El sorteo de novatos de Grandes Ligas del 2000 no sera recordado como uno memorable, pero sí incluyeron varios seleccionados en primera ronda que son importantes: Adrián González, seleccionado No. 1 por los entonces Marlins de Florida, es un cuatro veces Todos Estrellas con 247 jonrones de por vida en su carrera. El intermedista de los Filis Chase Utley sería un seguro candidato al Salón de la Fama de no haber sido por las lesiones, y Adam Wainwright mostró gran promesa en sus inicios en Atlanta, y logró cumplir con las expectativas como un as en San Luis.
El jardinero de Tampa Bay Rocco Baldelli sera recordado como un clásico ejemplo de "qué habría pasado si". Generó comparaciones tempranas con Joe DiMaggio y estaba en camino a tener una carrera de impacto cuando una serie de problemas medicos provocaron que se retirara a los 29 años y se moviera a un puesto a la oficina central de los Rays.
El relevista de Toronto Dustin McGowan, seleccionado en el turno 33 del sorteo del 2000, califica como el anti-Baldelli. Siendo honestos, debió haberse retirado del béisbol hace tres o cuatro años y debía estar ahora jugando con sus hijos o bebiendo una limonada bien fría en el pórtico de su casa ahora mismo. Su presencia en el roster de Toronto dice mucho de su perseverancia, su resistencia al dolor y las maravillas de la medicina deportiva moderna.
Catorce años después de que Toronto lo seleccionara procedente de la Secundaria Long County en Ludowici, Georgia, (población: 1,440), McGowan sigue dando que hacer en el deporte a los 32 años. Su marca de 23-26 y efectividad de 4.57 son considerablemente más impresionantes a la luz de los obstáculos que ha tenido que superar para mantenerse en el terreno. Ha pasado tres grandes cirugías en el hombro, una cirugía de rodilla, fasciitis plantar, una lesión en el oblícuo y diabetes Tipo 1, por lo que McGowan podría ser el protagonista del programa de telerrealidad en el béisbol, "Survivor: Rogers Centre."
"Eso demuestra que tiene mucho espíritu de lucha y que no le gusta rendirse, y también muestra su pasión por el deporte", dijo el cerrador de Toronto Casey Janssen. "Habría sido muy fácil para él el decir en alguna de esas oportunidades, 'Esto no está en el libreto', y seguir adelante".
Si McGowan sirve de inspiración para sus compañeros y para otros lanzadores profesionales, es estrictamente por accidente. Es un chico de su casa en Georgia que no está listo para decirle adiós al béisbol de otra manera que no sea en sus propios términos.
"Yo nunca me quito de nada", dijo McGowan. "Hubo ocasiones en las que quizás no habría podido volver, pero eso no iba a suceder por falta de intento. Mi filosofía era, mientras me pudiera mirar en el espejo al final del día y saber que hice todo lo que pude, yo estaría bien. Y eso me funcionó".
Sin importar lo que logre de aquí en adelante, McGowan nunca va a poder alcanzar las alturas que se predecían para él como un gran as en la organización de Toronto. Luego de que ponchara a 99 bateadores en 92 entradas en sus primeras dos paradas en liga menor, la revista Baseball America lo catalogó como el prospecto No. 4 de Toronto – justo entre un joven receptor llamado Jayson Werth y un esbelto jugador del medio del cuadro interior llamado Orlando Hudson. McGowan ascendió al puesto No. 1 en la lista de prospectos de Toronto en 2003 y parecía listo para tener una temporada de estrella la siguiente campaña.
"McGowan tenía mejor repertorio que Roy Halladay, el ganador del Cy Young que podría unírsele pronto en la rotación de Toronto", escribió BA, que lo proyectaba como un futuro miembro sólido de la rotación.
McGowan tuvo marca de 12-10 con efectividad de 4.08 en 27 aperturas en 2007, pero eso fue lo más cerca que estuvo de tener una temporada completa en Grandes Ligas. Se desgarró el manguito rotador en una salida ante Baltimore en julio del 2008, y de repente se le cayó el mundo. Se perdió las temporadas 2009 y 2010 y volvió en 2011 solo para ser operado por tercera vez, lo que lo mantuvo fuera de juego toda la campaña 2012.
"Yo me decía, 'Santo cielo, ¿qué otra cosa mala me puede pasar?'", dijo McGowan. "Casí deseaba irme a mi casa y sentarme en una silla donde nada malo me podría pasar. Ya habían pasado las cirugías y tenía esperanza de que no tendría que operarme más. No me quedaban muchas partes del cuerpo sanas".
McGowan estuvo cerca de retirarse luego de su segunda cirugía de hombre, pero persistió por el apoyo de su esposa, Jilly. Improbable como es todavía sigue lanzando, y más sorpresivo aún es el hecho de que siga con el mismo equipo que lo escogió en el sorteo, que lo firmó y que lo desarrolló.
"La organización se mantuvo firme con él y le dio la oportunidad, y eso le ayudó", dijo el manager de Toronto John Gibbons. "Él es uno de esos jugadores por el que uno da la milla extra por la clase de individuo que es él. No es más que un buen muchacho del campo".
A tres años de su última cirugía de hombro, McGowan sigue con cuidado. Utiliza una bomba de insulina para controlar su diabetes, y Gibbons tiene cuidado de no utilizarlo más de dos días seguidos. Pero el lujo de lanzar en dosis controladas saliendo del bullpen ha sido una bendición para la recta de McGowan, que sigue ubicándose en las medianas 90 mph. De acuerdo con FanGraphs, su recta promedio alcanzó las 94.8 mph en 2008 y en la actualidad está en las 93.1.
Aunque el temprano sentido de optimismo en Toronto esta temporada ha sido sacudido por la reciente mala racha de derrotas, McGowan espera ser un colaborador en lo que sería la primera aparición de los Azulejos en la postemporada desde 1993. Los lanzadores contrarios le batean para .130 (7-en-54) desde que se movió de la rotación al bullpen a mediados de mayo, y ha dejado varados a 16 de los 17 corredores que ha heredado. Esos números ayudan a explicar la razón por la que Gibbons se está acostumbrando cada día más a la idea de utilizarlo en situaciones de alto riesgo.
Si esto es lo que le depara el destino a McGowan – el tener un rol relativamente anónimo como relevista intermedio o preparador – él está tranquilo con eso. Aunque existe la tentación de reflexionar sobre su carrera y preguntarse lo que habría podido hacer de haber tenido algo de más salud, McGowan mira a su tiempo en Toronto con un sentido de orgullo por todo lo que ha pasado.
"No me gusta pensar en el 'qué habría pasado sí'", dijo McGowan. "Yo sé que las cosas suceden en este deporte y que es raro que un lanzador nunca se lastime. Yo estoy más orgulloso del hecho de que pude volver por tercera vez. Eso es algo bueno".
Ha sido un largo y solitario camino desde que era un prospecto a ser un imán para las lesiones a volver a ser relevante. Si Dustin McGowan no fuese tan centrado y humilde, quizás podría ser una inspiración para él mismo.