Si un equipo a lo largo de la historia ha tenido falta de corazón ese es el de Los Angeles Dodgers.
Eso no se mide en números. Como mismo hay novenas que dan batalla hasta el último out, hay otras que colectivamente sucumben a la presión de los grandes momentos.
La versión de los últimos tiempos de la novena angelina recuerda aquella de los 50, cuando todavía vivía en Brooklyn y cuyos fanáticos se repetían, temporada tras temporada, "será el año próximo".
No ganan la Serie Mundial desde 1988. Llegaron al Clásico de Octubre en el 2017 y 2018, pero perdieron ante los Houston Astros y los Boston Red Sox, respectivamente.
Ahora tratarán de hacer bueno el refrán de que a la tercera va la vencida.
¿Cómo llegaron a octubre?: Dominaron la división Oeste de la Liga Nacional de principio a fin, sin sombra de oposición, pasándole por encima a sus rivales como la clásica aplanadora.
Para que se tenga una idea del poderío de los Dodgers, basta decir que solamente dos veces en los albores de la temporada tuvieron récord de .500: cuando ganaron el Día Inaugural y perdieron el segundo partido (1-1) y el 13 de abril, cuando tenían balance de 8-8.
A partir de ahí, las victorias empezaron a caer como un torrencial aguacero, hasta llegar a 106, la mayor cifra en los 135 años de historia de la franquicia.
El jugador clave: Kenley Jansen. El cerrador curazoleño sigue siendo uno de los mejores, pero ya no es aquel cerrojo extremadamente confiable de campañas anteriores.
Sus 33 rescates son la menor cifra desde el 2013, mientras que sus ocho salvamentos desperdiciados son la mayor cantidad de toda su carrera, como mismo lo es su efectividad de 3.71.
Fortalezas: Bateo y pitcheo. Los Dodgers están blindados. Tienen la mayor ofensiva de la Liga Nacional en producción de carreras (886), jonrones (279) y extrabases (601).
Su cuerpo de pitcheo tuvo la mejor efectividad colectiva (3.37) y sus lanzadores propinaron 18 blanqueadas, cifra tope en todas las Grandes Ligas.
Debilidades: El manager. Si los Dodgers no ganaron en sus dos visitas anteriores a la Serie Mundial, acháquenselo a Dave Roberts.
Olvídense de que haya ganado hasta premio de Manager del Año. Cuando la presión sube, Roberts dirige erráticamente, nervioso, con un lenguaje corporal de quien tiene miedo a cometer errores, que lo llevan...¡a cometer horrores!
Para ganar necesitan: Que Roberts tome el control absoluto de sus acciones, sin interferencias de la oficina y sea capaz de establecer una alineación estable para toda la postemporada.
Los playoffs no tienen 162 partidos, que permiten jugar con todo el roster en aras de darle descanso a los peloteros. Si el manager no acaba de entenderlo así, se repetirá la película del 2017 y 2018.
En un mundo ideal: Deben llegar hasta la Serie Mundial e incluso ganarla.
Sorprenderían al mundo si: Son eliminados en la serie divisional ante el comodín o en la de Campeonato de la Liga Nacional.