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Sí, existe... el adonis futbolero de México

Aclaración del editor: ESTE MATERIAL SE PUBLICÓ ORIGINALMENTE EL 13 DE ABRIL DE 2020

LOS ÁNGELES -- Con la generosa asesoría de Jack el Destripador, el forense Dexter y el doctor Frankenstein, armemos un rompecabezas imposible: el arquetipo del futbolista mexicano para ser campeón del mundo.

Es una labor herculina. Imposible, pero no improbable. Alguna vez, a este reportero, Ricardo LaVolpe le puntualizó sus fantasías: “Con once Hugo Sánchez, podría (ser campeón del mundo en Alemania 2006)”.

Bora Milutinovic, en 1984, en gira de la selección mexicana, también a pregunta expresa de este reportero, le sintetizó: “Con once Javier Aguirres, seríamos campeones del mundo”, después de que el Vasco saliera de la cancha del Centenario de Montevideo con la camiseta del Tri embarrada de sangre. "No es mía", aclaró, "es de aquellos cabrones (sus rivales uruguayos)".

Y para el Mundial de Sudáfrica, se le preguntó lo mismo al mismo al entonces técnico del Tri, Javier Aguirre: “Con once cabrones como Cuauhtémoc Blanco, saco a México campeón del mundo, ¡a güevo!”.

Un rompecabezas ocioso. Un Robocop futbolero. Un Terminator pateabalones. Un Frankenstein mesiánico. Construyamos el modelo del futbolista del Tri y que se cuide el universo.

1.- MENTALIDAD...

Hugo Sánchez, sin duda. El PentaPichichi, como futbolista, uno del montón, fue la versión ochentera de Cristiano Ronaldo. Convicción, compromiso, tenacidad, resiliencia, audacia, insolencia, ambición, egoísmo.

Sin esa fortaleza mental para vencer las adversidades e imponer sus ambiciones, Hugo no habría sido el triunfador que fue con Pumas y en España. Trabajó, ensayó, entrenó, se disciplinó y se fortaleció para ser le mejor de todos. En su época con el Real Madrid fue considerado el mejor delantero de Europa.

"Cuando jugamos en Moscú (con el Real Madrid), con nieve, bajo cero, me mentalicé pensando que jugaba en Acapulco, que no había nieve, sino sol. Fue el mejor partido de mi vida", ha relatado el mismo Hugo.

2.- LIDERAZGO…

Aquí hay para escoger: Javier Aguirre o Rafa Márquez. Hugo sería un ejemplo, una motivación, pero no un líder. Es clave poseer la capacidad de delegar la dosis de liderazgo necesaria hasta al más apocado del grupo.

En el Mundial de 1986, Aguirre fue el mejor socio catalizador de Miguel Mejía Barón, a quien Bora Milutinovic le agendó el manejo de un grupo cargado de divos, de personalidades que inevitablemente iban a chocar.

Y el Vasco tuvo autoridad absoluta de los vestidores como jugador, especialmente el del América. Su cultura, su personalidad, su entereza y su capacidad frontal para encarar situaciones, le facilitado el caudillaje.

Rafa Márquez es otro ejemplo. Llegó a ejercerlo en el Barcelona –ganándose el respeto de Puyol--, en el Tri y en el León. Distinto en formación a Aguirre, pero con innatas habilidades para conciliar y ordenar, dentro y fuera de la cancha

La referencia puntual de su impacto en el grupo, aún en el ocaso, fue la arenga final a los seleccionados mexicanos antes de saltar a la cancha y vencer 1-0 a Alemania en el Mundial de Rusia. Y lo hizo respaldando absolutamente al técnico Juan Carlos Osorio.

3.- VELOCIDAD…

Una pieza defectuosa como referencia: Jürgen Damm. El futbolista mexicano más veloz en la historia. Claro, al final, la pelota termina en la tribuna, o apenas llega al área, o se trompica con ella.

Entonces, velocidad útil, para superar al rival y resolver el uso del balón, habría que recurrir a Chucky Lozano, no tan veloz como Damm, pero con un poderoso recorrido y una idea más clara de qué hacer en el último momento de servir el balón o definir.

En otros tiempos, habríamos recurrido a la velocidad productiva de Luis Roberto Alves Zague o de Leonardo Cuéllar.

4.- DRIBLING…

México tuvo grandes exponentes de ese futbol tribunero, agradable, hoy en extinción. Pero, para no remontarnos a la era de Fernando Bustos (Cruz Azul), Berna García (Atlas) o Willy Gómez (Chivas), habrá que ir al mejor exponente y que está en Europa.

Habilitado ahora como marcador de punta por derecha, Tecatito Corona representaría la forma más pícara, ladina, bribona de hacer pacto cómplice con el balón, extasiar a la afición y enseguida entregar el balón en la boca del gol.

5.- EL MEJOR REMATADOR…

Javier Chicharito Hernández habría podido inquietar a Jared Borgetti, pero nunca a Hugo Sánchez. El hoy delantero del L.A. Galaxy es de una contundencia imponente en el área chica, hasta ser un goleador inverosímil como aquel gol al Chelsea que termina empujando a la red con remate pozolero: cachete, oreja y trompa.

Hugo remataba desde cualquier posición, condición, recurso. De cabeza, con ambos pies, con espectacular chilena, de botepronto o si era necesario con la ordinariez de un punterazo.

6.- EL MEJOR DEFENSA…

Rafa Márquez. Pero habría que ponerlo a contraluz con un zaguero que pasó desapercibido: Félix Cruz, de Pumas, mundialista en México. Pulcro, fuerte, rápido, inteligente en coberturas, hábil, pero, con salidas más modestas que el tetracapitán del Tri.

E imposible ignorar a Claudio Suárez, más astuto, más rápido, más certero, más castigador, y con un costal de recursos ante jugadores más altos, más fuertes que él.

Pero, la salida desde el fondo de Márquez y su elegancia y sapiencia para manejar la cueva y dar tranquilidad al arquero, lo ponen por delante, además de su habilidad para manejar todas las zonas y puestos en defensa, incluyendo como medio escudo.

7.- PIERNA MÁS EDUCADA…

A sufrir: Benjamín Galindo o Cuauhtémoc Blanco o Tomás Boy o Manuel Negrete. Jugadores de peso mundialista, con una gran precisión e inteligencia con el balón y la localización del destino perfecto.

Elijo a Cuauhtémoc, que más allá de su habilidad, astucia y capacidad para sacar el pase perfecto desde cualquier condición y bajo cualquier circunstancia, al destino exacto, pero con recursos impredecibles con la gambeta y el amague, además de la personalidad descarada y arrogante ante el adversario.

8.- INTELIGENCIA…

En México, donde según LaVolpe, el futbolista es un “analfabeta táctico”, se adquiere en una madurez a veces tardía. Saber leer el juego. Saber leer al rival. Saber leer los momentos de sus compañeros.

Sólo han aparecido tres, y los tres se graduaron cuando su cabeza funcionaba con sabiduría y sus piernas se rendían: Rafa Márquez, Pável Pardo, Alberto García Aspe, Javier Aguirre y Andrés Guardado. Sí tres rojinegros, uno de Pumas y un americanista.

Hubo un jugador de Chivas que los habría rebasado a todos ellos: Pepe Martínez. Líder natural, con gran disparo, lectura del juego, tal vez el primer jugador mexicano que entendía el recorrido de área a área de un número ocho. Pero un accidente automovilístico segó la vida de Pepe Martínez.

En un enfrentamiento en el Memorial Coliseum, entre Chivas y el Argentinos Junior de Diego Armando Maradona, Pepe Martínez secó a El Pelusa.

Después, Maradona, asombrado de la calidad de Pepe, recomendaría su contratación al ser vendido a Boca Juniors, pero…

Así pues, ¿le agrada este prototipo del futbolista mexicano ideal? Una mezcla de las mejores cualidades y condiciones de Rafa Márquez, Hugo Sánchez, Javier Aguirre, Cuauhtémoc Blanco, Chucky Lozano y Tecatito Corona.

En ese clon extraño y en ese clan extravagante, se asoman calidad, habilidad, talento, corazón, mentalidad, dureza, rudeza, versatilidad, puntería, ingenio, astucia y gol.

Sí, es tan utópico este paradigma de futbolista como el de Bora pidiendo “once Aguirres”, o LaVolpe reclamando “once Hugos”, o Aguirre ilusionando con “once Cuauhutémocs”.