovani tuvo un torneo aceptable pero antes de eso no pesó mayormente en eliminatoria, la duda en el lateral derecho persiste; Pablo Barrera y Javier Aquino naufragaron en el medio campo, además que en lo colectivo, el equipo sigue sin encontrar más caminos para ganar un partido.

La falta de profundidad, de claridad ante la portería rival, los errores defensivos y escasas ocasiones de riesgo que hemos visto en la eliminatoria, incluso dan para estar en tercer lugar del Hexagonal; apenas suficiente para ir a la Copa del Mundo. Ese nivel de juego no sirve para esperar algo importante en Brasil 2014, Mundial para el que todavía falta ganarse un boleto. En eso consiste la dosis de realidad que nos ha dejado Brasil 2013.

RÍO DE JANEIRO -- No es el silbido del gol. Es el de la democracia. Aquí no se cantan goles, se canta a favor de Brasil. Niños, jóvenes y adultos. La avenida Atlántica, la vena principal en Copacabana, aquí en Río de Janeiro, es inundado por los gritos de justicia de cerca de cinco mil personas que caminaron cerca de 12 kilómetros hasta la casa de gobierno de esta ciudad para exigir que se derogue el PEC 37 mejor conocido como el "PEC de la impunidad".

Las marchas espontáneas de gente cansada del poder y la corrupción, sin duda, han sido el foco de atención principal de la Copa Confederaciones. Los goles son cambiados por gritos de equidad que miles de gargantas vociferan para dejar a un lado el futbol y aprovechar la vitrina mundial para que el mundo escuche a esta nación.

El PEC 37 es una enmienda constitucional propuesta que quita a los poderes de investigación de los fiscales federales y estatales. Si es aprobado, próximamente en Brasil dejarán de existir investigaciones contra la delincuencia organizada, la malversación, la corrupción, los abusos cometidos por agentes del estadio y también la violación de los derechos humanos.

Por ello, miles de cariocas salieron esta tarde a las calles a exigir que se derogue. Cientos se unieron en la costa para cantar "soy brasileño, con mucho orgullo, con mucho amor", manteniendo las pancartas arriba con la leyenda "PEC 37 licencia para robar" o "todo el poder emana del pueblo" o exigiendo la dimisión inmediata del gobernador Sergio Cabral.

El recorrido fue de aproximadamente 12 kilómetros. Arrancó en Copacabana y terminó en Leblon, en la casa del mandatario de la ciudad, donde ya lo esperaban un grupo de 50 personas, quienes mantienen cerrado el lugar desde hace varios días, e incluso han acampado ahí con el "permiso" de las autoridades, mismas que hasta el momento, no habían tenido un choque con los manifestantes, contrario a otros lugares donde sí ha habido enfrentamientos entre policía y ciudadanía.

Incluso, durante la marcha no se pudo apreciar ningún policía que reprimiera el recorrido. Sólo una patrulla en el halo de la manifestación, pero para resguardar que no hubiera mayores problemas. Durante los actos, un grupo de personas apostadas afuera de la casa de gobierno, permiten a los ciudadanos exponer las razones del porqué deben darse movimientos . Cada manifestante tiene un tiempo de tres minutos y al final del mismo llegan los aplausos y el grito de "Brasil& Brasil& Brasil...".

Pancartas, playeras, silbatos y narices de payaso se repartieron a lo largo de la caminata. Amas de casa gente apostada en las aceras se unión al contingente que guardó respeto a los turistas en las cerca de dos horas que duró el recorrido.

Las expresiones en contra de los gobernantes continúa en Brasil y se espera que para la Final en Río se vaya a concentrar la mayor marcha en la historia del país, pues creen que el evento que polarizará a todo el mundo, será una buena vitrina para mostrar que los brasileños no sólo viven del futbol.

Se trataba de aprovechar la Copa de las Confederaciones para reducir la distancia con respecto a las grandes potencias. México no vino a Brasil a ganar confianza y a preparar el partido contra Honduras del 6 de septiembre. La selección mexicana llegó en estado de emergencia y se fue con un respirador artificial sin abandonar aun la sala de terapia intensiva.

RÍO DE JANEIRO -- Disfrazar con un "kimono" el fracaso mexicano en la Copa de las Confederaciones no parece una postura valida. México vino a Brasil con una idea., con un sueño, con una pretensión. Se fue con las manos vacías...

No es una operación matemática, tampoco se trata de física-cuántica y podría tener algún rasgo de silogismo hipotético: la distancia resultante entre el futbol mexicano y el futbol de las grandes potencias internacionales es, finalmente, la línea de crecimiento que tiene México en materia futbolística.

Y a eso justamente vino el futbol mexicano a esta Copa de las Confederaciones: a reducir la distancia que tiene y seguirá teniendo con respecto a las selecciones más desarrolladas del mundo. A partir de ahí, es válido o no realizar un juicio sobre lo que México hizo y dejó de hacer en tierras brasileñas.

México no dejó nada aquí. Aunque en mal momento, llegó con ciertas expectativas y se fue con las manos vacías. Si algunos quieren, sobre todo los más optimistas, afirmar que ganó cierta confianza con vagos momentos ante Brasil y un triunfo ante Japón, está bien, pero nada más. Y si la Copa de las Confederaciones iba a ser utilizada para reconfirmar la idea de que puede lograr el boleto mundialista en la pobreza de la Concacaf entonces, me parece, un terrible desperdicio.

La selección mexicana no venía a Brasil con la idea de ganar la Copa Confederaciones, ni siquiera con la idea de un eventual paso a las semifinales. El sueño casi perene del futbol mexicano ha sido acercarse a los mejores equipos del mundo.

Entiendo -y supongo que todos lo entienden así- que el futbol es un deporte de momentos y el momento de México antes y después de esta Copa Confederaciones obedece a una crisis, a un marasmo futbolístico que no le permitió mostrar sus pocas o muchas bondades. México llegó mutilado al evento. Hizo poco o nada ante Italia, trató de luchar frente a Brasil y mejoró -de acuerdo con su propio nivel- ante la selección de Japón.

Los jugadores mexicanos llegaron por la puerta de atrás al aeropuerto del Distrito Federal la madrugada del lunes. No había ni sonrisas, ni festejos, solo un ligero atisbo de esperanza para una selección y un futbol que hoy en día sigue a la deriva, en la zozobra y a la búsqueda de una mejor calidad para, primero -y con carácter de urgente- clasificarse al Mundial y luego tratar de probar que pueden reducir esa línea imaginaria y poderosa, la distancia que existe con respecto a las grandes potencias de este deporte. Mientras eso sucede o no, yo diré y ratificaré, que lo que hizo aquí en Brasil fue un rotundo fracaso.

@Faitelson_ESPN

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