En poco menos de un mes, puntualmente entre el 21 y el 22 de marzo, llegará a La Habana el presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Coincidentemente en tiempo y espacio visitarán la capital cubana los Rays de Tampa Bay de Grandes Ligas, quienes se espera que efectúen por lo menos un partido amistoso contra la selección nacional antillana. Ambos acontecimientos convertirán a Cuba durante esos dos días en centro de la atención mundial.
Y no es para menos; desde el punto de vista político -además de contribuir al deshielo iniciado el 17 de diciembre*-, Obama se convertirá en el segundo mandatario estadounidense que en funciones pisa suelo cubano, el anterior referente data de 1928 cuando Calvin Coolidge viajó a La Habana para participar en la VI Conferencia Panamericana, y el primero -como es evidente- después del triunfo de Fidel Castro y su revolución marxista en 1959.
Desde la óptica deportiva, los Tampa Bay tomarán la estafeta de los Orioles de Baltimore, único equipo de las mayores que después de 1959 ha realizado una serie amistosa (en 1999) ante la selección cubana, para en claro acto de diplomacia continuar acercando las posiciones del gobierno de La Habana y la Major League Baseball (MLB).
En medio de este contexto, las grandes compañías de la información se darán un verdadero festín. Historias para contar... hay y habrá miles, dependerá la trascendencia de éstas del ingenio y la creatividad de los privilegiados que reporten ambos sucesos in situ.
Para aquellos encargados en enfocarse, fundamentalmente, en el hecho deportivo del juego entre Tampa y Cuba, y para todos los medios en general, me gustaría hacer una aclaración sobre el argumento de que: por causa del embargo (bloqueo para el gobierno cubano), o sea de las leyes estadounidenses, los peloteros de la Isla no pueden jugar en las mayores sin romper con su país.
Ese argumento se ha generalizado. Y si bien es parcialmente cierto, las culpas deberían ser compartidas. De este entuerto ninguna de las dos partes sale impoluta.
Los peloteros cubanos no solo se marchan a otras tierras para probarse y conseguir los beneficios económicos (los millones, sí, los millones y ¿qué hay de malo en eso?) que sus destrezas le permitan; también "huyen", "escapan", "abandonan", "desertan" de un sistema que se cree con el derecho divino de decidir por ellos.
Es una especie de filosofía del Gran Hermano: te formé y me debes pleitesía. Si osas contradecirme te acusaré de traidor o haré que tus logros desaparezcan.
El doctor Antonio Castro, hijo de Fidel y sobrino de Raúl, actual gobernante cubano, dijo en una entrevista con ESPN: "las leyes de Estados Unidos impiden a los peloteros cubanos jugar en las Grandes Ligas sin romper con su país. Es decir, tienen que romper los lazos con Cuba. Tienen que llegar a ser, si quieren o no, desertores. Porque dicen que el dinero que gana un jugador de béisbol podría beneficiar a La Habana. Eso es una locura (...)".
Según sus palabras podría pensarse que el gobierno antillano es la víctima en esta historia. No es así. Veamos que sucede en el segundo deporte colectivo más importante de Cuba: el voleibol.
Hasta hoy las autoridades niegan a varios jugadores, mujeres y hombres, defender al equipo nacional. Pese a que la gran mayoría salió del país de manera legal, y públicamente han mostrado interés en integrar el equipo Cuba en competencias internacionales, han recibido un rotundo NO por respuesta. De poco o nada ha servido el reclamo popular para salvar una disciplina que es orgullo nacional**.
Por tal motivo resultan contradictorias las palabras del doctor Tony Castro en la ya citada entrevista a ESPN: "Oh, sería increíble. Si usted camina por las calles y le pregunta a la gente, las personas le dirán con seguridad que es un sueño. Ellos quieren ver a estos peloteros jugar un partido con el equipo nacional cubano. Y usted sabe que el problema existe y (Cuba y la MLB) necesitan resolverlo. La pregunta es ¿por qué no? ¿Por qué no encontramos la solución? Lo único que necesitamos es la voluntad de hacerlo. Por seguro que podemos encontrar una solución, pero tenemos que trabajar juntos, todo el mundo".
Tony Castro habló de voluntad. ¿Realmente el gobierno de Cuba quiere tener peloteros en las Grandes Ligas y luego reunirlos en una selección nacional? Quizás sí, pero solo a aquellos que no alcen la voz.
La historia de Osmany Juantorena (y de otros voleibolistas) es reveladora. De apellido ilustre, Juantorena es sobrino del doble campeón olímpico en 400 y 800 metros en Montreal 1976, Alberto Juantorena, y hoy juega en el club italiano Lube Macerata, además de defender a la selección de Italia. En una entrevista con DeporCuba, el jugador de 30 años y considerado uno de los mejores voleibolistas del mundo, explicó el por qué no se hizo efectivo su regreso a la selección nacional cubana.
"(...) ha pasado mucho tiempo y ya no tengo la edad suficiente para jugar por Cuba. Segundo, porque manifesté por medio de una carta a la Federación mi disposición de jugar por Cuba y la respuesta fue positiva, pero con la condición de abandonar Italia (el club). Una exigencia que no pude aceptar porque no podía abandonar mi carrera y todo lo que había logrado hasta ese momento para estar todo un año prácticamente inactivo y representar a Cuba", dijo. "...En cualquier país del mundo los atletas juegan por los clubes casi todo el año y luego son llamados por sus federaciones. No sé cuáles son las razones que tienen acá (en Cuba) para no permitirlo".
Aclaro que este no es un hecho aislado. Simplemente se corresponde con la postura de las autoridades del gobierno. En Cuba ninguna federación es independiente. Todas se subordinan al Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder) y éste no hace más que ejecutar las directrices del Estado.
La pregunta en cuestión es: si ellos (Juantorena, Robertlandi Simón, Raydel Hierrezuelo, Michael Sánchez, Daimí Ramírez, Rosir Calderón, Nancy Carrillo y muchos otros) no "desertaron" y con ellos no hay OFAC ni embargo, entonces ¿por qué el gobierno de Cuba los proscribe?
La respuesta es sencilla. Cuba (el gobierno) pretende que los atletas (de béisbol, voleibol y todos los deportes) se sienten a esperar por un contrato gestionado por CUBADEPORTES, quien acelerará el proceso en dependencia de la confiabilidad política del beneficiado y tendrá siempre en sus manos la decisión del cuándo, cómo y dónde. (Como dato ilustrativo, desde 2013, cuando el gobierno permitió la contratación de deportistas en ligas extranjeras, apenas poco más de 40 atletas -en 9 deportes- se han beneficiado de ello).
La vida activa de un atleta de alto rendimiento es extremadamente corta. No hay espacio para la filosofía de Raúl Castro: "sin prisa pero sin pausa". En el deporte sí valen las prisas, si tiene alguna duda pregúntenle a Yulieski Gurriel.
¿De qué voluntad habla Tony Castro si los hechos concretos indican lo contrario?
Veremos cuando se firme el pacto Cuba-MLB (es un hecho que llegará tarde o temprano), quién será el encargado de defender a los peloteros cubanos de este tipo de arbitrariedades. Mientras tanto les aconsejo a mis colegas y a los fanáticos que no se vayan con la primera bola. Ya lo dijo Joseph Goebbels, el tristemente célebre ministro de propaganda nazi, "una mentira repetida mil veces se convierte en verdad".
*17 de diciembre de 2014. Barack Obama y Raúl Castro anuncian el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
**Si descontamos a los equipos de softbol de Estados Unidos -este no es un deporte universal- pudiera decirse que el equipo femenino de voleibol de Cuba de la década del 90, que ganó los Juegos Olímpicos de 1992-96-2000 y los Campeonatos Mundiales de 1994-1998, es el equipo de mujeres más dominante en la historia moderna de los deportes.