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Un sueño hecho pedazos para el Puma Martínez

Todo terminó para Fernando 'Puma' Martínez en una frase tanguera: un sueño hecho pedazos.

La dura realidad se llamó Jesse 'Bam' Rodríguez, quien no solamente le ganó por nocaut en el décimo asalto, sino que además lo superó prácticamente en todo el desarrollo de la pelea. A tal punto que los que pensábamos que iba a ser una tremenda batalla, nos equivocamos totalmente.

Desde el primer asalto el boxeador de San Antonio, Texas -que ahora suma 23 peleas, todas ganadas, con 16 KO-, impuso sus condiciones. Moviéndose a los costados, cambiando de flancos y lanzando una izquierda corta y envenenada, no le permitió al boxeador argentino desarrollar su clásico ataque frontal y arrollador.

El 'Puma' perdió su primer combate en 19 peleas -18 ganadas y 9 nocauts-.

En el primer round, el 'Puma' conectó una derecha que pareció mover a su rival, pero todo terminó allí. Y aunque se hubiese llevado ese asalto, todo lo que produjo después Martínez fue anulado por 'Bam', en una noche inspirada que dominó casi sin sobresalto alguno.

Martínez emocionó y conquistó el corazón de muchos aficionados a través de grandes batallas frente a campeones, como Jerwin Ancajas o Kazuto Ioka, a quienes venció en dos oportunidades cada uno.

Pero Rodríguez no es ni Ancajas ni Ioka, peleadores sanguíneos, abiertos y decididos.

El 'Bam' es un hombre inteligente, de buenos desplazamientos a los costados, adelantando su pie derecho para lograr el ángulo de potencia para su izquierda en uppercut o cross. Sabe balancear las piernas para quedar a un paso alejado de los ataques rivales y luego contragolpea con combinaciones.

Luchando contra una notoria hemorragia nasal desde la tercera vuelta, que sin dudas lo complicó muchísimo, Martínez, fiel a su estilo, siguió buscando la pelea. Pero se encontró con una especie de fantasma, que sabía alejarse de sus embistes para luego contragolpearlo con combinaciones de dos, tres y hasta cuatro golpes.

Lo que se presumía un combate lleno de intercambios, en una batalla estratégica, en realidad no lo fue. Rodríguez, con gran claridad, marcó el tiempo y la distancia a lo largo de todo el combate.

Según CompuBox, el texano conectó 276 golpes de 717 que lanzó mientras que Martínez pudo conectar 131 de 520. Los números sirven para marcar las diferencias, porque el estadounidense conectó los llamados "golpes de poder" en una cifra de 232 sobre 492 envíos o sea el 47% de efectividad.

Ante esta situación, al no poder encontrar a su rival, al luchar contra una hemorragia que le impedía una correcta respiración y estar recibiendo golpes netos, el argentino siguió luchando contra la adversidad sin encontrar respuestas técnicas.

De menor a mayor, y sin sobresaltos, el dirigido por Robert García no perdió la brújula y se mantuvo fiel a su libreto, sabiendo que estaba así que estaba haciendo una limpia tarea de demolición.

Martínez llegó a su esquina en el descanso del noveno al décimo asalto anímicamente superado: no había más reservas físicas ni espirituales en un hombre que, hasta ese momento, se caracterizó siempre por su enérgica y positiva actitud de lucha. No podía más.

La sangre que le impedía respirar y los golpes de su rival que llegaban desde diferentes ángulos lo fueron desgastando sin prisas ni pausas.

Salió al décimo buscando, como siempre, una mano afortunada. Pero justamente el que la encontró -y no por fortuna, sino por habilidad- fue Rodríguez, quien lo conectó con una izquierda en cross a la sien que derrumbó al argentino.

Cayó de espaldas Martínez; era la foto de la derrota. Era evidente que ya no podía más. Había dado todo hasta quedarse sin nada. El referí, Edward Collantes, detuvo la pelea al minuto 25 segundos del décimo asalto.

La gran expectativa de la pelea que parecía iba a robarse la noche, de Riyadh, terminó con un sueño hecho pedazos.

Fernando Martínez, un guerrero de ley, hizo todo lo que pudo ante un gran boxeador. Y no le alcanzó.